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¿Cómo combatir la creciente epidemia de hambre entre adultos mayores?

Iniciativa de alcance mundial y programas sociales prometen salvaguardar la nutrición de quienes viven en escasez.

Una persona sirve sopa en un plato blanco

ShotShare/iStock

Debido al alto costo de vida en algunos estados de EE.UU., ha aumentado el número de adultos mayores que recurren a bancos de comidas, comedores comunitarios y organizaciones sin fines de lucro.

Cuando se piensa en gente que está pasando hambre o inanición, nos vienen a la mente imágenes de niños y adultos viviendo en pobreza absoluta en países lejanos o en desarrollo, no en alguien cerca de casa, ni en adultos mayores que viven en países pujantes y desarrollados. Pero la realidad es otra. Aunque la mayoría de los 820 millones de personas que sufre de hambre o malnutrición a escala mundial vive en países subdesarrollados, la epidemia del hambre existe hasta en las naciones más ricas del mundo.

En Estados Unidos, más de 40 millones de personas —casi el 13% de la población total— sufren de hambre o viven con una grave inseguridad alimenticia o marginal; es decir, no tienen suficiente dinero para comprar comida. Los más afectados tienden a ser los más vulnerables, entre estos, unos 15 millones de personas de edad avanzada.


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“La inseguridad alimenticia es más del doble de frecuente entre adultos mayores hispanos en comparación con adultos mayores blancos”, indica Erin McDonald, vicepresidenta de Investigación de Feeding America, organización benéfica que ayuda a alimentar a 46 millones de personas a través de despensas de alimentos, comedores populares, y agencias comunitarias. “La falta de sistemas de apoyo social y el costo de los alimentos en un ingreso fijo afecta la capacidad de adultos mayores de acceder a recursos alimentarios adecuados”.

Flor Morales, coordinadora de adultos mayores para la organización Abriendo Puertas en Miami, ha visto la necesidad de primera mano.

“Teníamos un programa muy bueno de distribución de alimentos, los cuales enviábamos a de 400 a 500 familias por mes”, recuerda Morales. “Comenzaban a distribuir a las 9 de la mañana, y desde las 5 había gente haciendo turno para la comida. No era mucho lo que estábamos dando, pero para ellos era muy beneficioso”.

Por falta de fondos, Abriendo Puertas tuvo que cerrar el programa, pero, según Morales, la necesidad de asistencia alimenticia continúa.

Contraste de hambre con desperdicio de comida

Más de 1.3 mil millones de toneladas de alimentos, producidos cada año para consumo humano, se pudren o se desperdician mundialmente. Esa cantidad podría crear una montaña de 2 millas de anchura y 8 mil pies de altura.

En Estados Unidos, un país de riqueza y abundancia, el 40% de la comida termina en la basura, cuando podría alimentar a 25 millones de personas, casi toda la población de Yemen, que atraviesa una hambruna histórica y donde casi la mitad de habitantes corre peligro de morir de inanición.

El contraste entre el desperdicio de comida y el hambre resalta la ironía de un grave problema que requiere solución. Especialmente, para adultos mayores que enfrentan escasez e incertidumbre cuando se trata de la necesidad más básica: alimentación. Según estudios, el número de adultos mayores con inseguridad alimenticia aumentará 50% para el 2025. Esto puede provocar serios problemas de salud en personas mayores de 60 años, lo cual aumenta el riesgo de enfermedades crónicas, como el asma, la depresión y los problemas cardíacos.

Impacto de insuficiencia financiera tras la jubilación

La pobreza entre la población adulta mayor está aumentando rápidamente, con la generación de los baby boomers jubiliándose en un promedio de 10,000 personas por día. Además, esta población enfrenta altos costos médicos ante una expectativa de vida más larga. Gran parte del problema, particularmente para latinos mayores, es la insuficiencia financiera después de jubilarse.

“Solo el 29.7% participa en planes de jubilación en el trabajo [como 401K], aunque tengan acceso a este tipo de planes”, dice la Dra. Maya Rockeymoore Cummings, experta en análisis e investigación de políticas públicas. Rockeymoore Cummings atribuye la “crisis de jubilación” a la inequidad salarial de latinos, a raíz de trabajos con ingresos más bajos y la falta de bienes y ahorros.

“En la comunidad latina, es un porcentaje menor de personas que aseguran la vejez”, afirma Morales. “Viven el día a día. Lo que ganan mensualmente [sea sus ingresos, subsidios o cheque del seguro social] lo deben completo y no les sobra para más adelante”.

El chef italiano Massimo Bottura, trabaja en su proyecto Food for Soul.

Silvia Izquierdo/AP

El chef italiano Massimo Bottura, trabaja en su proyecto Food for Soul.

Comida para combatir el hambre y salvar al planeta

El desperdicio de comida produce una reacción en cadena que también impacta el medioambiente. Por ejemplo, los alimentos que no se consumen se pudren en basurales, produciendo emisiones de metano, un potente gas extremadamente perjudicial para el medioambiente.

Activistas, voluntarios, gobiernos y negocios están probando y explorando ideas innovadoras para rescatar alimentos, combatir el hambre y salvar el planeta. La iniciativa del chef italiano Massimo Bottura, el proyecto global Food for Soul, es un buen ejemplo. A través de su iniciativa, Bottura habilita refettorios o comedores sociales donde una vez por semana —en espacios comunitarios ya existentes— sirve creaciones culinarias que elabora con excedentes de comida y alimentos donados por mercados locales que se hubieran descartado por estar ligeramente dañados o cerca de su fecha de vencimiento. Bottura abrió el primer refettorio en Italia, ampliando a Río de Janeiro, Londres, París. Tiene planes replicar el modelo en Estados Unidos.

Entre los diversos esfuerzos para combatir el problema en Estados Unidos, estudiantes universitarios crearon la organización nacional Food Recovery Network para recuperar alimentos perecederos en planteles universitarios. En Boston, se abrió Daily Table, una tienda de comestibles sin fines de lucro que vende excedentes y alimentos ligeramente caducados. Asociaciones de productores de comestibles, supermercados y restaurantes del país forjaron la Food Waste Reduction Alliance, y en San Francisco, cooperativas comunitarias como Food Shift están trabajando para encontrar soluciones que reduzcan el desperdicio de alimentos y el hambre.

Dónde acudir en busca de asistencia alimenticia

Debido al alto costo de vida, especialmente en estados como Nueva York y California, ha aumentado el número de adultos mayores que recurren a bancos de comidas, comedores comunitarios y organizaciones sin fines de lucro, como Feeding America, para alimentación y otros servicios.  

Estos son algunos programas de asistencia alimenticia para adultos mayores:

  • The Food Finders Senior Grocery Program (en inglés): este programa de comestibles proporciona alimentos frescos a personas mayores de bajos ingresos que corren el riesgo de pasar hambre. Estos alimentos pueden prepararse y consumirse fácilmente en el hogar.
  • Meals on Wheels (en inglés): programa de alimentos a domicilio para adultos mayores de bajos recursos, que generalmente tienen incapacidad física que los impide comprar o preparar sus alimentos.
  • SNAP es el Programa Suplementario de Asistencia Nutricional: se trata de un programa mensual de asistencia financiera para comestibles que se otorga a personas mayores de bajos recursos. Se conoce también como cupones para alimentos.
  • Bancos de alimentos: hay sitios manejados por organizaciones sin fines de lucro que distribuyen alimentos a quienes tienen dificultades para comprar comida y están pasando hambre.
  • Comedores de beneficencia: sitios donde se ofrece comida gratuita a personas de bajos recursos que están pasando hambre. Generalmente, están atendidos por iglesias u organizaciones comunitarias alrededor del país.