Vida Sana
Al principio, a Jim Mangi le costaba decirle a su esposa, Kathleen, lo que ella quería escuchar.
Kathleen estaba comenzando a perder la memoria a consecuencia de lo que resultó ser la enfermedad de Alzheimer. Al igual que otras personas en esa situación, a veces retornaba al pasado o se confundía con respecto al ambiente que la rodeaba.
“Al comienzo del camino, yo no sabía hacer otra cosa que decir la verdad todo el tiempo”, dice Mangi, ahora de 74 años, residente de Saline, Míchigan. Cuando su esposa preguntaba por su hermana, por ejemplo, él le recordaba que su hermana había fallecido. “Y entonces, después de llorar un rato, Kathleen volvía a hacer la misma pregunta y yo le daba la misma respuesta. ¡Qué terrible tener que hacer eso!”.
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Ese es el motivo por el cual muchos cuidadores y sus defensores han adoptado una práctica que consideran menos terrible: las mentiras terapéuticas, un eufemismo que básicamente significa mentirles en forma piadosa a las personas con demencia o con algún otro deterioro cognitivo cuando eso puede aportarles calma o reconfortarlas.
“Hubo muchas situaciones en las que tuve que afrontar la pregunta de si iba a ser una persona veraz o una persona amorosa, porque no siempre podía ser ambas al mismo tiempo”, dice Mangi, cuya esposa, que actualmente tiene 73 años, está ahora en un centro de cuidados para la memoria, donde él la visita varias horas por día.
“Una persona con demencia está en un mundo diferente; su realidad es diferente”, dice. “No hay nada que podamos hacer o decir para extraerla de esa realidad. En ese sentido, si ella pensaba que su hermana estaba viva, ¿quién soy yo para decirle que no es así?”.
Quince años después de la primera manifestación de síntomas de la enfermedad de Alzheimer en su esposa, Mangi ha reconocido que “muchas veces, lo más amoroso es no decir la verdad”. “Considero que se trata de una mentira amorosa”, explica.
Una nueva estrategia
Ahora, muchos expertos en el área están ajustando su enfoque de las mentiras terapéuticas, y han comenzado con el nombre. Hablan de “técnicas creativas de comunicación”, que incluyen desviar la atención de las personas con deterioro cognitivo, o distraerlas.
En vez de mentir directamente, dice Maureen Beck, enfermera gerontológica registrada en el Centro para el Envejecimiento Saludable de UTHealth Houston y profesora adjunta en la Facultad de Medicina McGovern, “puedes iniciar una conversación diferente. Rediriges a la persona a un recuerdo o a una tarea, la ocupas, haces que se mueva”.
Mangi dice, por ejemplo, que su esposa “solía preguntar: “Dónde está mi papá?’”. “Y yo le decía: ‘Bueno, no está aquí en este momento’, lo cual tiene la virtud de ser verdad. Y luego continuaba: ‘Él era operario de la compañía de teléfonos, ¿verdad?’. Y así entablábamos una conversación. Más que una corrección, era una conexión, y eso marcaba toda la diferencia”.