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Consejos para quienes cuidan a adultos mayores con trastornos de personalidad

Las estrategias incluyen mantener la calma durante los arrebatos y lograr un equilibrio entre la lealtad y los límites.

Ilustración de varias cabezas de personas.

KUBKOO

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“Mi madre tiene un trastorno de personalidad narcisista”, me dijo una de mis clientas de psicoterapia. “Ella no es consciente de mis sentimientos como cuidadora”. “Usted no creería los berrinches que tiene mi madre cuando las cosas no son como ella quiere”, me dijo otra. “Creo que sufre de trastorno límite de la personalidad”. “Mi padre no siente la menor culpa por lastimar los sentimientos de otras personas con su personalidad antisocial”, dijo un tercer paciente.

Me resultó un poco extraño escuchar a personas que no son profesionales clínicos utilizar términos de diagnósticos de salud mental al describir a sus familiares, pero los términos psiquiátricos y psicológicos siempre se han abierto camino hasta formar parte del léxico regular. Treinta años atrás, los clientes de psicoterapia decían que temían ser “codependientes” porque dependían mucho de la aprobación de otros para sentirse bien con respecto a ellos mismos. Diez años atrás, me preguntaban si eran “bipolares” porque reaccionaban a los factores de estrés de la función de cuidador familiar con variaciones en el estado de ánimo. Y ahora, cuando describen a algunas de las personas a quienes cuidan, escucho más referencias a “trastornos de la personalidad”.


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Pero ¿qué es un trastorno de la personalidad? ¿Y cómo puede el cuidador trabajar de la mejor manera posible con un ser querido que sufre este tipo de trastorno? Aquí presento algunas ideas.

Por lo general, un trastorno de la personalidad es un problema de salud mental que dura toda la vida

Para comprender qué es un trastorno de la personalidad, primero debemos entender cómo definen la personalidad los psicólogos: un conjunto estable de características o tendencias que conforman la manera distintiva en que una persona interactúa con otras a lo largo de su vida. Podemos decir que alguien tiene una personalidad hosca cuando siempre se ve algo malhumorado, o que tiene una personalidad alegre cuando por lo general está de buen humor, sonriente y amigable. En alguien con un trastorno de la personalidad, ese conjunto constante de características tiende a generar rechazo e incluso es ofensivo para algunos. No estamos hablando de los cambios de la personalidad que se producen frecuentemente a causa de la demencia. Por el contrario, un trastorno de la personalidad es parte de la manera en que la persona ha interactuado siempre con los demás. La mayoría de las veces, quien sufre este trastorno no se da cuenta de que hay algo en su comportamiento que irrita a los demás. Cuando los demás se molestan o toman distancia, la persona con el trastorno de personalidad no tiene idea del motivo, y con frecuencia se siente victimizada y abandonada.

Centrados en sí mismos y enojados

¿Qué papel juegan los trastornos de la personalidad en el entorno del cuidado familiar? Imagina un padre entrado en edad que siempre actuó como si fuera el centro del universo y ahora parece incapaz de comprender o aceptar los sacrificios que están haciendo por él sus hijos adultos que lo cuidan. Cuanto más hacen por él sus hijos, parecería sentirse con mayor derecho a exigirles que hagan más, independientemente de cómo pueda interferir eso con sus vidas. Cuando los hijos tratan de establecer límites para lo que pueden hacer, el padre reacciona con furia. Durante toda la vida, este padre fue un narcisista a quien los hijos toleraron y complacieron. Ahora, cuando el narcisismo se acentúa en los años de declinación, los hijos resienten las muchas demandas del padre y lo evitan tanto como pueden.

Sin embargo, evitar al ser querido es un lujo que no pueden darse muchos cuidadores. Motivados por la fidelidad a sus propios valores de cuidar de las personas vulnerables, están comprometidos a continuar participando en el cuidado de un ser querido a quien consideran odioso. De todos modos, hay algunas estrategias generales que pueden ayudar.

  • Anticipa que una persona perennemente difícil será difícil también durante los años en que necesite cuidados. Estas personas pueden resistirse a toda ayuda o insistir en que necesitan más. Es posible que nunca den las gracias. Su comportamiento, con frecuencia provocador, será más fácil de tolerar si el cuidador lo espera y está preparado.
  • Responde a su exhibición de emociones intensas con calma imperturbable. Habla más suavemente, no en tono más alto. Repite las inquietudes que acaba de expresar para demostrarle que has escuchado su mensaje. Esto por sí solo a menudo ayuda a que el ser querido se calme.
  • Equilibra la lealtad con los límites. Dile que estarás allí para él, pero luego define qué es lo que puedes y estás dispuesto a hacer. Si tu ser querido insiste o se pone de mal humor, mantén tu posición con actitud calmada. Ceder ante el enojo no hará más que alentarlo a utilizar esa táctica de nuevo para controlarte a ti y controlar la situación.
  • Nunca pierdas la compasión. Las personas con trastornos de la personalidad con frecuencia no son felices. Incluso cuando descargan sus frustraciones en otros, nunca debes perder de vista su sufrimiento. Empatiza con su sufrimiento y ayúdalas dentro de los límites que tú establezcas, sin aceptar sufrir tú.