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La pérdida de la audición es la epidemia silenciosa en crecimiento en Estados Unidos.
In English | La pérdida de la audición es la epidemia silenciosa de Estados Unidos. Puede tener un impacto más negativo en la calidad de vida que la obesidad, la diabetes, los derrames cerebrales o hasta el cáncer. Sin embargo, según una encuesta realizada por AARP, más personas informan haberse sometido a colonoscopías que a exámenes de audición.
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La pérdida de la audición está relacionada con un mayor riesgo de demencia, caídas y depresión. También es un factor grave que contribuye al aislamiento social y la soledad, y se ha relacionado con un menor rendimiento laboral y salarios más bajos.
¿Por qué se muestran las personas tan reacias a someterse a exámenes de audición o tratar trastornos auditivos? Porque a diferencia de muchas enfermedades graves con el potencial de ser fatales, la pérdida auditiva lleva el estigma de la vejez. Es cierto que la audición disminuye con la edad. Casi el 30% de las personas en sus 50 años padecen de pérdida auditiva. Para aquellas en sus 60 años, es el 45%. Y para aquellas en sus 70 años, más de dos tercios padecen de una pérdida auditiva significativa.
Pero esto no solo afecta a los adultos mayores. La Organización Mundial de la Salud estima que 1,100 millones (1.1 billion) de adolescentes y adultos jóvenes están en riesgo de pérdida auditiva. Y esa cifra está aumentando. Los boomers tuvieron sus conciertos de rock, y los de la generación del milenio tienen sus miniauriculares. Así que el impacto de los daños a la audición probablemente aumentará.
Debido al estigma de la pérdida auditiva, el adulto mayor promedio espera entre siete y diez años antes de obtener un dispositivo para la audición. Es más, solo del 20 al 30% de todos los adultos que podrían beneficiarse de una solución para la audición la obtienen. Esto solo empeora el problema porque mientras más tiempo pasan estas personas con pérdida auditiva sin tratarse, mayor es el riesgo al cerebro de perder la capacidad de traducir el sonido de alguien que habla a palabras que se entiendan.
Felizmente, la pérdida de la audición es un problema de salud que tiene solución. Cuando Medicare se aprobó en 1965, se suponía que la pérdida auditiva formaba una parte inevitable del proceso del envejecimiento, por lo que los audífonos y los servicios asociados con ellos se excluyeron de la cobertura. Esto es muy difícil de cambiar legislativamente. Pero las National Academies of Sciences, Engineering and Medicine han recomendado cambios reguladores para que las soluciones para la audición se vuelvan más accesibles y costeables, y el PCAST (Consejo presidencial de asesores sobre ciencia y tecnología) hizo propuestas similares en el 2015. El año pasado el Congreso de EE.UU. aprobó legislación que requiere que la Administración de Alimentos y Medicamentos regule los audífonos de venta libre dentro de tres años.
También hemos visto en los últimos años un rápido crecimiento y un mayor interés entre las empresas de artículos electrónicos para el consumidor (desde las pequeñas empresas hasta las gigantes globales como Apple, Samsung y Bose) en el desarrollo de dispositivos que se adapten a una gran variedad de trastornos de la audición y una variedad de preferencias según el estilo de vida.
En AARP, como parte de nuestro esfuerzo para transformar el envejecimiento, trabajamos para ponerle fin al estigma relacionado con la edad de la pérdida auditiva y el uso de audífonos y otros dispositivos. Luchamos por un mejor acceso y una cobertura más asequible de las pruebas y los dispositivos para la audición. Colaboramos con compañías para impulsar soluciones innovadoras para la audición, y estamos difundiendo información, guías y otras herramientas a los consumidores para ayudar a crear consciencia sobre este tema tan grave y ayudarlos a navegar por los adelantos en la tecnología y sus conocimientos sobre cómo la pérdida auditiva afecta sus vidas.
Al abordar los problemas asociados con la pérdida auditiva, individualmente y como sociedad, tenemos tanto que ganar: mejores conexiones sociales, una mejor salud y una mejor vida. Pongámosle fin a la epidemia silente de Estados Unidos.
Jo Ann Jenkins es la directora ejecutiva de AARP.