Vida Sana
Cuando Carole Porter* comenzó a padecer de osteoartritis en las rodillas a los casi 60 años, empezó a inyectarse gel de ácido hialurónico (AH) cada seis meses. Durante los diez años siguientes, dice Porter, sus rodillas estuvieron bien, hasta que un día las inyecciones dejaron de surtir efecto. "No podía caminar 30 metros sin sentir un dolor terrible", dice la ejecutiva neoyorquina, que ahora tiene 76 años. El alivio permanente llegó en última instancia mediante una prótesis de rodilla.
Para el arquitecto de Los Ángeles Steven Ehrlich, de 77 años, cada año aproximadamente, una inyección de plasma rico en plaquetas (PRP) en su rodilla izquierda artrítica le proporciona cierto alivio, suficiente para seguir con un estilo de vida activo de golf, tenis de mesa y heliesquí. Aunque Ehrlich tiene osteoartritis moderada, está relativamente libre de dolor.
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Kathy Cope tuvo una experiencia muy diferente. Tras padecer osteoartritis en las rodillas durante 20 años, probó las inyecciones de AH en el 2022. Después de aplicárselas durante dos meses, las inyecciones no tuvieron ningún efecto. Cope, jubilada de 76 años que divide su tiempo entre Nueva York y Florida, no tardó en optar por la prótesis de rodilla.
Aproximadamente una de cada siete personas diagnosticadas de osteoartritis de rodilla recibirá algún tipo de inyección para tratar los dolorosos, y a veces debilitantes, síntomas de la enfermedad. Sin embargo, los estudios realizados en los últimos años han demostrado que la mayoría de estas inyecciones apenas contribuyen a mejorar la osteoartritis de rodilla y solo son ligeramente más eficaces que un placebo.
"Son seguras, con mínimas desventajas; pueden ser útiles, y no tenemos muchas otras opciones mejores", afirma el Dr. Scott Rodeo, codirector del Programa de Investigación de Tejidos Blandos Ortopédicos de la Facultad de Medicina Weill en la Universidad de Cornell de Nueva York. Pero las organizaciones médicas se han retraído en su apoyo a las inyecciones de rodilla.
En sus directrices del 2021, la Asociación Americana de Cirujanos Ortopédicos (AAOS) "recomendaba condicionalmente" el uso de un tipo de inyección —los corticosteroides— y desaconsejaba las inyecciones de AH. Otros dos tipos —las inyecciones de PRP y de células madre— no están plenamente aprobadas por la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA) y las compañías de seguros las consideran experimentales.
Para ayudarte a adentrarte (hasta las rodillas) en el confuso mundo de las inyecciones, aquí tienes un resumen de los tipos de inyecciones más comunes y lo que dicen los expertos sobre ellas.
Corticosteroides
¿En qué consisten? Tras la pérdida de peso, el ejercicio y los antiinflamatorios, los corticosteroides suelen ser la siguiente opción para tratar el dolor de rodilla. Las inyecciones de corticosteroides son una combinación del esteroide cortisona y un agente anestésico que se inyecta en la rodilla para obtener un alivio rápido y temporal durante un brote.
¿Funcionan? Sí. Se consideran el extintor de las inyecciones de rodilla; suelen empezar a actuar en 48 horas para reducir el dolor y la inflamación alrededor de la articulación de la rodilla. Los estudios demuestran que los corticosteroides pueden proporcionar un alivio eficaz a corto plazo, aunque algunas personas informan de su éxito durante un periodo más largo.
"He tenido pacientes que recibían inyecciones en las rodillas cada tres meses durante varios años", dice la Dra. Cara Cipriano, profesora adjunta de Reconstrucción para Adultos en la Facultad de Medicina Perelman de la Universidad de Pensilvania. "Otros consideran que, con el tiempo, los efectos desaparecen. En estas situaciones, pasamos a otros tratamientos".
Lo que conviene saber: Los corticosteroides suelen administrarse hasta cuatro veces al año. Aunque son relativamente seguros y eficaces, su uso excesivo puede contribuir a un mayor deterioro del cartílago de la rodilla. Las personas con diabetes u otras afecciones metabólicas deben tener en cuenta que pueden aumentar los niveles de azúcar en sangre. Las inyecciones de corticosteroides están cubiertas por la Parte B de Medicare y otros planes de seguro.
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