La vulnerabilidad al fraude podría ser una de las señales de alerta temprana de demencia en los adultos mayores, según un nuevo estudio publicado en la revista Annals of Internal Medicine (en inglés). El estudio encontró que los adultos mayores con poco conocimiento de las estafas tenían aproximadamente el doble de riesgo de desarrollar deterioro cognitivo leve o la enfermedad de Alzheimer que sus pares menos susceptibles.
Para examinar el vínculo entre la susceptibilidad a las estafas y el deterioro cognitivo, los investigadores del Rush Alzheimer's Disease Center en Chicago asignaron a 935 adultos mayores con buena salud cognitiva una puntuación de sus conocimientos sobre las estafas basada en declaraciones como “Respondo al teléfono cuando suena, incluso si no sé quién está llamando” y “Si algo suena demasiado bueno para ser verdad, normalmente lo es”.
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Luego, los investigadores hicieron un seguimiento durante un promedio de seis años para probar la función cognitiva de los participantes. Descubrieron que los adultos mayores que obtuvieron una puntuación alta en el cuestionario inicial de susceptibilidad a las estafas —es decir, eran los más vulnerables a caer en las estafas— tenían aproximadamente el doble de probabilidades de desarrollar deterioro cognitivo leve o la enfermedad de Alzheimer que los que tenían puntuaciones bajas.
Para los participantes que fallecieron durante el curso del estudio, los datos de la autopsia mostraron que aquellos con altas puntuaciones de susceptibilidad a estafas también tenían más cambios cerebrales asociados con la enfermedad de Alzheimer.
“Lo que sugieren estos hallazgos”, dice la neuropsicóloga y autora principal del estudio Patricia Boyle, “es que los cambios en la susceptibilidad a las estafas o en los aspectos de la malicia social pueden estar entre las primeras señales de que la enfermedad de Alzheimer está comenzando, y pueden estar presentes incluso mucho antes de que podamos ver señales cognitivas evidentes.
Boyle dice que trabajar para desarrollar herramientas clínicas de detección que evalúen un amplio espectro de comportamientos —como la susceptibilidad a las estafas— y no solo la pérdida de memoria podría ayudar mejor a identificar a las personas en riesgo de desarrollar la enfermedad de Alzheimer, que afecta a aproximadamente 5.8 millones de adultos en Estados Unidos y se proyecta que afectará a casi 14 millones para el 2050.
Más allá de la demencia, Boyle también espera que sus hallazgos iluminen el alcance y el impacto del fraude en los adultos mayores, que alcanza pérdidas de miles de millones de dólares al año y se ha relacionado con la depresión y el aislamiento social entre los afectados.
“La victimización y la vulnerabilidad deben considerarse señales de alerta de que alguien está teniendo dificultades y puede necesitar más monitoreo”, dice. “No se trata solo de personas con problemas cognitivos evidentes. Incluso las personas con buena salud cognitiva pueden necesitar educación y recursos que los ayuden a aprender qué no hacer”.
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