¿Se queda la cuidadora con el dinero?
Emite el veredicto en un caso en el que están en juego millones de dólares.
¿Una cuidadora amorosa o una interesada?
La situación: en el 2013, Frank A. (los nombres se cambiaron para mantener la confidencialidad), antiguo tramoyista, murió a los 92 años. En su testamento, que redactó dos años antes, creó un fideicomiso para las necesidades especiales de su hijo, Robbie, que estaba en un hogar de ancianos después de haber sufrido un derrame cerebral. Robbie murió al poco tiempo después de su padre y el resto de su herencia (casi $4 millones) se la dejó a los primos segundos de Frank en su testamento. Sin embargo, en el momento de la muerte de Robbie, sus primos se “sorprendieron” al enterarse de un regalo que Frank le hizo a Jane B., una amiga de la familia, en forma de certificados de acciones sin firmar avaluados en más de $2 millones. Según Jane, Frank la llamó a su casa una tarde en el 2012 y le entregó un sobre diciéndole “quiero que tengas esto”. Jane, que conocía a Frank y a Robbie desde que era niña (en algún momento Frank había ofrecido adoptar a Jane), guardó el sobre. Después de que murió Frank, ella le informó al abogado a cargo de la sucesión sobre los certificados y se transfirieron a su nombre.
El caso: los primos de Frank interpusieron una demanda ante el tribunal de sucesión sobre la base de “enriquecimiento injusto e influencia indebida” por parte de Jane, que dio como resultado el regalo. Los primos alegaron fraude, engaño y declaraciones falsas. En su defensa, Jane testificó que se volvió amiga de Frank y Robbie cuando tenía siete años y que habían seguido siendo amigos desde entonces, incluso había hecho varios viajes de larga distancia para cuidarlos cuando se estaban acercando al final de la vida. Los primos argumentaron que Frank, un inversionista sofisticado, no había mencionado el regalo ni a Jane en su testamento. El equipo de Jane respondió que a ella le regalaron las acciones de forma voluntaria, y que estas no tenían relación alguna con el testamento.
Jane
Los primos plantearon un caso convincente, alegando que no hubo una entrega válida de las acciones a Jane (¿por qué Frank no le había mencionado esto a su corredor o a su abogado, por ejemplo?) y que un inversionista experimentado, como Frank, hubiera sido más astuto en cuanto a esta transferencia. Pero el juzgado concluyó que Frank le dio el regalo intencionalmente a Jane como agradecimiento por su amistad y ayuda a la familia (lo que corroboraron los testigos). El caso también reveló que Jane no era financieramente sofisticada y que nunca había abierto el sobre hasta que murió Frank. Con la decisión favorable del juzgado, logró quedarse con las acciones y con su dignidad.
La lección: “cuando se trata de ceder activos, incluso en casos de herencias pequeñas, pon las cosas por escrito lo más claramente posible y asegúrate de que se conozcan tus deseos expresamente para reducir las probabilidades de malentendidos y conflictos después de que uno muera”, dice Richard Miller, el abogado de Jane. “La comunicación no eliminará el riesgo de disputas, pero aumentará considerablemente las probabilidades de que se cumpla tu voluntad”.