‘Love After Love’: Naturaleza muerta
Andie MacDowell es una viuda que enfrenta su dolor.
DIRECTOR: Russell Harbaugh
GUION: Russell Harbaugh y Eric Mendelsohn
ELENCO: Andie MacDowell, Chris O'Dowd, James Adomian, Romy Byrne, Gareth Williams, Dree Hemingway, Juliet Rylance, Seth Barrish y Francesca Faridany
DURACIÓN: 91 minutos
Al igual que en una naturaleza muerta, Love After Love oculta detrás del apogeo de la belleza, la semilla de su propia destrucción. La película es una pequeña obra maestra que logra retratar en unos simples trazos la inevitabilidad transitoria de las cosas. Aunque se anuncia como la historia de una mujer madura que después de quedar viuda reencuentra el amor, el filme va mucho más allá y abarca la vida entera que no se detiene con la desaparición física del otro.
En la primera secuencia, todo es dicha y felicidad. Una familia de intelectuales de clase media alta se reúne para comer en el jardín de una casa de campo al norte de Nueva York. Empezando por Andie MacDowell como Suzanne, la matriarca, quien a sus 60 años se sigue viendo improbablemente bella, todo tiene un aire de irreal perfección: el clima, las flores y los árboles de hermosas tonalidades ocres revelan esplendor otoñal. Hay vino y comida en abundancia. Suzanne y su marido Glen (Williams) parecen adolescentes enamorados y presiden felices el convivio que incluye a sus dos hijos adultos y otros amigos. Nick (O'Dowd), el mayor, es editor de libros. Lo acompaña Rebecca (Rylance), su colega y pareja desde algunos años. Chris (Adomian), el menor, es un aspirante a escritor, y va solo. Ni en presencia, ni en carisma, se parece a su exitoso hermano. La tarde transcurre entre risas y amena conversación. El clímax de la reunión ocurre cuando el patriarca pide la palabra para recitar un poema. Ahí se da la primera nota discordante: Glen está ronco. Cuando Nick se lo menciona preocupado, Glen lo descarta como algo sin importancia y…. enciende un cigarrillo. No hace falta decir más.
En la siguiente secuencia, vemos un bulto gimiente a quien Suzanne y otros tratan de acomodar en una cama: es lo que queda de Glen. De su boca ya no salen lindas frases, sino angustiantes sonidos de asfixia. Aquí es donde el “después” del titulo cobra sentido; donde se muestra el reto de transitar del estado donde el amor es un halo que ilumina, a otro donde se convierte en esclavo del dolor. La película se aleja de los caminos trillados del drama familiar donde se omiten los detalles dantescos de una enfermedad terminal y nos muestra con toda su crudeza lo que implica asistir al ser amado, aun en las tareas más privadas como ir al baño. Mientras que Suzanne lleva la carga estoicamente, Chris y Nick muestran las primeras señales de las grietas emocionales que se abren ante la presión.
Muere Glen y la vida sigue. En lugar de concentrarse en el dolor de los primeros días, donde todos están atentos y cualquier expresión de duelo no solo se tolera, sino se espera, el director Russell Harbaugh se va brillantemente por otro camino: el de la “normalidad”. Nada peor que las aguas vuelvan a su cauce para enfrentar el verdadero dolor de la ausencia. Cuando Suzanne asiste semanas después a un evento social sin Glen, todos suponen que ya ha pasado suficiente tiempo del entierro. Su mirada muestra el desgarrador sufrimiento de quien tiene que pretender que no lo siente. Volver a la rutina de otros, en la que ya no cabe el duelo y hay que fingir que todo esta bien, es la lápida más pesada que cargar.
Por otro lado, la muerte de Glen abre las compuertas de las subterráneas disfunciones familiares. Nick muestra las primeras señales desde el velorio. Delante de Rebecca comienza a coquetear con Emilie (Hemingway), una jovencita que trabaja en la compañía encargada de la comida. La película va intercalando escenas de aparente normalidad donde siempre flota un aire de conflicto. A pesar de la oposición de Suzanne, Nick continua su relación con Emilie y abandona a Rebecca. En una reunión para anunciar oficialmente su relación a los padres de la casi adolescente, todo parece ir muy bien, hasta que la bonhomía facilitadora del alcohol va tornándose en Chris en una espectacular borrachera. Haciendo el ridículo, se cae de la silla y empieza a insultar a Nick, a quien obviamente envidia.
Suzanne, por su parte, ve con dolor el mal camino que están tomando sus hijos, pero trata de rehacer su vida. Después de algunos intentos fallidos encuentra a un hombre mayor, como ella, con el que vuelve a sentirse ilusionada. Nick, en otra escena de una comida familiar que comienza bien, se emborracha e insulta al novio de su mamá diciéndole: “Te felicitaría, pero no encontré ninguna tarjeta que diga: ´Felicidades, pareja madura’”.
Love After Love, como una naturaleza muerta, nos muestra el apogeo de la belleza que a su vez nos susurra en el oído: “Memento mori”, la frase que en tiempos medievales se pronunciaba para recordarnos que “algún día vas a morir” y al final, todo en este mundo es pura vanidad.
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