De milagros y de ángeles
Más de 8 en cada 10 latinos creen en milagros, ángeles y curas divinas.
In English | El aroma a rosas era tan fuerte que traspasaba la pared del patio trasero y llegaba al vecindario. Pero no había rosas en el patio de Estela Ruiz; ni siquiera, en un florero de su modesto hogar, en Phoenix. Aun así, Ruiz dice que ella y los cientos de personas reunidas a su alrededor sabían que el dulce aroma significaba que la Virgen María estaba cerca y lista para compartir más mensajes con ella y con el mundo.
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En diciembre de este año se cumple el 23º aniversario de lo que Ruiz dice fue la primera vez que se le apareció la Virgen. Ruiz, abuela y educadora, atravesaba una crisis familiar cuando sucedió lo que ella considera un milagro.
Ruiz es parte del 86% de los estadounidenses hispanos mayores de 45 años que dicen creer en milagros y del 56% que asegura haber presenciado uno, de acuerdo con un estudio exclusivo de AARP sobre milagros, ángeles y curas divinas realizado en el 2008. Eso contrasta con el 80% y el 35%, respectivamente, verificado entre los blancos no hispanos que expresan lo mismo.
Los porcentajes no sorprenden a Ruiz. "Cuanto más vive uno, más puede ver. Creo que Dios hace milagros para que podamos crecer y acercarnos más a Él. Dios nos muestra muchas cosas hermosas y acerca de Él, así que no me sorprende para nada".
Pero el reverendo Tony Sotelo, un sacerdote católico jubilado de 76 años, de Phoenix, se pregunta por qué no son mucho mayores los porcentajes de hispanos que creen en milagros. “Los milagros ocurren no sólo en el exterior, sino dentro de las personas —asegura—. Es algo que, a veces, sólo ve el sacerdote; algo que no puede explicarse de ninguna otra manera”.
Sotelo habla con facilidad y, a la vez, con asombro sobre los milagros que él ha presenciado, desde conducir directamente a la casa de una mujer en silla de ruedas que estaba muriendo —sólo con el nombre del pueblo dónde vivía— hasta ver a una joven feligresa caminar otra vez, luego de que le diagnosticaran una parálisis permanente. “Corrió hasta mí y la gente comenzó a llorar —cuenta acerca de la muchacha por quien los feligreses habían rezado cada domingo—. Les había dicho que si íbamos a rezar, teníamos que hacerlo muy seriamente”.
La encuesta de AARP también halló que más de 6 de cada 10 hispanos creen que algunas personas tienen más posibilidades de que se obre sobre ellas un milagro o cura divina. Cerca de 4 de cada 10 blancos no hispanos creen lo mismo.
Sin embargo, Sotelo piensa que “nadie es verdaderamente digno de ello; depende de Dios. Puede que —continúa Sotelo— una persona que para nosotros no es digna, lo sea para Dios. Dios ve el corazón; el hombre, el exterior. Eso es del Libro de los Reyes”.
Lo que Martiliano Gonell vio fue una luz azul, clara, que apareció sobre él y, durante cinco años, iluminó su camino cada vez que se encontró solo en la oscuridad. Apareció por primera vez cuando tenía 12 años y vivía en una zona rural de su República Dominicana natal. “Podía ver las vacas y todos los animales”, recuerda Gonell, que ahora tiene 45 años y vive en Yonkers, Nueva York. La única explicación verosímil para él es que fue un milagro.
La oriunda de México Aurora Porras afirma que ella también ha presenciado milagros, incluyendo la desaparición, de un día para el otro, de un tumor que crecía rápidamente en su, entonces, pequeña prima. Por ser aún un bebé tan pequeño, los médicos no podían operarla, y predijeron que el tumor rojo cubriría uno de sus ojos y le quitaría la vista.
Porras, que ahora tiene 45 años y vive en Dalton, Georgia, atribuye el milagro a Dios y a la Virgen de Guadalupe, que escucharon las fervientes oraciones de la familia. “Se llama Lisette Guadalupe, en señal de nuestra gratitud hacia la Virgen”, dice, refiriéndose a su prima, que ya tiene 24 años y no presenta rastros del tumor.
“Los ángeles nos cuidan”
Según el estudio de AARP, muchos latinos —incluida Porras— creen que los ángeles existen y desempeñan un papel importante en su vida. Entre los hispanos encuestados, el 84% cree en los ángeles y, de esa cifra, la mitad cree que sus familiares fallecidos son ángeles u obran como ángeles de la guarda en su vida. Entre los blancos no hispanos, los porcentajes son, respectivamente, 75% y 40%. “Tengo un pequeño ángel que es, en parte, mío —dice Porras acerca del bebé que perdió antes de nacer—. Creo que los ángeles nos cuidan”.
"Creo que los ángeles han pasado a formar parte de la cultura popular, independientemente de la religión"— dice Rob Reynolds, profesor adjunto de Sociología en Weber State University, en Ogden, Utah—. No obstante, señala que la edad pareciera tener un papel importante en la creencia de ángeles y milagros.
Según el estudio de AARP, se observan algunas diferencias importantes entre los boomers —que tienen entre 55 y 64 años de edad— y otros grupos etarios: si bien casi 9 de cada 10 boomers encuestados creen en los ángeles o ángeles de la guarda, sólo 5 de cada 10 de las personas de entre 45 y 54 creen en ellos.
Y a la hora de creer en los milagros, tanto el grupo de los más jóvenes como el de los boomers superan al de los mayores de 65 años, con el 88%, el 90% y el 80%, respectivamente. Reynolds no sabe si los porcentajes indican una tendencia ni por qué existen esas diferencias. “Me pregunto si (los dos grupos más jóvenes) han estado más influenciados que el grupo de mayor edad por las tendencias de una sociedad más numerosa, o por la cultura popular”, dijo.
Caminos muy transitados
Reynolds, que ha realizado una exhaustiva investigación sobre peregrinaciones, contaba con que más hispanos hubieran visitado el sitio en el que se hubiese reportado algún milagro o hecho divino. Pese a ello, la diferencia entre latinos y blancos no hispanos fue clara: el 23% contra el 6%.
“Creo que el porcentaje de hispanos sería mayor si uno pudiera dividirlos entre inmigrantes y nacidos en Estados Unidos —señala el sociólogo—. En México, por ejemplo, es algo tremendamente relevante ir a ver a la Virgen de Guadalupe; hay muchas peregrinaciones locales y es común que las parroquias vayan en grupo.” Agrega que también es parte importante de la cultura en muchos otros países latinoamericanos.
Si bien 7 de cada 10 latinos creen que esos lugares son sagrados, sólo unos 4 de cada 10 blancos no hispanos piensan lo mismo; aunque el 48% y el 38%, respectivamente, dicen que viajarían a un lugar sagrado si tuvieran la oportunidad de hacerlo.
Reynolds dice que la menor proporción de blancos no hispanos podría representar a encuestados no católicos que consideran esos viajes como paseos históricos o culturales, en vez de peregrinaciones religiosas. “No existe ninguna razón específica para ir —expresa—. Uno puede estar interesado en una cura física, no espiritual; desear mejorar una relación o encontrar respuesta a una pregunta existencial. ¿Podemos conectarnos más con Dios estando en Israel? Muchos dirían que sí, pese a que ninguna doctrina apoya esa teoría”.
Milagros en el patio
Y mucha gente diría que un lugar sagrado podría encontrarse en cualquier sitio, como el patio trasero de Estela Ruiz. O hasta su sala, donde presenció su primer milagro.
“Éramos una buena familia católica, aunque estábamos más en este mundo que en el Reino de Dios —dice de la época en la que su primera prioridad era obtener la maestría y el doctorado en educación—. Para mí, era: ‘Soy una mujer, escuchen mi rugido’”.
Pero su hijo menor, que entonces tenía 27 años, consumía drogas, y era adicto a ellas desde los 11. Echarlo, darle nuevamente la bienvenida, enviarlo a rehabilitación; nada funcionaba, recuerda. Luego de tener un sueño en el que aparecía la Virgen María, Ruiz dice que comenzó a rezar, no sólo por sus hijos, sino también por ella misma.
Dos meses después de aquel sueño, mientras la familia rezaba ante una imagen de la Virgen en la sala, se produjo la aparición. “Ellos (la Virgen y Dios) vinieron para tocarme con un hermoso instrumento: nuestra maravillosa Madre Bendita —dice Ruiz—. Quería restregarme los ojos, pero no me podía ni mover. Estaba como paralizada, y Ella me habló y me dijo: ‘¿No sabes que voy a cuidar a tus hijos?’”.
Dos semanas más tarde, según cuenta, su hijo adicto también sintió la presencia de la Virgen, cayó al piso llorando y, a partir de ese momento, no ha vuelto a consumir drogas. “De un día para el otro, pasó a trabajar para la causa que Dios quería”, apunta su madre.
Desde entonces, miles de personas han visitado el hogar de los Ruiz, aunque, según ella, más importante aún es el hecho de que ella y su familia no sólo han viajado por el mundo con el mensaje de la misericordia de Dios, sino que, con la ayuda de misioneros y de la Iglesia católica, han, literalmente, construido escuelas en su patio trasero y por el mundo, incluyendo España, África, el Reino Unido, India y América Latina.
“Nuestra Madre Bendita me dijo una vez: ‘El más grande milagro no es que me haya aparecido ante ti, sino los corazones que han cambiado alrededor de ti —cuenta Ruiz—. Así que esos son los milagros; los que cambian la vida de las personas”.