Recurre a las recetas de postres saludables
Esta temporada, disfruta de estos sabrosos dulces sin remordimientos.
In English | Casi todas las tardes disfruto de algo dulce, pero soy bastante selectiva con los lujos que me permito. Si son demasiado magros o saludables, no me interesan. Si son demasiado decadentes, me siento culpable. Mi dulce perfecto es algo más o menos entremedio de los dos extremos.
Las rosquillas siempre han sido uno de mis dulces pecados, pero todos sabemos que una bola de masa en una freidora absorbe aceite como una esponja en un cubo de agua. Felizmente, es posible elaborar rosquillas en el horno. Se pueden cocinar en un molde para hornear minimagdalenas, o si deseas darle la forma bonita de rosquilla, puedes comprar un molde (económico) especial.
La receta para las rosquillas de cidra de manzana al horno rinde solo una docena de minirosquillas, pero a no ser que planees servirle a un grupo grande, no es aconsejable hacer más. Son más sabrosas recién horneadas, cuando todavía están calientes. La masa para las rosquillas se prepara con el método tradicional de masa rápida para pan: mezclas unos cuantos ingredientes líquidos, mezclas unos cuantos secos y entonces los mezclas todos juntos. Como las rosquillas son pequeñas, se cocinan rápidamente en el horno. Al retirarlas del horno, extiende sobre ellas, con una brocha de cocina, un poquito de mantequilla —solo una cucharada para las 12— y pásalas por azúcar con canela. Estos dos pasos no agregan muchas calorías, pero las hacen tentadoras.
A diferencia de las rosquillas, que tienen una vida útil más corta, las Galletas de chocolate duran por lo menos un mes en un envase de hojalata sellado. Son divinas así solas, pero para darme un gusto a la hora de la merienda frecuentemente les unto mantequillas de nueces, pasta de chocolate con avellanas, conservas o mermelada. La masa es sencilla, pero toma nota de que en lugar de mantequilla (una grasa animal), uso aceite de coco, que aporta antioxidantes y es más nutritivo.
Como mi hija mayor, Maggy, está intentando seguir una dieta vegetariana y el pan de calabaza es una de sus delicias favoritas del otoño, ella y yo colaboramos para crear un pan sin huevos o productos lácteos. De nuevo, el coco se destaca en esta receta: en lugar de huevos usamos leche de coco, y reemplazamos la mantequilla tradicional con aceite de coco. Ambas quedamos asombradas con su sabor y textura.
Sharon, mi hija menor, describe muy bien estos bocados dulces: "Son lo suficientemente saludables para no sentirte culpable al comer uno... ¡pero no tan saludables que debes esforzarte para comerte uno!". Estas tres golosinas horneadas son todas deliciosas, satisfacen y no ponen en peligro a tu dieta. ¿Qué más se le puede pedir a una golosina?
Rosquillas de cidra de manzana al horno
Rinde 1 docena de minirosquillas
- 1 taza de harina de repostería
- 1 cucharadita de polvo de hornear
- 1 cucharadita de canela en polvo, dividida
- 1/4 cucharadita de cada uno: sal y bicarbonato de sodio
- 6 cucharadas de mantequilla de manzana
- 2 cucharadas de azúcar morena
- 2 cucharadas de aceite vegetal
- 1 cucharada de mantequilla, derretida
- 1/4 taza de azúcar granulada
Coloca la rejilla del horno en la posición del medio o un poco más baja y calienta el horno a 375°F. En un tazón mediano, bate con un batidor de alambre la harina, el polvo de hornear, 1/2 cucharadita de canela, la sal y el bicarbonato de sodio. En otro tazón, bate con un batidor de alambre la mantequilla de manzana, azúcar morena y aceite, para combinarlos. Bate con un batidor de alambre mientras agregas la mezcla de manzana a la mezcla de harina, hasta formar una masa homogénea. Con una cuchara, agrega la masa al molde para hornear rosquillas (o repártela en el molde para hornear minimagdalenas). Hornea hasta que las rosquillas estén firmes al tacto, unos 10 minutos. Vierte las rosquillas sobre una rejilla de alambre.
Mezcla el azúcar con la 1/2 cucharadita restante de canela. Cuando se hayan enfriado lo suficiente para manipularlas, extiende sobre las rosquillas, una por una con una brocha de cocina, un poquito de mantequilla y pásalas por azúcar con canela. Sirve.
Galletas de chocolate
Rinde aproximadamente 4 docenas de galletas de 2 pulgadas cada una
- 1 taza de harina común
- 6 cucharadas de cacao en polvo sin endulzar
- 1 huevo grande
- 1/2 cucharadita de extracto de vainilla
- 1/4 cucharadita de sal
- 1/2 taza de aceite de coco
- 1/2 taza compacta de azúcar morena
En un tazón mediano, bate con un batidor de alambre la harina y el cacao. En un tazón pequeño, bate con un batidor de alambre el huevo, la vainilla y la sal. Con una batidora eléctrica, haz una crema a velocidad mediana en el tazón de la batidora con el aceite de coco y azúcar, hasta que la mezcla esté liviana y esponjosa. Agrega la mezcla de huevo; sigue batiendo hasta que quede bien incorporada. Agrega la mezcla de harina; bate a velocidad lenta hasta formar una masa oscura y homogénea. Divide la masa en mitades y envuelve bien cada mitad en plástico. Enfría en el refrigerador hasta que estén firmes, por lo menos 30 minutos. (Se pueden refrigerar por hasta dos días o envolver con dos capas de plástico y congelar por un mes).
Calienta el horno a 350°F. Trabaja con cada mitad por separado; estira la masa con un rodillo hasta que alcance un grosor de apenas 1/4 de pulgada, espolvoreando harina según sea necesario para que no se pegue. Presiona la masa con cortadores de galletas de 2 pulgadas, para cortar las galletas y darles la forma deseada. Coloca las formas de masa a 1/2 pulgada una de la otra en una bandeja de horno para galletas forrada de papel para hornear o tela Silpat®.
Hornea hasta que se doren, unos 10 minutos. Usa una espátula fina para trasladarlas inmediatamente a una rejilla para enfriar. Deja enfriar a temperatura ambiente. Estira, corta y hornea la masa restante, incorporando los restos de masa cortada para formar tantas galletas puedas. Se pueden conservar en un envase hermético por hasta 3 semanas o congelar por varios meses.
Pan de calabaza y avena
Rinde 2 panes grandes
La harina de trigo integral blanca tiene un aspecto y sabor muy parecido al de la harina blanca pero aporta los beneficios saludables del trigo integral. Si no logras encontrarla, usa en su lugar la misma cantidad de harina común.
- 3 1/2 tazas de harina de trigo integral blanca
- 1 taza de copos de avena estilo antiguo
- 1 cucharada de polvo de hornear
- 2 cucharaditas de jengibre molido
- 1 cucharadita de cada uno: bicarbonato de sodio, sal y canela en polvo
- 1/2 cucharadita de clavos molidos
- 1 lata (13.5 onzas) de leche de coco regular
- 1 lata (15 onzas) de calabaza pura
- 3/4 taza de aceite de coco, derretido
- 2 tazas de azúcar morena
Engrasa dos moldes para pan de 9 x 5 pulgadas. Coloca la rejilla del horno en la posición del medio o un poco más baja y calienta el horno a 350°F. En un tazón grande, mezcla la harina, avena, polvo de hornear, jengibre, bicarbonato de sodio, sal, canela y clavos. Mientras tanto, en un tazón mediano bate con un batidor de alambre la leche de coco, calabaza pura, aceite de coco y azúcar morena. Vierte los ingredientes líquidos sobre los secos y bate hasta que la masa esté homogénea; divide la masa uniformemente entre los moldes preparados. Hornea hasta que los panes se doren y un palillo insertado en el centro salga limpio, unos 45 minutos. Retira del horno y deja enfriar por unos minutos. Desprende los panes de los moldes con un cuchillo y luego viértelos sobre una rejilla de alambre para que se terminen de enfriar completamente. Corta en rebanadas y sirve. (Los panes se pueden envolver y refrigerar por varios días o congelar por un par de meses).
Pam Anderson es autora de un libro de cocina con gran éxito de ventas, popular colaboradora del blog threemanycooks.com y experta en gastronomía de AARP, donde escribe dos veces por mes.
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