Vida Sana
Tenía unos tres años cuando ayudaba a su tío a cocinar pinchos en su natal Puerto Rico. Con sus manitas apenas podía insertar los pedazos de carne en los palillos. Le entretenía ver como él acomodaba los alambres en la parrilla, esperaba a que alcanzaran color y los movía, alineándolos como soldaditos.
Recuerda que le ayudaba a cobrar y a poner las sodas a enfriar. También evoca la época cuando sus padres horneaban pasteles de cumpleaños para vender. Esos fueron los primeros contactos del chef José Armando Adorno con el mundo gastronómico.
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Cuenta que a la edad de ocho años, cuando su familia se estableció en Filadelfia, todos los veranos, era el encargado de la parrilla. Cuando cursaba la secundaria, fue capitán del equipo culinario y le tocó participar en un concurso. Preparó una chimichanga cubierta con salsa ranchera. Todavía tiene fresco en su memoria el olor fragante de la canela que añadió a la salsa y la cara de los jueces cuando probaron su platillo… ese momento, dice, fue revelador, “fue cuando decidí seguir el camino de chef”.
Luego de esa competencia participó en otra, donde ganó media beca para estudiar licenciatura de ciencia en artes culinarias en The Restaurant School of Philadelphia.
“Esa clase empezó como con unas 40 personas y terminamos ocho solamente”, comenta. “En ese momento pensé: ¡Wow!, o estoy haciendo algo bien o esa gente en realidad no estaba comprometida o no tenía la pasión que yo tenía”.
Pasión que lo ha llevado a trabajar para prestigiosos restaurantes y chefs de la talla de Kevin Sbraga, Jose Garces, Daniel Stern y Mike Isabella, dueño del restaurante Graffiato, localizado en el corazón de la capital estadounidense, donde Adorno trabaja actualmente.
A sus 28 años, siente que todo a su alrededor está cambiando positivamente: su vida espiritual, profesional y romántica. Ahora sus metas son: construir su propio imperio con restaurantes en Washington, D.C., Filadelfia y Puerto Rico; fundar una escuela para chefs hispanos sin recursos, —pero con talento— y poner en el mapa la comida boricua, como nunca antes lo han hecho, no solo en Estados Unidos, sino a nivel mundial.
Conoce más sobre este joven veterano de la cocina
¿Qué características debe tener un buen chef?
Debe ser un buen líder. Yo creo que debe enseñar [con] el ejemplo primero y tiene que ser un buen negociante y un buen cocinero… esas tres cosas.
¿Cómo fuiste seleccionado para el programa televisivo Beat Bobby Flay?
Yo había hecho otros shows antes de ese: Restaurant Impossible, Top Chef Duels, Cutthroat Kitchen, y la directora de relaciones públicas de la compañía (Food Network) me preguntó que si yo quería hacer el show y yo le dije, pues claro. A las dos semanas me llamaron.
Ganaste el reto de Cutthroat Kitchen. ¿Qué representó para ti ese triunfo?
El triunfo de Cutthroat Kitchen representó que soy inteligente, que me puedo manejar muy bien en la cocina y que puedo creer en mí. Antes de ese triunfo yo como que no tenía mucha confianza en mí mismo y todo el mundo siempre me decía, ‘Tú puedes, tú tienes lo que se necesita para tener éxito’. Yo sabía que podía hacer un buen trabajo, pero cuando fui ahí y triunfé, me dio más confianza en mí mismo.
¿Alguna vez te ha tocado abrir un restaurante? ¿Qué es lo más difícil?
Unos 10 u 11. Lo más difícil es encontrar la gente; que toda la gente trabaje unida, porque para mí, un gran restaurante no es solo la comida, el local o la ciudad. Siempre en los mejores restaurantes donde he trabajado [parte del éxito] ha sido el equipo y cómo el equipo trabaja junto.
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