Isabelle Huppert se despide de la vida en 'Frankie'
Clasificación: PG-13 (control parental para menores de 13 años)
Duración: 1 h 40 min
Elenco: Brendan Gleeson, Isabelle Huppert, Greg Kinnear, Marisa Tomei
Director: Ira Sachs
In English | Advertencia: esta película es tan maravillosa que podría hacerte cambiar la vida y mudarte al complejo turístico montañoso de Sintra en la riviera portuguesa, donde puedes pasear por calles y bosques de ensueño, con sus interminables paisajes hermosos, y descansar en una franja de playa llamada Apple Beach, por la fruta que tentó a Eva.
La bella mujer que dirige este paraíso vacacional es la célebre actriz Françoise “Frankie” Crémont (Isabelle Huppert, 66), que tiene una enfermedad terminal de las que solo se ven en películas y en las que la enferma luce tan sensacional como la eterna Isabelle Huppert. El papel fue escrito para ella, y su personaje tiene toda la dignidad calladamente alegre, el ingenio burlón, la melancolía, la distancia y las emociones mercuriales que asociamos con la actriz (quien, según el historiador David Thomson, es un ejemplo de que “a medida que las mujeres envejecen, se vuelven más interesantes”).
Cuando Frankie se quita la ropa para nadar en una piscina y le dicen que hay turistas con cámaras cerca, dice “No hay problema, soy muy fotogénica”. Cuando alguien halaga su madurez, dice “No digas ‘madura’, ¡odio esa palabra! Es ofensiva para una mujer”. Imperturbable ante la idea de que tal vez le queden solo unas semanas de vida, Frankie programa una última reunión con su círculo: su cariñoso esposo, Jimmy (Brendan Gleeson, 64), quien se duerme llorando en sus brazos cada noche; la hija, el yerno y la nieta de Jimmy y el primer esposo de Frankie, que es gay (todos actores desconocidos que tienen partes totalmente superfluas que no llevan a nada), y la vivaz maquilladora de películas y amiga de Frankie, Ilene (Marisa Tomei, 54 —en inglés—), a quien Frankie quiere enganchar con su hosco e impertinente hijo (Jérémie Renier).
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Pero la maquilladora arruina el plan de Frankie al traer a su novio, el cinematógrafo de la segunda unidad de la película Star Wars (Greg Kinnear, 56). Cuando este le pide a Frankie que protagonice su primer largometraje, ella no se niega abiertamente sino que insinúa desprecio por él, con la delicada frialdad que la escarcha invernal deja en una ventana.
No hay conflictos reales entre los personajes: se pasean frente a increíbles paisajes con diálogos que parecen escritos por un estudiante mediocre de redacción de guiones que imita las películas del director Eric Rohmer o Before Sunset, con Ethan Hawke.
Huppert puede darle vida a este estilo elíptico, pero la mayoría de los actores no; por eso, cada vez que ella sale de escena, parecería que el sol se esconde tras una nube. La hija de Jimmy quiere divorciarse de su marido, pero a la película no parece importarle hacernos entender por qué, ni por qué nos interesan estos dos seres fríos. La nieta tiene el primer beso más aburrido en la historia del cine con un niño local que conoce en un tren.
Pero el diálogo errante y la trama débil encajan en su objetivo cuando Huppert y Jimmy se abrazan y recuerdan el pasado, cuando ella confronta a su hijo o cuando tiene charlas de mujeres con Ilene. Ilene cobra vida cuando está con Frankie (hay mucha química entre Tomey y Huppert) pero su relación con su novio de Star Wars es tan imprecisa que cuando él le ofrece un anillo y ella pregunta si le está proponiendo matrimonio, él le responde que no lo había pensado, pero... ¿por qué no? Y Ilene básicamente le responde “Sí, da igual”. Al final no se casan y a ninguno de los dos parece importarles mucho.
Es una película alérgica a la narrativa, el motivo, el desarrollo de personajes y el drama explícito; se parece a Swimming Pool, de Francois Ozon, pero sin el suspenso. Sin embargo, por momentos es apasionante gracias al misterio y el magnetismo de la pequeña y maravillosa actriz que la protagoniza y la belleza impactante de la ambientación. Te deja una sensación de resplandor otoñal, como un lento atardecer junto al mar.
Y antes de morir, pienso ir a Sintra, en Portugal, y tomar todo el sol que pueda mientras pueda.
El crítico de AARP, Tim Appelo, fue editor de entretenimiento de Amazon y crítico en The Nation, Hollywood Reporter, EW, People, MTV, LA Weekly, New York Times y Los Angeles Times.