Vida Sana
Ya se siente la proximidad del verano, los días se hacen más largos, hemos prendido el aire acondicionado en la casa y en el carro; y empieza la preocupación por perder esas libras de más que acumulamos durante el otoño e invierno.
En esta situación, no faltan los consejos de amigos y familiares: “¡Mira que esta dieta rápida es buenísima! ¡Me la recomendó mi amiga Juanita y dice que puedes perder hasta 20 libras en solo un mes! ¿Por qué no la pruebas?”
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Resulta que la famosa “dieta rápida” —que recomienda Juanita—consiste en consumir solo un tipo de verduras, o algunas barras nutritivas diarias, o algún “preparado secreto” con alguna mezcla rara de ingredientes que permiten bajar rápidamente de peso. Se define como dieta rápida aquella que priva de elementos nutritivos (y por tanto de calorías) al que la consume, permitiendo que pueda bajar momentáneamente de peso. En otras palabras, es como matarse de hambre por algunos días engañando al estómago con algún tipo de alimento sin valor nutricional.
En el mejor de los casos estas dietas constituyen una “solución” imperfecta y pasajera al sobrepeso. Casi siempre constituyen un intento desesperado de remediar un problema que tiene su raíz en la falta de control en la alimentación y en no hacer ejercicios de forma habitual.
¿Por qué son peligrosas las dietas rápidas?
Debido a que prohíben el uso de grupos enteros de alimentos —como hidratos de carbono o grasas— y solo permiten el consumo de algunos tipos de alimentos, pueden alterar el equilibrio nutricional de los usuarios. Conscientes de eso, sus propulsores a menudo recomiendan “suplementar” las dietas con preparados multivitamínicos. El problema es que las vitaminas A, D, E y K por ejemplo, no se absorben sin la ingesta simultánea de elementos como las grasas, por lo que las personas que realizan este tipo de dietas radicales pueden presentar deficiencias temporales de esas vitaminas. Por otro lado, las personas con diabetes, pueden presentar serios problemas con el azúcar en la sangre por tomar la misma cantidad de medicina pero con menor cantidad de alimentos.
Las dietas rápidas además refuerzan los malos hábitos alimenticios. Es como si un fumador creyera que el tomar un jugo de frutas “le va a limpiar el cuerpo” de los químicos del tabaco.
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