Cáncer de próstata: Ante la incertidumbre del diagnóstico
Y a la espera de tratamientos personalizados.
La última vez que me hicieron el examen médico anual, aparte de hacerme el examen completo (incluyendo el examen rectal), mi doctor ordenó la medición de mi antígeno prostático específico (PSA). Esta sustancia se mide en la sangre, y su elevación —en el 20% de los casos— puede ser debida a un cáncer de la próstata. Esperando los resultados, no solo tenía angustia por el natural temor de tener cáncer, sino también por la enorme incertidumbre que significa, en estos días, ser diagnosticado con cáncer de próstata en Estados Unidos.
La incertidumbre que me invadía no radicaba en el posible diagnóstico de la enfermedad, sino en la incapacidad que tienen los médicos en la actualidad para decidir si el cáncer de próstata debe o no ser tratado. Y si te sorprende que en pleno año 2015 la medicina no sabe si debe o no tratarse, no estás solo. Este año en Estados Unidos, casi 221,000 hombres y sus médicos confrontarán el mismo dilema: tratar o no el cáncer que se acaba de encontrar.
Desde que se inventó la prueba de la PSA a mediados de los años 80, se pensó que la medición de esa sustancia podía ayudar a encontrar el cáncer en un estadio temprano. Esa percepción se afianzó en 1991, cuando se publicó un estudio que indicaba que 1 de cada 3 hombres con el PSA elevado, sufría de cáncer de la próstata localizado o temprano. Gracias a ese y otros estudios, se asumió que la detección y el tratamiento precoces iban a salvar la vida de muchos hombres. Se montaron enormes campañas educativas para convencer a los hombres de 50 años o más a que se hicieran sus chequeos anuales de la próstata.
Lamentablemente, ninguno de esos estudios fue diseñado para probar o no que la detección temprana resulta en que el hombre viva más tiempo que el hombre que no se hace las pruebas.
Entonces, surgieron las preguntas: ¿vale la pena encontrar y tratar temprano un cáncer de la próstata cuando no se ha demostrado que el hombre a quien se le encuentra un cáncer precoz viva más tiempo que su vecino que nunca se hizo un examen prostático? ¿Y sabiendo que el 75% de los hombres que recibieron tratamiento quedaban con disfunción eréctil y severos casos de incontinencia urinaria?
La única manera de responder era con estudios científicos que determinaran qué pasaba con los hombres a quienes se les trataba por un cáncer precoz de la próstata y compararlos con aquellos que no se trataron. Los resultados se publicaron en el 2009 y se demostró que la detección precoz del cáncer no extendía la vida del hombre al que se le había encontrado el cáncer temprano. El director médico de la American Cancer Society dijo entonces que las campañas masivas de chequeo del cáncer de la próstata en hombres sin síntomas no estaban justificadas y que cada hombre debía decidir, en conversación con su médico, si quería o no hacerse el examen.
Dicho sea de paso, la razón por la que yo me hice mi chequeo fue que habían pasado ya tres años desde mi último PSA normal. (Ciertos casos de bajo riesgo, como el mío, no necesitan exámenes anuales).
Posteriores estudios han confirmado esos hallazgos y las principales sociedades médicas estadounidenses ahora abogan más bien por hacer chequeos personalizados. Estos son aquellos que se hacen cuando, luego de recibir una explicación del médico acerca de los beneficios y los riesgos de la detección precoz, el hombre decide o no hacerse el examen rectal y el PSA.
Pero, ¿cómo es posible que el tratamiento precoz de un cáncer encontrado a tiempo no brinde el beneficio de una vida más larga? Resulta que hay dos tipos de cáncer de la próstata: de crecimiento lento e indolente, que puede “convivir” con el hombre durante muchos años sin causarle mayor problema; y agresivo, de rápida diseminación que puede ocasionar la muerte en un corto período.
El gran problema es que la ciencia actual no puede distinguir el uno del otro, por lo que apenas se encuentra el cáncer, el hombre, su familia y el médico se asustan y proceden a tratar los dos tipos por igual, ocasionando a veces lo que se denomina sobretratamiento o tratamiento innecesario.
¿Entienden ahora el por qué de mi angustia después de hacerme el examen prostático? Si me encontraban cáncer, no había manera de saber con certeza si era de los buenos, que requerían solo observación sin tratamiento, o de los malos, que hubiera requerido un tratamiento inmediato. Felizmente mi PSA salió nuevamente normal.
Felizmente hay buenas noticias en el horizonte para los hombres a quienes se les encuentra un cáncer de la próstata. Acaban de publicarse los resultados de un estudio británico que revela que el cáncer de la próstata tiene cinco variedades genéticas que permitirán dar un consejo más personalizado al hombre que lo padece.
Al igual que el cáncer de la mama, que se sabe que tiene cuatro variedades genéticas de diferentes niveles de agresividad, investigadores de la University of Cambridge acaban de descubrir que el cáncer de la próstata no es parejo; tiene cinco variedades genéticas con diferentes grados de agresividad.
Este concepto de que un cáncer tenga variedades genéticas de agresividad es muy importante. Es como si comparáramos las diversas razas de perros. No es lo mismo tener un pequeño chihuahua que tener un enorme pastor alemán. Lo mismo sucede con el cáncer, no es lo mismo tener un cáncer de próstata tipo “chihuahua”, que tener un tipo de cáncer tipo “pastor alemán”, que pudiera hacernos más daño.
Ya estamos a las puertas, entonces, del día en que cuando se le encuentre un cáncer de próstata a un hombre, el doctor le diga, “Vaya nomás a la casa, Don Pedro, su cáncer es del tipo 1 y simplemente lo observaremos; no necesita tratamiento”. O que le diga a otro hombre, “Mire, Don Luis, el análisis genético de su cáncer nos indica que su tumor es muy agresivo, tenemos que operarlo de inmediato”.
Una vez implementado, este nuevo método genético de analizar el cáncer de la próstata permitirá los tan esperados tratamientos personalizados, los cuales evitarán los tratamientos innecesarios que se hacen en la actualidad. El beneficio será que, una vez diagnosticados con cáncer de la próstata, miles de hombres conservarán su calidad de vida sexual y evacuatoria.
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