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'Amy', la crónica de un suicidio cantado

La vida de Amy Winehouse ofrece tristes pero valiosas lecciones.

DIRECTOR: Asif Kapadia
EDITOR: Chris King
CON: Amy Winehouse, Yasiin Bey, Tony Bennett y Blake Fielder-Civil
DURACIÓN: 128 minutos

Cuando un entrevistador le pregunta a Amy Winehouse si está preparada para el escrutinio público que llegaría con la fama, ella responde: “Mientras más observen, mejor se darán cuenta de que aquí no hay nada que ver excepto mi música”.  De alguna manera esto también es cierto del documental sobre su vida: si algún merito tiene Amy, es el que corresponde a imágenes que hablan por sí mismas de un descomunal talento no proporcional a la persona. Es por eso que resulta casi impúdico observar el paulatino deterioro de la cantante  y compositora británica desde que era una adolescente, hasta los 27 años cuando murió de una congestión alcohólica, en el 2011.

Y si bien es esa temprana muerte lo primero que viene a la mente con el nombre de Amy Winehouse, la realidad es que todo le llegó demasiado pronto, empezando por el éxito. Y tal vez eso fue lo que selló su suerte. Para todos los que hemos vivido de cerca el flagelo de la adicción o la rebeldía de un hijo adolescente, este documental ofrece tristes pero valiosas lecciones.

Oscar Wilde decía que había dos grandes tragedias en la vida: una, que nunca se realizaran tus sueños; la otra, que sí. Winehouse vivió las dos al mismo tiempo. Amy era una muchacha típica de una comunidad judía al norte de Londres que podría haber salido, o no, de la espiral de autodestrucción en la que había caído. Pero carecía de figuras de autoridad que tuvieran la fuerza para poner límites. Tuvo un padre ausente, una madre que, por su propia admisión, fue incapaz de controlarla.  La única persona que le dio estructura y disciplina en su vida fue su abuela Cynthia Winehouse, quien además le contagió de su amor al jazz. (Como dijo Tony Bennett, un ídolo de su infancia con quien después grabaría un dueto, Amy era en el fondo una cantante de soul y de jazz, que no disfrutaba exhibirse ante miles de personas. No buscaba el éxito ni la fama como otros lo hacen. Su naturaleza y su arte eran más íntimos.) Amy tenía incluso tatuado el nombre de Cynthia en su brazo derecho, y cuando su “nan”, como la llamaba, muere en 2006, es cuando cae en una espiral autodestructiva de la que nunca pudo escapar.

Foto de Amy Winehouse - Documental de su vida

IMAGES/COURTESY OF A24 FILMS

La cantante británica Amy Winehouse falleció a los 27 años.

Si la primera tragedia de Winehouse fue que su padre la abandonara a los nueve años, la segunda fue que regresara, cuando ya tenía el éxito asegurado. Ávida del afecto paternal, Amy confundió la avaricia de Mitchell Winehouse con amor. Si tal vez hubo un momento en que Winehouse se pudiera haber salvado, Mitchell la arruinó por segunda ocasión. Los amigos de Amy buscaron a su padre para que la convenciera de que ingresara a un centro de rehabilitación, viendo su descenso en el alcohol luego de que el amor de su vida, Blake Fielder, la traicionara con otra mujer. Mitchell, viendo que su hija tenía el potencial para ser una estrella, la convenció de que mejor siguiera adelante con su carrera. El incidente es revelado en su canción “Rehab”:

They tried to make me go to rehab, I said no, no, no
Yes, I’ve been black, but when I come back, you’ll know, know, know
I ain’t got the time, and if my daddy thinks I'm fine
Just try to make me go to rehab, I won't go, go, go

El triunfo efectivamente llegó con Back to Black (2006), un álbum en el que como en todas sus composiciones, Amy destila los aspectos más dolorosos de su vida.

Tal vez con el tiempo, Winehouse se hubiera recuperado de la ruptura con Fielder y hasta hubiese llegado a la conclusión de que había sido lo mejor. El supuesto “artista” era un ser atormentado que no hizo más que intensificar los demonios de Amy. Pero, el éxito temprano truncó esta posibilidad, como muchas otras de que el tiempo sanara naturalmente las heridas. Como varita mágica, el triunfo de Amy le concedió —para su desgracia— que regresara Fielder, solo para llevarla al consumo de la heroína y el crack y a los patrones de conducta que le costaron su temprana muerte.

El resto del documental es una variación de ese mismo tema. Lo más terrible de Amy es que a pesar de la adoración de los millones de fans de la cantante en todo el mundo, nadie le tuvo el suficiente amor al ser humano para decirle la única palabra que realmente necesitaba escuchar: No.

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