Cómo lidiar con quienes te discriminan por la edad
Estrategias para cambiar conceptos erróneos sobre la edad y afrontar situaciones negativas.
Nos quejamos de la discriminación por la edad, sin darnos cuenta de que a veces somos cómplices en ella. Hace relativamente poco, yo misma permití que alguien me estereotipara, y no tardé en arrepentirme.
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Debía llenar y firmar unos documentos para que mis hijos participaran en una actividad extracurricular. Los documentos eran electrónicos y solo podía accederlos mediante el smartphone del profesor, quien tendría veintitantos años. El joven me pasó su teléfono y, cuando me disponía a teclear en el dispositivo, me preguntó, “¿Se lo lleno?”. Sin pensarlo, le di el aparato y le dicté la información de mis hijos. Cuando terminé la transacción, me sentí incómoda.
Más tarde, pensando en lo ocurrido, me di cuenta de que había perdido la oportunidad de demostrarle que yo, a mis 54 años, soy perfectamente capaz de teclear en un smartphone igual o más rápido que una persona más joven. De hecho, me gano la vida en las redes sociales, y tecleo a diario en mi smartphone, desde mensajes de texto a correos electrónicos.
No puedo volver atrás en el tiempo para cambiar mi reacción, pero sí puedo evitar caer en este tipo de comportamiento en el futuro. La próxima vez que alguien más joven dude de mi capacidad de teclear con los pulgares en un smartphone, simplemente sonreiré, le daré las gracias y le diré que yo puedo sola.
Esto no se trata solo de que los demás sepan que soy capaz de ciertas cosas, sino que en su mente se rompa el estereotipo de que personas de una determinada edad no somos capaces de desenvolvernos con soltura. Este tipo de micro-discriminación o micro-agresión ocurre a menudo, y creo que —como nos pilla de sorpresa— nos cuesta reaccionar.
En el estudio de yoga al que acudo a diario hay alumnos de todas las edades. Los profesores son, salvando uno que tiene 60 años, personas de menos de 40. Varias veces, al final de la clase, han dicho algo del estilo de, “Muévanse despacio, como si tuvieran 80 años”. De inmediato pienso en mi padre, que, a punto de cumplir esa edad, se mueve con gran agilidad. Me parece fuera de lugar la comparación, sobre todo porque algunos de mis compañeros superan los 70 años. Quizás se dieron cuenta de su error, porque ahora dicen, “Muévanse como si estuvieran cubiertos de melaza.” Eso me parece más adecuado.
Esto me hizo recordar que, cuando era más joven y en el autobús ofrecía mi asiento a una persona mayor, me sorprendía cuando rechazaban mi oferta con evidente disgusto. Ahora me doy cuenta de por qué podía resultar ofensivo lo que en principio es un gesto de respeto. Si una persona más joven que yo me cediera el asiento en un transporte público por el hecho de tener más arrugas o el pelo gris, tampoco me gustaría. Sería otra cosa si llevara bastón o muletas y realmente tuviera dificultad para estar de pie.
No hace falta ser grosero con quienes nos etiquetan de “demasiado mayores” para hacer determinadas cosas. Sin embargo, sí es una gran oportunidad de contribuir a cambiar el concepto que hay de las personas de nuestra edad.
Comparto contigo a continuación algunas maneras de afrontar un comentario o acción despectiva hacia tu edad.
● Demuestra mediante tus acciones que eres perfectamente capaz de hacer algo, aunque alguien más crea que no. No dejes, como yo, que te quiten el teléfono para ayudarte cuando sabes que te vales sola.
● No permitas que médicos, enfermeras y otros profesionales te traten en función de tu edad, sino de tu condición física. A los 41 años, un médico me dijo que tenía una hernia discal “por la edad”; en realidad, había sido por mover un pesado sofá sin proteger mi espalda.
● Rompe estereotipos. Aprende cosas nuevas y no dejes que nadie te convenza de que estás demasiado mayor para hacer algo nuevo, ya se trate de matricularte en la universidad o, como yo, sacarte el certificado de maestra de yoga. Si quieres hacer algo, hazlo.
● Rodéate de personas de todas las edades. Nada anquilosa más que pasar tiempo solamente con tus congéneres, sobre todo si creen que a partir de una cierta edad solo hay declive.
● Mantente activa físicamente. El deporte ayuda no sólo a mantenerte en forma, sino también a mejorar la salud y el equilibrio mental y emocional. No me canso de repetir que, de no ser por el deporte, no me encontraría tan bien. Confío en seguir así durante muchos años más.
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