Martin Luther King Jr. Rosa Parks. Medgar Evers. John Lewis. Estos nombres resuenan en la historia como líderes de los enormes y extensos eventos que conformaron el movimiento por los derechos civiles con el cual las personas afroamericanas lucharon por la igualdad durante las décadas de 1950 y 1960 y en años posteriores. Pero el movimiento no podría haber tenido éxito sin miles de personas de todas las razas que hicieron contribuciones importantes, si bien a menudo ignoradas, y sin millones de otras que se vieron motivadas por esos esfuerzos y decidieron que era hora de hacer lo correcto.
Para el Mes de la Historia Negra, quisimos buscar a esos hombres y mujeres que hicieron su parte para cambiar la historia de Estados Unidos, no en busca de fama ni recompensas, sino simplemente porque sintieron la necesidad de ser parte de la solución.
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Estas son sus historias.
Willie Pearl Mackey King sobre la Carta desde la cárcel de Birmingham
82 años, residente del condado de Montgomery, Maryland
King formó parte del equipo ejecutivo de Martin Luther King Jr. entre 1962 y 1966.
La dueña de la casa donde yo vivía en 1962, en Atlanta, alquilaba los cuartos extra a estudiantes universitarios y jóvenes mujeres trabajadoras. Dorothy Cotton vivía en la planta baja. [Cotton es conocida como un pilar del movimiento por los derechos civiles]. Un día me preguntó si estaba buscando trabajo. Yo no había trabajado nunca en una oficina. Me dio una dirección y dijo: “Deberías ir aquí y presentar una solicitud”. Así es como empecé a trabajar en la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur (SCLC).
Me dieron el puesto de recepcionista, y comencé a leer folletos sobre este lugar en el que trabajaba. Yo nunca había oído hablar de derechos civiles. Entonces, un día llegó este hombre, me saludó y me preguntó por mi iglesia y mi familia. ¡Me di cuenta de que era el hombre que aparecía en los folletos! Estaba a cargo de la Conferencia de Liderazgo Cristiano del Sur y su nombre era Martin Luther King Jr.
El Dr. King me preguntó si estaría dispuesta a acompañarlo en ciertos viajes. Yo estaba extasiada. En diciembre de 1962, fui con el Dr. King a Birmingham para organizar un recorrido “de persona a persona” por el estado de Alabama. Visitamos ciudades en todo el estado, y así fue como comenzó el movimiento de Birmingham.
Esta debía ser una protesta no violenta en el corazón de Jim Crow. El FBI le informó al Dr. King: “Hay amenazas creíbles contra su vida. No podemos garantizar su seguridad”. Bueno, el Dr. King nos reunió a todos y dijo: “Si alguien decide que no quiere hacer este viaje, que es demasiado peligroso, yo no me ofenderé. Porque nos podrían matar”. Miré a mi alrededor, pensando que se cancelaría. Pero nadie dijo que no. Salí de la habitación y lloré; luego volví a entra y dije: “Yo voy”.
El Viernes Santo de 1962, después de que comenzaran las protestas en Birmingham, arrestaron al Dr. King. Un grupo de ocho ministros escribió un artículo —titulado Un llamado a la unidad— en el que decían que el Dr. King no era una persona representativa y urgían a los locales a no participar en lo que estaba haciendo. El Dr. King decidió escribir una respuesta. Estaba en la cárcel, y les pidió a los guardias un bolígrafo y papel. Le respondieron: “¡Esto no es una biblioteca! No le daremos nada para escribir”.
Entonces, escribió en los bordes de periódicos, en papel higiénico, en bolsas de sándwiches. Su abogado, Clarence Jones, escondió los trozos de papel bajo el saco del traje y los sacó de la cárcel. Nosotros tuvimos que armar ese rompecabezas. Trabajábamos en el suelo, tratando de descifrarlo, pegando los papeles con cinta adhesiva. La letra del Dr. King no era la mejor. La luz de la celda era muy mala.
Así es como creamos la “Carta desde la cárcel de Birmingham” (en inglés). Cuando la publicamos, nadie le prestó atención al principio. Fue solo cuando Bull Connor [el comisionado de seguridad pública de la ciudad] ordenó el uso de mangueras para incendio y perros contra los manifestantes en el Parque Kelly Ingram de Birmingham que comenzamos a recibir pedidos de la “Carta desde la cárcel de Birmingham”. Yo no daba abasto para mimeografiar copias suficientes. [La carta se convirtió en uno de los documentos más importantes de la era de los derechos civiles].
Si la gente leyera la carta hoy, comprendería lo que estaba haciendo el Dr. King en Birmingham y por qué luchaba tan tenazmente por los derechos civiles. En mi opinión, ninguno de sus discursos o escritos ilustran con mayor claridad su misión. Toda mi carrera estuvo destinada a ayudar a las personas. Es algo que inculcaron en mí el Dr. King y otros con quienes trabajé en forma muy estrecha. No se me ocurre una manera mejor de pasar la vida que ayudando a la gente.
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