¿Qué está pasando con los antibióticos?
Se necesitan con urgencia nuevos medicamentos para luchar contra la amenaza creciente de las bacterias superresistentes, pero hay pocos en proceso de producción. ¿Qué está sucediendo?
In English | En una época en la que nuevos y extraordinarios productos farmacéuticos curan algunas de nuestras enfermedades más mortíferas y nos ayudan a vivir vidas más sanas, el mundo en gran parte ha abandonado el desarrollo de algunos de los medicamentos más necesarios de la medicina moderna: los antibióticos.
Entre el momento en el que se descubrió la penicilina en 1928 y la década de 1970, se aprobaron 270 antibióticos —un sólido arsenal de medicamentos poderosos que mantuvieron a raya casi todas las infecciones bacterianas—. Pero desde entonces, las investigaciones sobre nuevos antibióticos han disminuido de manera drástica. “El último grupo de antibióticos verdaderamente nuevos que se aprobó fue descubierto hace más de 30 años”, dice la microbióloga Carolyn Shore, funcionaria del Proyecto sobre la Resistencia a los Antibióticos de Pew Charitable Trusts. En la actualidad, solo cinco de las cincuenta principales empresas farmacéuticas grandes están desarrollando nuevos antibióticos.
No podría haber sucedido en un momento peor, pues están aumentando las bacterias superresistentes de pesadilla, que resisten los efectos de casi todos los antibióticos. Este año, por lo menos, dos millones de personas en Estados Unidos contraerán infecciones bacterianas con resistencia a los antibióticos, y más de 23,000 fallecerán.
Los peligros son críticos. Muchos de los adelantos médicos que damos por sentado, desde la revascularización quirúrgica y la quimioterapia antineoplásica hasta las rodillas y las caderas ortopédicas, son posibles solo porque los antibióticos pueden tratar las infecciones que pueden presentarse.
“A la larga, tal vez ni siquiera podamos realizar intervenciones quirúrgicas rutinarias tales como las prótesis articulares, porque los riesgos de contraer infecciones con resistencia a los antibióticos serán demasiado peligrosos”, advierte la Dra. Helen Boucher, directora del programa de subespecialización en enfermedades infecciosas en el Tufts Medical Center.
Durante más de una década, médicos, investigadores y hasta especialistas de empresas farmacéuticas han advertido sobre el peligro. Al mismo tiempo, la reserva de antibióticos eficaces se ha utilizado de manera indebida e irresponsable —se han recetado para enfermedades que no tratan y usado en grandes cantidades en la agricultura para promover el crecimiento de los animales—, lo cual ha estimulado el aumento de los organismos resistentes. Hay iniciativas en marcha para desarrollar nuevos medicamentos, pero recuperar la ventaja podría tardar años.
El abandono de la investigación y el desarrollo de antibióticos
¿Cómo ha sucedido esto? Es fácil culpar a los laboratorios farmacéuticos. Y es verdad que la mayoría de estas empresas han reducido o eliminado la investigación y el desarrollo (I+D) de antibióticos. Pero hay un motivo: por años, investigar y desarrollar nuevos antibióticos ha sido llevar las de perder.
Para comenzar, descubrir nuevos antibióticos es un reto cada vez mayor, dice David Payne, vicepresidente de la Unidad de Desempeño para Descubrir Antibióticos en GlaxoSmithKline, la cual todavía realiza I+D de antibióticos. Entre 1995 y el 2001, con pruebas avanzadas, GlaxoSmithKline analizó 70 nuevos objetivos para antibióticos. Cada estudio cuesta unos $1.6 millones, dice. Cerca de un 7% dieron resultados prometedores, pero a la larga todos esos fallaron durante ensayos de la vida real. “Uno de los retos relacionados con los antibióticos es que la dosis tiene que ser muy alta, porque el trabajo de un antibiótico es matar bacterias que pueden multiplicarse con rapidez, duplicándose cada 20 minutos”, explica Payne. “Esas dosis altas significan que muchos compuestos prometedores no son inocuos o no se pueden tolerar”.
La inocuidad es un problema para todos los antibióticos, en particular para los que se usan como último recurso para tratar infecciones resistentes. “Estos son medicamentos que tienen que ser inocuos para pacientes que ya están muy enfermos”, dice Eliav Barr, vicepresidente de investigación clínica sobre enfermedades infecciosas en Merck Research Laboratories.
5 cosas que puedes hacer
1. Lávate las manos con frecuencia. Es una de las mejores maneras de prevenir la propagación de enfermedades infecciosas.
2. No supongas que necesitas un antibiótico. Los virus que causan muchas enfermedades no pueden tratarse con antibióticos.
3. Siempre tómate los antibióticos tal como se indica. No terminar de tomar un medicamento recetado puede generar resistencia a los antibióticos.
4. Nunca tomes antibióticos que no te hayan recetado. Los antibióticos deben corresponder a infecciones bacterianas específicas.
5. Selecciona alimentos que provienen de animales criados sin antibióticos. Apoya la eliminación de los antibióticos innecesarios de la agricultura.
Retos como estos se pueden superar con iniciativas de I+D sumamente costosas. Pero hay pocos incentivos para que los laboratorios farmacéuticos corran el riesgo. “Dados los costos altos de I+D, es mucho más probable que los fabricantes de medicamentos pierdan dinero en un nuevo antibiótico en vez de ganarlo”, dice Erik Gordon, un economista de la University of Michigan que se especializa en la industria farmacéutica. Según un análisis reciente, un nuevo antibiótico podría valer unos $100 millones; un nuevo medicamento para tratar una enfermedad como la artritis podría valer $1,000 millones ($1 billion) o más.
“Por años ha habido un desfase entre la cada vez mayor gravedad de la resistencia a los antibióticos y los incentivos y recompensas para abordarla”, dice Barr.
La amenaza creciente de las bacterias superresistentes
Como todos los seres vivos, las bacterias evolucionan de manera constante para sobrevivir. Al toparse con un nuevo antibiótico, encuentran con rapidez formas de evadirlo. Algunas han creado paredes bacterianas que no permiten que entren los antibióticos. Otras rechazan los antibióticos cuando entran, y hay incluso bacterias que han logrado desactivar los antibióticos.
La penicilina, el primer “medicamento milagroso”, empezó a usarse de manera generalizada en la década de 1940, pero en menos de diez años, empezaron a propagarse organismos con resistencia a la penicilina. Para tratarlos, los investigadores desarrollaron nuevos antibióticos, entre ellos la meticilina, a principios de la década de 1960. Dentro de un plazo de pocos años, comenzaron a aparecer las bacterias con resistencia a la meticilina, como Staphylococcus aureus resistente a la meticilina (SARM). En la actualidad, las bacterias resistentes a la meticilina representan una amenaza mundial.
Uno de los antibióticos más poderosos, que se usa con moderación como último recurso, es la colistina. En noviembre del 2015, unos especialistas separaron bacterias que portaban un solo gen que las hacía resistentes a la colistina. Las bacterias se encontraron en cerdos, y también en algunos seres humanos. En abril, el mismo gen apareció en bacterias en Estados Unidos. “Y ahora comenzamos a recibir informes sobre bacterias que son resistentes a casi todos los antibióticos que tenemos”, dice Jean Patel de los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades.
Prolifera el consumo excesivo de antibióticos
Si bien es inevitable que aparezca una resistencia a los antibióticos, hay muchas maneras de entorpecerla. Pero el consumo excesivo y el uso indebido de los antibióticos a menudo impiden ese objetivo.
Los antibióticos a menudo se recetan cuando no son adecuados, con mucha frecuencia para virosis tales como resfriados y gripe. Algunos estudios sugieren que hasta un tercio de todos los antibióticos que se les recetan a pacientes no hospitalizados en Estados Unidos son innecesarios. Incluso cuando los antibióticos se recetan de manera oportuna, a menudo no se toman tal como se indica. “Cuando los pacientes dejan de tomar un antibiótico de manera prematura, puede que queden organismos resistentes”, dice Shore.
Según los expertos, también es problemático el uso generalizado de antibióticos en la agricultura. Cerca del 80% de los antibióticos que se venden en Estados Unidos se usan en animales criados para fines alimentarios. Esto crea una incubadora enorme para que las bacterias desarrollen resistencia.
El gobierno interviene
En vista de la creciente preocupación, hay nuevas iniciativas en marcha para reavivar la I+D de antibióticos y proteger los antibióticos que tenemos ahora. En el 2012, el Gobierno federal aprobó una regla que amplía la exclusividad de mercado a nuevos antibióticos; decenas de nuevos medicamentos se están desarrollando bajo ese programa. La Infectious Diseases Society of America ha pedido que la Administración de Alimentos y Medicamentos implemente un nuevo proceso de aprobación para los antibióticos que se usan como último recurso. Esto permitiría pruebas más rápidas de inocuidad y eficacia para medicamentos que se les darán a pacientes con infecciones multirresistentes a medicamentos.
A principios de este año, la administración de Obama destinó $1,100 millones ($1.1 billion) para luchar contra las bacterias resistentes, un reconocimiento de la gravedad de esta amenaza. En agosto, se anunció una iniciativa conjunta de $350 millones entre Estados Unidos y el Reino Unido para financiar los tipos de investigación básica que las empresas farmacéuticas principales han abandonado en gran parte. Y en septiembre, los Institutos Nacionales de la Salud anunciaron $20 millones en premios para investigadores que desarrollen pruebas para identificar con rapidez cuáles infecciones reaccionarán a los antibióticos.
También es crucial proteger los antibióticos que ya tenemos. Hay una presión creciente para limitar o incluso prohibir el uso de antibióticos en la agricultura. McDonald’s hace poco anunció que dejó de usar pollos criados con antibióticos, siguiendo el ejemplo de varios otros gigantes de comida rápida.
Algunos especialistas en atención de salud también laboran para limitar el uso inadecuado de antibióticos. Cuando los médicos en el Vibra Hospital of Northern California notaron un aumento constante en los casos de infecciones bacterianas causadas por Clostridium difficile que eran difíciles de tratar, crearon un equipo para analizar cómo se usaban los antibióticos. Durante su primer mes, el equipo descubrió que a los 93 pacientes que recibían antibióticos se les tuvieron que ajustar o eliminar estos medicamentos. Con el pasar del tiempo, las infecciones han disminuido un 60%.
“Creo que todos por fin están empezando a reconocer la gravedad de la amenaza de las bacterias con resistencia a los antibióticos”, dice Boucher. “Todo lo que hagamos para desarrollar nuevos medicamentos y proteger los que tenemos es motivo de optimismo”.
Peter Jaret es un escritor especializado en salud radicado en California.
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