Si bien alrededor de la tercera parte de toda la población adulta no duerme tanto como debería, las mujeres parecen sufrir en forma desproporcionada los efectos de la falta de sueño.
Un nuevo estudio (en inglés) en Diabetes Care revela que la insuficiencia crónica de sueño —incluso dormir unas seis horas en vez de las siete a nueve recomendadas— aumenta la resistencia a la insulina y consecuentemente eleva el riesgo de diabetes en mujeres que, por lo demás, gozan de buena salud. Estas conclusiones se suman a investigaciones anteriores que hallaron que las mujeres son más propensas que los hombres a no dormir la cantidad de horas recomendadas, lo cual eleva el riesgo de trastornos que abarcan desde enfermedades cardíacas hasta depresión.
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Para agravar las cosas, la falta de sueño y los efectos negativos para la salud pueden ser incluso más pronunciados en las mujeres que ya han pasado la menopausia, según hallazgos de los investigadores del estudio de Diabetes Care y de una investigación anterior (en inglés) publicada en la revista Hypertension. Ese estudio halló que retrasar la hora de dormir una hora y media y despertarse a la misma hora generó el aumento de la presión arterial. Aquí también el efecto fue más pronunciado en las mujeres posmenopáusicas.
En general, independientemente de la edad y otros factores, “las mujeres tienden a reportar peor calidad del sueño”, dice Marie-Pierre St-Onge, directora del Centro de Excelencia para la Investigación Circadiana y del Sueño en el Centro Médico Irving de la Universidad de Columbia. St-Onge, que es coautora de los estudios en Diabetes Care y en Hypertension, explica que los cambios hormonales, como los que experimentan las mujeres durante la menopausia, pueden perturbar aún más el sueño. Pero esa es solo una pieza de un rompecabezas complejo. Los expertos todavía no entienden completamente por qué las mujeres tienen una relación más irregular que los hombres con el sueño, aunque estos últimos, por cierto, también tienen problemas considerables para obtener el descanso que necesitan. Una cosa es cierta: la calidad del sueño se deteriora con la edad en ambos sexos.
Comprender la lucha de las mujeres con el sueño
Llegar a la raíz de la falta de descanso o de un problema de sueño emergente no es fácil. Pero los expertos dicen que es fundamental comprender, al menos parcialmente, qué es lo que contribuye a la pérdida de sueño a fin de poder abordar el problema en forma adecuada antes de que empeore y afecte significativamente la salud.
“Cuando no dormimos bien, empeoran literalmente todos los componentes de nuestra vida y nuestra salud”, dice la Dra. Marjorie Soltis, neuróloga y especialista en medicina del sueño en Duke Health en Durham, Carolina del Norte. “Empeora el dolor, empeora la ansiedad, empeora la depresión”, dice, por dar algunos ejemplos.
Soltis agrega que la falta de sueño también hace que los trastornos médicos avancen con mayor rapidez. Los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) advierten que no dormir lo suficiente favorece o empeora los problemas de salud mental, los trastornos cerebrales y las enfermedades crónicas.
Las investigaciones revelan que las mujeres son más propensas a sufrir de insomnio, y los CDC reportan (en inglés) que, en encuestas sobre la calidad del sueño en los últimos 30 días, el 17% de las mujeres dicen que tienen problemas para dormirse la mayoría de las noches —o todas las noches—, en comparación con casi el 12% de los hombres.
“Creo que hay muchas razones diferentes por las que las mujeres tienden a dormir menos que los hombres”, dice Soltis. “Mucho de eso puede estar relacionado directamente con las hormonas que nos hacen mujer y nos permiten tener hijos y, por supuesto, tener hijos y cuidarlos también tiene un impacto indudable en cuánta falta de sueño experimentan las mujeres”. Con frecuencia, la falta de sueño continúa también más tarde en la vida, dice Soltis, a medida que las mujeres siguen encargándose en forma desproporcionada de los cuidados familiares.
Las mujeres también tienen una propensión levemente mayor a recibir un diagnóstico de depresión o ansiedad, lo que puede contribuir al insomnio y a no dormir lo suficiente, agrega. Por lo general, las mujeres experimentan problemas para dormir durante la perimenopausia y la menopausia, cuando los niveles hormonales se vuelven irregulares y síntomas como los sofocos —que tienden a ser peores durante la noche— y la sudoración nocturna hacen que sea particularmente difícil dormir bien toda la noche.
La relación entre el sueño y la salud mental es compleja, y la forma en que se afectan mutuamente se extiende en ambas direcciones, lo cual complica el diagnóstico. Por eso, en el ámbito de una consulta breve con un médico de atención primaria, es posible que los problemas relacionados con el sueño se pasen por alto. Más específicamente, cuando “las mujeres procuran atención para varios trastornos, los problemas para dormir pueden descartarse como ansiedad o depresión cuando tal vez no sea ese el caso”, dice Soltis. En las situaciones en las que efectivamente existen esos trastornos, también podría pasarse por alto un problema subyacente de sueño que está contribuyendo a la ansiedad o a la depresión.
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