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'Captain America: The Winter Soldier'

Steve Rogers, interpretado por Chris Evans, descubrirá que los enemigos también están en casa.

Directores: Anthony y Joe Russo
Guión: Christopher Markus y Stephen McFeely; Ed Brubaker (concepto e historia); Joe Simon y Jack Kirby (creadores)
Elenco: Chris Evans, Samuel L. Jackson, Scarlett Johansson, Robert Redford, Frank Grillo, Maximiliano Hernández
Duración: 136 minutos

El primer gran acierto de Captain America: The Winter Soldier es reconocer su principal problema: un héroe obsoleto. El personaje creado por Marvel Comics durante la Segunda Guerra Mundial (1941) para despertar el patriotismo en Estados Unidos es el más “cuadrado” y aburrido de los superhéroes. El universo moral en el que nació, y se desarrolló después —la Guerra Fría— era blanco y negro; sin matices. Los nazis y los japoneses eran los malos y punto. El Capitán América representaba los valores idealizados de un país que se asumía todavía inocente.

En esta segunda entrega protagonizada por Chris Evans, los hermanos Anthony y Joe Russo asumen el reto de adaptar al Capitán América a nuestros tiempos; tiempos en los que pende la duda acerca de las verdaderas motivaciones detrás de cualquier país o grupo político. Los guionistas de Captain America: The Winter Soldier obviamente tuvieron todo esto en mente y la trama refleja la necesidad de modificar al impoluto personaje y ubicarlo en su nuevo contexto. Además, había que ponerlo a tono con la competencia de héroes atormentados e indecisos como el Batman de Christopher Nolan. De haberse permitido llevar este sentido de la trama a sus últimas consecuencias,  Captain America: The Winter Soldier, no solamente hubiera sido —como es— una buena, sino una excelente película. El problema es que les entró la prisa por llenar los requisitos del cine de acción y efectos especiales característicos de los cómics y el genuino aspecto humano del planteamiento se diluye entre carreras de autos y explosiones.

Chris Evans en una escena de 'Captain America: The Winter Soldier'

CORTESÍA WALT DISNEY STUDIOS

Chris Evans en una escena de 'Captain America: The Winter Soldier'

La acción arranca en Washington, DC, donde Steve Rogers (Evans) está tratando de adaptarse a los tiempos modernos después de estar suspendido criogénicamente por décadas. En un primer guiño de auto referencia, Rogers encuentra una réplica del Capitán América como una pieza de museo en el Smithsonian. Su crisis de identidad aumenta luego de participar en una misión, cuando el director de la organización de espionaje SHIELD, Nick Fury (Samuel L. Jackson), le dice que no confíe en nadie (ni siquiera en él mismo).   

Esta ambigüedad moral es la primera batalla a la que se tiene que enfrentar el Capitán América. Sin revelar la trama, solo basta decir que los secretos de estado que han sido revelados por Wikileaks y Edward Snowden, están en el corazón de la historia en la que el Capitán América tendrá que enfrentarse a la terrible realidad que los enemigos no están necesariamente afuera de “casa”. En su lucha contra el mal desconocido lo acompaña la obligada belleza, que en este caso es Natasha Romanoff (Scarlett Johansson), la Viuda Negra.

Como parte del reparto, esta también Robert Redford, quien además de interpretar a Alexander Pierce, el máximo ejecutivo de SHIELD, tiene el papel simbólico de pasarle la estafeta a quien podría convertirse en su sucesor. Chris Evans tiene todos los ingredientes para convertirse en una estrella de la magnitud que alguna vez fue Redford. Evans tiene la rara cualidad de proyectar inteligencia más allá de su evidente galanura. Además, es buen actor y ha hecho un excelente trabajo en películas como Puncture (2010) y The Loss of a Teardrop Diamond (2008).

Sobre todo en esta última, basada en un guion de Tennessee Williams, Evans demostró que tiene las habilidades histriónicas para desarrollar una carrera tan interesante como la de Redford o su contemporáneo Paul Newman. Ojalá que Evans pueda manejar el éxito arrollador que le ha llegado apenas a los 32 años encarnando al Capitán América. De hecho, va a necesitar toda la fuerza moral y la disciplina del superhéroe para no desviar el curso y acabar interpretando roles que solo exploten sus atributos físicos.  

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