En el momento en que Anne* abrazó a su nuevo perro, sonrió. La reacción, para sus familiares, fue un cambio feliz y sorprendente. Durante meses, a medida que la demencia de Anne se había profundizado, se había vuelto más distante. Dormía la mayor parte del día y se resistía a vestirse.
En respuesta a la creciente desesperación de su esposo y cuidador, Dave*, una amiga sugirió que le regalara un perro a Anne, aunque no solo cualquier compañero de cuatro patas. Anne, amante de los perros de toda la vida, recibió una mascota robótica. El perro animatrónico con pelaje actúa como un can normal —agita la cola, ladra, gira la cabeza en respuesta a las voces—, pero sin necesidad de llevarlo al veterinario, sacarlo a dar caminatas largas ni recoger excremento.
Para Dave, los beneficios fueron claros tan pronto oprimió el botón de encendido.
“Me llamó y dijo: ‘Anne está encantada con esto’”, explica Mary Johnson, voluntaria de Capital Caring Health, una organización de cuidados paliativos y terminales en el área de Washington D.C. “Se sentó en la cama, sus ojos se iluminaron y comenzó a hablar con el perro; ahora lo lleva con ella y no lo deja”.
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Brindar consuelo y cuidado
Johnson le recomendó el perro a Dave, quien vive en Míchigan, debido a sus experiencias con Capital Caring. Desde el 2021, Capital Caring ha proporcionado 2,500 perros, aves y gatos robóticos gratis a pacientes, veteranos y miembros de la comunidad que sufren no solo de demencia, sino de problemas como depresión, aislamiento y soledad. El centro para veteranos Ambrosio Guillen Texas State Veterans Home recibió una donación de seis mascotas robóticas de Capital Caring —dos perros, dos gatos y dos pájaros— para que los residentes disfruten en un entorno grupal o durante visitas individuales en sus habitaciones.
Susan Culp, la representante de la Veterans Land Board en el hogar de veteranos, dice que los residentes reaccionan con grandes sonrisas cada vez que tienen la oportunidad de interactuar con las mascotas. “Los ladridos, los ronroneos y maullidos, los gorjeos y los movimientos realistas les proporcionan estimulación visual y sensorial”, afirma.
El residente Billie Tiller, quien sirvió en el Ejército durante 20 años, tiene una “intensa relación” con los perros robóticos. Antes de mudarse al centro, Tiller dormía con sus tres chihuahuas todas las noches tras la muerte de su esposa, informó un amigo. Ese amor se ha transferido a las “mascotas” peludas.
“No solo [Tiller] disfruta de su animación y movimiento”, señala Culp, “sino que también le gusta mantenerlas bien cuidadas, que es su máxima prioridad”.
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