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La vida universitaria no es solo para los estudiantes

Una comunidad de jubilados, ubicada en un campus, se abre a oportunidades para aprender y crear vínculos sociales.

Residente mayor de lasell village juega ping pong con un joven

Cortesía Lasell Village

Los residentes de Lasell Village, un centro ubicado en un campus universitario, tienen oportunidades de crear conexiones intergeneracionales.

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Los residentes de Lasell Village, un centro ubicado en un campus universitario, tienen oportunidades de crear vínculos sociales con generaciones más jóvenes.

Como la mayoría de los residentes del campus, Nelly Murstein está ocupada todo el día, casi todos los días.

Va a clase, participa en eventos culturales dentro y fuera del campus, visita con frecuencia la biblioteca para hacer investigaciones o curiosear y hace ejercicio para mantener su cuerpo en forma y su mente ágil.

Lo que diferencia a Murstein y a otros aproximadamente 250 residentes en Lasell University, cerca de Boston, es su edad: tienen entre 50 y 80 años más que el estudiante universitario tradicional.


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Son residentes de Lasell Village, una comunidad para adultos mayores ubicada en el campus de esta universidad que cuenta con 1,500 estudiantes y 500 alumnos de posgrado. Los residentes de Lasell Village disfrutan de los beneficios del vibrante ambiente universitario, al tiempo que tienen acceso al cuidado de la salud y a otros servicios que necesitan las personas mayores.

“Hay tantas cosas fantásticas para hacer; no puedo hacerlas todas”, dice Murstein, de 89 años.

Lasell University es una de las más de 100 instituciones de educación superior que han creado colaboraciones con comunidades de vivienda para adultos mayores. Por lo general, las personas mayores viven junto al campus o cerca de él para tener fácil acceso a las clases que toman como oyentes, participar en eventos culturales y deportivos y ser parte de la actividad de la universidad.

Hay dos características que distinguen a Lasell Village de otros arreglos similares: el centro está ubicado en el campus universitario y sus residentes deben tomar 450 horas de clase por año. Al igual que otras instituciones educativas amigables con las personas mayores, Lasell University diseña clases específicas para grupos intergeneracionales.

“Podemos conocer a otra generación, ver cómo piensan y qué sienten”, dice Murstein, quien hace poco tomó una clase intergeneracional de Filosofía. “Y ellos nos miran a nosotros y ven una clase diferente de personas mayores”.

En otras palabras, ven personas mayores que son activas física, intelectual y socialmente.

“Tenemos la oportunidad de transformar la historia del envejecimiento de una historia de pérdida a una historia de vida”, dice Anne Doyle, presidenta de Lasell Village. “La conexión entre generaciones lo cambia todo. Destruye los estereotipos. Agrega un gran entretenimiento a la vida”.

Residentes de Lasell Village conversan durante la cena

Cortesía de Lasell Village

Nelly Murstein (centro), residente de Lasell Village, toma clases y socializa con regularidad.

Constante aprendizaje y crecimiento

Al deambular por el campus de la universidad, con sus áreas de césped verde y sus calles bordeadas de árboles, los visitantes podrían no notar que allí hay una residencia para adultos mayores. Si bien cuenta con un centro de enfermería y otras comodidades diseñadas para las necesidades de los residentes, la residencia está integrada al campus y sus edificios son similares a los dormitorios estudiantiles cercanos. Murstein dice que le encanta estar a pocos pasos de la biblioteca central de la universidad, a la que acude regularmente para retirar libros para sus clases o por el simple placer de leer.

Tal como los estudiantes universitarios evitan las primeras clases de la mañana, a los residentes de Lasell Village no les gusta levantarse muy temprano. Doyle dice que el centro dejó de programar clases a primera hora porque los residentes socializan y estudian hasta tarde por las noches. A lo largo del día, asisten a clases en las aulas de la universidad o en la misma residencia. Algunas de las clases que se dictan en la residencia son intergeneracionales; otras están diseñadas para los residentes.

Murstein, quien durante su carrera fue profesora de Literatura francesa e italiana en Connecticut College, ha tomado una variedad de cursos desde que ella y su marido se mudaron a Lasell Village en el 2014. Ha estudiado genética, evolución, movimientos sociales y la Biblia.

Bernard, su marido ya fallecido que se había jubilado de una carrera como profesor de Psicología en Connecticut College, era un activo estudiante en Lasell, incluso mientras luchaba contra la enfermedad de Parkinson y una cardiopatía.

Dos días antes de morir el año pasado, cuenta Nelly, Bernard asistió a una clase en línea sobre Chaucer y participó en forma activa en las conversaciones. También estaba corrigiendo un artículo que escribió junto con una de sus tres hijas.

El requisito de que los residentes participen en clases y otras actividades “es parte del ‛adhesivo′ que reúne a la gente”, dice Doyle. “Todos se dan cuenta de que la curiosidad crea una comunidad compasiva y llena de vida”.

Doyle dice que el personal del centro cancela ese requisito para los residentes que no pueden cumplirlo por motivos de salud. 


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Los residentes se mantienen activos en el campus

Los residentes pueden elegir entre numerosas actividades extracurriculares, como clases de ejercicio físico o un club de ukelele, pero las experiencias intergeneracionales probablemente sean las que ofrecen las oportunidades más inusuales.

Además de las relaciones con los estudiantes en clase, el centro residencial es el empleador más grande de estudiantes universitarios, dice Doyle, y ofrece puestos en el comedor y como guardavidas en la piscina. También hay pasantías en mercadotecnia y enfermería.

Para los estudiantes, las pasantías son más que un refuerzo de su currículum. A través de ellas aprenden de personas que tienen experiencia de vida y pueden ofrecerles consejos sobre su carrera profesional o compartir anécdotas que agregan vida al contenido de las clases, dice Kelvyn Perez, gerente adjunto de servicios de comedor en el centro residencial y estudiante de tercer año de Comercio Internacional.

“Me dan consejos que me motivan”, agrega. “Eso no es algo que se encuentre en un libro de textos”.

Lo más importante para cumplir la promesa de ser una universidad amigable con las personas mayores es brindar oportunidades para que las generaciones interactúen de manera informal todos los días, dice Skye Leedahl, profesora adjunta de Envejecimiento y Salud en University of Rhode Island.

Cuando esas conexiones se dan “en forma regular”, conducen a una mejor salud física y mental y a la mejor función cognitiva en la población mayor, dice Leedahl. También contrarrestan el aislamiento social común entre las personas mayores, especialmente entre quienes residen en hogares de ancianos.

Para Murstein, eso significa aprendizaje continuo, nuevas interacciones y un sentimiento de apoyo entre los residentes. En un día ajetreado, luego de hacer una entrevista para este artículo, Murstein salió apresurada para su clase de ejercicio para mejorar el equilibrio. Al final del día, se sentará a cenar junto a sus vecinos y compartirá las historias de todo lo que hizo y aprendió desde que se despertó a la mañana.

La vida en el campus

La Sociedad Gerontológica de Estados Unidos (Gerontological Society of America) ha creado una red global de universidades amigables con los adultos mayores. Las instituciones participantes asumen el compromiso de apoyar a la población mayor (en inglés) en sus campus. A tal fin, se comprometen a:​​

  • alentar a los adultos mayores a participar en clases, programas de investigación y otras actividades;
  • promover el desarrollo personal y profesional para todas las edades;reconocer la variedad de necesidades educativas de los adultos mayores;
  • proveer oportunidades de aprendizaje intergeneracional;
  • aumentar el acceso al aprendizaje en línea, yfacilitar el acceso de los adultos mayores a programas de salud y bienestar.

David J. Hoff es un colaborador que se especializa en historias de vida familiar, salud y educación para publicaciones nacionales. Ha sido redactor y editor de Education Week y sus artículos se han publicado en The Washington Post y Washington City Paper, entre otros.