1. Dispositivo de vacío (bomba peniana)
Las bombas “penianas” producen erecciones al atraer la sangre al pene mediante succión de aire. Estos dispositivos consisten de un tubo cilíndrico de 12 a 18 pulgadas de largo que se conecta con una bomba de mano a través de una pequeña manguera de aire (en muchos modelos, se asemeja al mecanismo de apriete de un monitor de presión sanguínea). Los usuarios colocan el tubo sobre el pene, luego bombean para producir la erección. Luego, deben colocar una banda elástica alrededor de la base del pene para retener la sangre y mantener la erección.
“Obviamente, no es lo más espontáneo”, explica el Dr. Tobias Kohler, profesor auxiliar de Urología de la Facultad de Medicina de Southern Illinois University. “Imagínese si alguien tiene relaciones sexuales por primera vez con una nueva pareja y saque esta fiambrera”.
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Si bien las bombas producen erecciones en el 90 % de los usuarios, la mayoría las abandona por otros tratamientos, afirma el Dr. Trinity J. Bivalacqua, profesor auxiliar de Urología y Oncología de Johns Hopkins Medical Institution.
Las bombas son “muy engorrosas y toscas”, dice Bivalacqua. A pesar de que producen erecciones de manera confiable, las bombas tienen el índice de satisfacción más bajo de todos los tratamientos contra la disfunción eréctil. “En mi consulta, la mayoría de los hombres que las prueban terminan diciendo ‘No es para mí’”, dice.
Los seguros, por lo general, cubren el 80 % del costo de una bomba de unos $500, y los consumidores deben pagar de su bolsillo aproximadamente $100.
Si usted opta por una bomba, los expertos afirman que es importante que lo obtenga con una receta médica. Las bombas que se venden en los “sex shops” tienden a ser artículos novedosos que no funcionan o causan lesiones.
2. Inyecciones o supositorios uretrales
Estos producen erecciones al inyectar o insertar un fármaco en el pene que aumenta el flujo sanguíneo. Los supositorios uretrales, del tamaño de un grano de arroz, se insertan por la cabeza del pene; las inyecciones se aplican cerca de la base del pene.
La inserción real del supositorio en el pene no es dolorosa, afirman los expertos. Tampoco lo es la inyección en sí, aplicada mediante una aguja muy pequeña y delgada. “Ambos [métodos] tienen un valor de 1,5 a 2 en una escala de dolor que va del 0 al 10”, explica Kohler, “donde cero significa que no hay dolor y 10 supone ser arrollado por un camión”.
La queja más frecuente sobre estos tratamientos es una sensación de quemazón en el pene cuando hace efecto el fármaco. La frecuencia, intensidad y duración de ese efecto colateral varía según el método y el usuario, pero en algunos casos, puede ser lo suficientemente malo, dice Montague, como para que “un hombre tenga una erección, pero se sienta demasiado incómodo de tener relaciones”.
Los supositorios “se desarrollaron para que los hombres no tengan que usar agujas”, comenta Bivalacqua. Contienen el fámaco alprostadil (también conocido como prostaglandina E1) y se venden con la marca Muse. Toman de 5 a 10 minutos para hacer efecto. Sin embargo, Muse sólo produce erecciones en el 30 % o 40 % de los pacientes, normalmente los que tienen leve disfunción eréctil, porque parte del fármaco se absorbe sistémicamente y se desvía de la función de abrir las arterias penianas que permiten fluir más sangre. El costo para el usuario es de unos $20 a $30 por supositorio.
Para los hombres que no se preocupan por las agujas, las inyecciones vienen en varias fórmulas: 1) alprostadil solo; 2) una combinación de dos fármacos llamada bimezcla (bi-mix), que puede ser alprostadil mezclado con fentolamina o fentolamina mezclada con papaverina; y 3) trimezcla (tri-mix), una mezcla de tres fármacos: fentolamina, papaverina y una baja dosis de alprostadil.
De estas fórmulas, el alprostadil solo muestra el índice más alto (el 50 % de los usuarios) de quemazón y dolor; en los usuarios de la bimezcla, el índice es de un 10 %; y en los usuarios de la trimezcla, disminuye a menos de 3 %, afirma Nehra. “Pero esto mejora drásticamente con el tiempo, a medida que los hombres se acostumbran a la inyección”, dice.
Debido a que el efecto secundario de la quemazón se debe al alprostadil, las fórmulas con menos alprostadil —trimezcla y ciertas versiones de bimezcla— funcionarían en los hombres que sienten quemazón con la fórmula de un fármaco solo. Pero algunos hombres podrían elegir alprostadil solo por el costo que tiene la mezcla de varios fármacos que además debe adquirirse en farmacias que preparan compuestos — es decir, una autorizada para mezclar medicamentos en el lugar—, lo que significaría una molestia más de hacer un largo viaje en auto para recoger el fármaco.
Algunas fórmulas inyectables deben ser refrigeradas —otra razón más por la que muchos hombres evitan la opción de las agujas—. Entre los tratamientos contra la disfunción eréctil, las inyecciones también son la causa más común de las erecciones persistentes —rigidez que dura más de cuatro horas, también denominada priapismo— que afecta de un 3 a un 7 % de los usuarios, comenta Kohler. Este trastorno, si bien se puede tratar fácilmente mediante una inyección de adrenalina, requiere atención urgente en una clínica u hospital. El costo de tratamiento es de $2 a $5 por inyección.
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