'Los retos impulsan tu determinación', dice un emprededor
Un submarino le ofrece a este hombre la oportunidad de hacer una pasión de toda la vida.
In English | TIVOLI, NUEVA YORK — La larga lista de los empleos que ha tenido Mark Trezza incluye fotógrafo para periódicos, recogedor de basura, piloto de aviones de carga, constructor de una réplica de avión antiguo y guardia de seguridad de un museo.
A pesar de la zigzagueante trayectoria de su carrera, hace mucho que Trezza, de 55 años, quería añadir una profesión más a su currículo: explorador submarino.
En el 2010, Trezza empezó a hacer realidad un sueño de su infancia. Compró un submarino de segunda mano del dueño de una marina en Kingston, Nueva York, y convenció a su primo David Trezza, un ingeniero mecánico, para que fuera su socio empresarial y ayudara a renovarlo. El proyecto, incluida la renovación, costó casi tanto como un nuevo automóvil compacto, aunque Trezza no quiso compartir la cifra.
El mes pasado, los primos y su minisubmarino K-350 de 15 pies y de color amarillo fuerte, el Seahorse, participaron en una expedición para resolver uno de los misterios de la aviación más duraderos de Nueva Inglaterra: el lugar donde se encuentran los restos de un jet corporativo perdido que probablemente se zambulló en el lago Champlain hace más de 43 años.
“He estado esperando toda mi vida para hacer una expedición como Jacques Cousteau”, dijo Trezza.
Estaba en la universidad la primera vez que vio una foto de un submarino como el que después compraría. George W. Kittredge —apodado “el padre de los sumergibles personales”— diseñó el K-350, que funciona con baterías y tiene una profundidad máxima recomendada de 350 pies.
Cuando Trezza vio el submarino en una marina perteneciente a un conocido, estaba en mal estado. “Estaba casi desarmado y completamente sucio”, dijo. Con todo y eso, se enamoró: “Había esperado treinta y tantos años para acercarme a uno de estos”.
Al principio, se imaginó el submarino como una operación empresarial. Los gastos generales serían insignificantes. Podría guardarlo sin costo alguno en la finca de su tío. Su primo podía ser el ingeniero jefe y no habrían gastos de seguro. “No puedo obtener seguro”, dijo Trezza. “De hecho, el único seguro que tengo para el submarino es cuando está atado a mi camioneta”.
Tenía esperanzas de que cineastas arrendaran la embarcación sumergible como un objeto de utilería, pero todavía no encuentra clientes. También intentó interesar a escuelas para que usen el submarino como una exposición educativa. Sin embargo, solo ganó $600 en honorarios por dos visitas a la clase de ciencias de una escuela secundaria local.
Aunque Trezza todavía trabaja como guardia de seguridad de vez en cuando, ha dedicado mucho de su tiempo a explorar oportunidades para su submarino.
El año pasado, se encontró con un amigo, Raymond Siler, un investigador privado que se especializa en casos de personas desaparecidas. Siler sugirió que se unieran para buscar a personas que se habían ahogado y nunca fueron encontradas. Trezza no dejó pasar la oportunidad de sacar provecho a su submarino.
Su primer caso fue recomenzar la búsqueda de Edison Arias, quien se ahogó en el lago George de Nueva York en 1993. Arias —“quien se cree que es el único ahogado en el lago George en tiempos modernos cuyo cuerpo no ha aparecido”, de acuerdo al Glens Falls Post-Star— por casualidad era un testigo para la fiscalía en el caso de un cartel de drogas en la ciudad de Nueva York.
Antes de comenzar la misión en el lago George, Trezza hizo investigaciones sobre el caso durante meses, convenció a un experto en sonar de barrido lateral para que donara sus servicios (el experto a su vez reclutó voluntarios del equipo de buceo de la policía de Salem, Massachusetts) y verificó la navegabilidad del submarino con pruebas de sumersión en una cantera local.
A pesar de que los primos Trezza vieron peces “muy extraños”, no encontraron el cuerpo de Arias en el lago George.
En el pequeño minisubmarino, una persona de talla promedio no puede estar de pie cuando se cierra la escotilla. David Trezza se acuesta en el piso sobre el estómago para pilotear y Mark se sienta en un banco de madera, con las piernas a ambos lados del cuerpo de su primo, para poder mirar a través del ojo de buey. Debajo del agua, “la única cosa que oyes, en verdad, son tus motores a propulsión”, dijo Mark.
A pesar de la incomodidad, describe el tiempo que pasó flotando cerca al fondo del lago como un punto culminante de su vida: “Cuando realizamos expediciones como esta”, dijo Trezza, “no quiero regresar a la casa”.
Después de leer sobre las aventuras de Trezza en el lago George, Scott Van Laer, un guardabosques del estado de Nueva York, se puso en contacto con él en marzo. Van Laer, quien estudia accidentes de aviación que ocurrieron en la zona como pasatiempo, se acababa de comunicar con Kristina Coffey, la hija de un piloto cuyo avión supuestamente se estrelló en el lago Champlain en enero de 1971.
Restos del avión aparecieron varias veces en la orilla oriental del lago Champlain, pero los investigadores llevan mucho tiempo sin poder averiguar el destino del jet. Coffey, quien era bebé cuando su padre desapareció, quería recomenzar la búsqueda del jet desaparecido.
Trezza acordó donar el uso del submarino y su tiempo para el nuevo caso. Muchos de los voluntarios del equipo de búsqueda se volvieron a encontrar en Vermont en julio, con la intención de buscar en una parte del lago de 18 millas cuadradas donde se cree que el avión se estrelló.
Pero las fallas técnicas y los problemas logísticos estropearon la misión de Mark. Un cable de remolque se atascó en uno de los tres motores a propulsión del submarino y retrasó su inmersión.
A la larga, el submarino solo buscó en aguas poco profundas no lejos de la orilla. Aunque la búsqueda no dio frutos, Mark cree que a la larga el equipo de búsqueda podrá ubicar el avión.
A pesar de las dificultades, Trezza dice que el intento en el lago Champlain fue una experiencia educativa: “Los retos impulsan tu determinación”.
Ahora mismo, las perspectivas de la operación submarina de Trezza parecen tan opacas como el fondo del lago Champlain. Los Trezza y Siler planean investigar varios otros casos de desaparecidos, entre ellos una persona que se ahogó en el lago Schroon en las montañas Adirondack más adelante este año.
Aunque Trezza ha donado sus servicios para las búsquedas en el pasado, dice que sabe que en algún momento necesitará generar ingresos para mantener a flote el negocio. Está investigando las búsquedas submarinas de tesoros como otra fuente potencial de ingresos. Y un productor de televisión está proponiendo una serie de telerrealidad sobre Trezza y sus colegas a varias cadenas de televisión.
Incluso con los reveses recientes, Trezza dice que aprecia la larga espera que aguantó para hacer realidad su sueño. A lo mejor “alguna fuerza cósmica” causó la espera, dijo. “¿Tal vez no estamos listos? No estamos listos para ciertas cosas en ciertos momentos que queremos. Tenemos que, pienso, madurar de alguna manera para lograr esas cosas”.
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