‘Mary Poppins Returns’: Mejor que la suma de sus partes
Emily Blunt y Lin-Manuel Miranda protagonizan una secuela encantadora.
DIRECTOR: Rob Marshall
GUION: David Magee (basado en The Mary Poppins Stories de PL Travers)
ELENCO: Emily Blunt, Lin-Manuel Miranda, Ben Whishaw, Emily Mortimer, Julie Walters, Colin Firth, Meryl Streep, Dick Van Dyke, Pixie Davies, Nathanael Saleh y Joel Dawson
MÚSICA: Marc Shaiman y Scott Wittman
DURACIÓN: 130 minutos.
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Sinopsis: Secuela del musical clásico de Disney, Mary Poppins, que lanzó a Julie Andrews al superestrellato en 1964, y que por primera vez combinaba acción viva con animación. Mientras que la original tenía lugar en la era eduardiana (principios del siglo 20) en Londres, Returns se ubica en los años 30 de la Gran Depresión, época en la que, de hecho, fueron escritas las novelas de PL Travers. Los niños de la familia Banks que cuidara la niñera mágica original, son ahora los adultos: Michael (Whishaw), recién enviudado, y Jane (Mortimer), aún soltera. Jane y la cocinera Ellen (Walters) ayudan al agobiado Michael Banks a cuidar de sus tres hijos. Michael apenas alcanza a mantener a su familia vendiendo cuadros y el banco está a punto de quitarle la casa que les dejaron sus padres a él y a Jane. Todo es un caos: situación ideal para que venga al rescate Poppins (Blunt). Por supuesto, Mary no envejece y sigue siendo “prácticamente perfecta”. Poppins, junto con el encantador vagabundo Jack (Miranda), usará su magia para ayudar a los Bank a superar el trance.
La primera secuencia es (como en la original), una panorámica desde el cielo de Londres que nos va acercando poco a poco a un área de gratos recuerdos: la calle de Cherry Tree Lane donde vivían los Banks junto con otros personajes excéntricos como el capitán que disparaba un cañón desde la azotea de su casa para anunciar (mal) la hora. La escenografía es la misma y, de entrada, nos invita a habitar nuevamente ese acogedor entorno que nos es muy familiar. La última vez que lo vimos, los Banks, ya sanados por Poppins, iban brincando felices por la calle con papalotes de colores y cantando la edificante “Let’s Go Fly a Kite”.
Mary Poppins Returns es una serie de viñetas que espejean las de la cinta original, con variantes. El capitán, mucho más anciano, sigue en las mismas y el hogar de los Banks está otra vez en caos, pero uno mucho más sombrío que el creado por niñeras que renunciaban por la rebeldía de los niños. La reciente muerte de su esposa ha dejado a Michael desolado. A diferencia de su padre, Michael no es un exitoso banquero, sino un pintor cuyo trabajo apenas les da para vivir. El banco amenaza con desalojar a la familia de la casa heredada si no realizan el pago de un préstamo en un plazo especifico. Es ahí donde viene al rescate Mary Poppins flotando por las nubes con su paraguas. Michael y Jane están encantados de volver a ver a su niñera, que además “está igualita”. Pero es imposible que lo esté y el principal acierto de la película es que lo reconoce.
No se puede repetir la magia (y nada menos que eso fue la original) y Mary Poppins Returns no lo intenta. La imagen de Andrews como Poppins sigue indeleble en el cine —y en nuestros corazones— y el director Rob Marshall no pretende igualarla; ya no se diga superarla. Además de que Andrews es inigualable, la misma compañía Disney nos reveló la realidad de lo que inspiró a la autora de Poppins en la estupenda Saving Mr. Banks (Dir. John Lee Hancock, 2013). En esa cinta, después de saber que PL Travers, interpretada por Emma Thompson, se oponía a que Disney trivializara su historia con pingüinos bailarines y quería algo más apegado a la terrible realidad que inspiró sus historias, era imposible volver a la inocencia original. Saving Mr Banks está basada en la historia real de los quince días que Travers pasó en Hollywood tratando de decidir si cedería los derechos para el cine de sus libros. El propio Disney tuvo que utilizar todo su considerable encanto para vencer la resistencia de la exigente solterona. La Poppins de Blunt se parece más a su creadora. Es más rígida e inflexible; menos dulce y maternal.
Sin embargo, detrás del gesto adusto, Blunt deja escapar una sonrisa socarrona y la magia y picardía coincide con la irrupción de la animación, los efectos especiales y la música. Blunt tiene una voz entonada y las canciones fueron creadas para su registro. Las melodías son agradables, pero ninguna se compara con las obras maestras que crearon los hermanos Sherman para la tesitura soprano de Andrews. La animación trata de imitar a la de los años 60 y hay algunas secuencias espectaculares (como una bajo el mar). Hay también secuencias creadas para lucimiento de un elenco estelar en las que vemos a Meryl Streep como la excéntrica Topsy, prima de Poppins, y un pequeño cameo de Dick Van Dyke. Por cierto, el personaje de Bert que interpretó Van Dyke en la original, es el mayor hueco de la historia. Miranda, quien lo suple como Jack, no está a la altura. Es triste decirlo, pero, aunque el genio musical de Miranda es innegable, su personalidad no llena la pantalla como lo hiciera la de Van Dyke.
Mary Poppins Returns no es súpercalifragilisticoespialidosa como la original, pero con una cucharada de azúcar, se puede pasar bien.