Vida Sana
Cantante de cantantes
Héctor Lavoe hubiera cumplido siete décadas de vida en 2016, pero el destino no lo quiso así. Acosado por la mala suerte, el sida y su adicción a las drogas, el legendario intérprete y compositor salsero falleció en 1993, a los 46. Una muerte prematura que acrecentó su fama. La música afrocaribeña ha sido bendecida con muchos soneros trascendentales, pero ninguno ha tenido el impacto estético, visceral y definitivo de Héctor Lavoe. No en vano lo llamaron “El cantante de los cantantes”.
Vida de altibajos
Héctor Juan Pérez Martínez nació en 1946 en Ponce, Puerto Rico. Desde pequeño, exhibió el carácter bonachón y romántico que marcaría su discografía. Estudió música junto a Papo Lucca, futuro líder de la Sonora Ponceña. En 1963, emigró a Nueva York. Luego de trabajar en varios oficios, empezó a cantar con la orquesta New Yorker, con la que grabó un sencillo, “Está de bala”, en 1965. Al año siguiente se presentó en Puerto Rico como cantante profesional con el conjunto del percusionista Kako.
Irrumpe en escena
A fines de los 60, la compañía discográfica Fania se perfila como la fundadora de un fenómeno cultural que sacudiría a Nueva York: la explosión de la salsa. El músico dominicano Johnny Pacheco, cofundador de la Fania, sugiere que el trombonista Willie Colón contrate a Héctor como cantante principal de su primer LP, El malo (1967). La combinación funciona de maravillas, y Héctor y Willie aparecen en la escena musical como un dúo irreverente, amenazando el sonido conservador de veteranos como Tito Puente.
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Se consagra
En 1968, Héctor prueba marihuana por primera vez. La experimentación con drogas más pesadas no tardaría en llegar, complementando una nutrida agenda de sesiones de grabación y presentaciones en Nueva York. Ese mismo año aparece el LP The Hustler, en pleno auge del boogaloo. Le siguen Guisando (1969) y la consagración llega con Cosa nuestra (1970), disco maravilloso y aguerrido, con éxitos de una madurez inusitada como Che Che Colé —adaptación de una canción infantil africana—, Te conozco y Juana Peña.
Repertorio definitivo
Aparece otra obra maestra: La gran fuga (1970), consolidando un sonido rico que se basa en la voz nasal de Héctor, ásperos rugidos del trombón de Willie, y una tendencia progresiva para explorar una variedad de formatos musicales. Temas como Barrunto, Abuelita y Panameña pasan a formar parte del repertorio salsero por excelencia. En las portadas de sus discos, el dúo se presenta a sí mismo como personajes sospechosos, allegados a la mafia, y duros de roer.
Nace un clásico
En Panamá, Willie Colón escucha a una banda militar interpretando el tema La murga. Años más tarde, durante la grabación del disco Asalto navideño (1970) —celebración del folklore de las fiestas de fin de año en Puerto Rico— el trombonista incluye una infartante versión de La murga apoyada en los soneos de Héctor y la yuxtaposición entre trombón y cuatro puertorriqueño. Se convierte en el éxito definitivo de la dupla, tema de referencia para las pistas de baile latino en todo el mundo.