‘La búsqueda de un sueño’
Las nuevas memorias de Reyna Grande le hacen honor al nombre de la escritora.
La vida de Reyna Grande es de telenovela: niña mexicana pobre y abandonada por sus padres vive en una choza hambrienta y mal criada por una abuela malvada que le roba el dinero enviado por sus padres desde Estados Unidos.
Pero la niña es rescatada por el padre a los 9 años, cruza la frontera, crece y se hace mujer. Un día, ya universitaria, regresa a la choza y se enfrenta a la abuela malvada. Quería una disculpa, quería que la abuela la viera feliz, como una viajera que regresaba de un mundo limpio y próspero el cual ella jamás conocería. Pero se encontró una viejita frágil y demente que se pellizcaba la piel porque pensaba que tenía gusanos; una terrible memoria de cuando tuvo sarampión en la niñez y se le abrieron llagas en el cuerpo.
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Frustrada y rabiosa, Reyna regresa a la universidad en California como salió, con sus heridas abiertas, hurgándolas como su abuela.
La búsqueda de un sueño es el segundo libro de memorias de Reyna Grande. El primero, La distancia entre nosotros, un bestseller nacional, cuenta la historia de su triste niñez, separada de sus padres, hasta su llegada a Estados Unidos.
En este, recién publicado, cuenta cómo logró ser la primera en su familia en graduarse de la universidad; cómo logró su sueño de salir de la pobreza que plagaba a su familia convirtiéndose en escritora; y cómo logró fundar su propia familia, rompiendo así el ciclo de violencia y desamor que parecía ser parte de su código genético.
Con este libro, los lectores de Reyna esperan su redención —y sin duda llega— pero las heridas de su niñez son profundas. El abandono y desamor de sus padres son la corriente temática que hacen que, una y otra vez, escritora y lector se pregunten: ¿valió la pena la destrucción de una familia para que los hijos pudieran vivir y prosperar en Estados Unidos?
El lector tendrá que decidir por su cuenta, porque la escritora se contradice. A veces se lamenta, a veces se siente agradecida. Reyna se salva por su feroz orgullo, por su deseo de probarle a todos —especialmente a su padre— que estaban equivocados y que ella sí estaba dispuesta a sacrificarse para triunfar. Pero sobre todo se salva porque escribe.
“¿Recuerdas cuando cruzamos?”, le pregunta en una ocasión a su padre, en un intento más por acercarse a él. Él le dice que no y le pide que se olvide del pasado y continúe con su vida.
“No le confesé que no podía olvidar. La única manera de seguir adelante era recordar mi pasado para intentar encontrarle sentido”, escribe Reyna. “Solamente entendiendo y aceptando la vida que había tenido, podría liberarme de los traumas que aún me perseguían y me tenían prisionera. Ese era el motivo por el que necesitaba regresar a mi escritura. Era la única forma en la que sería libre”.
Lo logra, pero no sin antes pasar por muchas pruebas. Por crecer sin el amor de sus padres, se refugia en romances inconsecuentes, duda de sí misma constantemente, sufre crisis de identidad, cuestiona si se merece el éxito, y se convierte en madre soltera porque piensa que un hijo la puede salvar.
Sin embargo, en sus peores momentos siempre encuentra una mano amiga, y una fuerza interior que la impulsa a seguir adelante, demostrando que su nombre y apellido —a pesar de ser pequeña de tamaño— es perfecto para ella. Después de publicar cuatro libros y lograr lo que siempre más añoró —una familia estable— no hay duda de que esta reina es muy grande.