Rebecca Bonner, M.Ed., MUPP

El momento que despertó mi pasión por este proyecto

Hace unos 15 años, una de mis hijas sufrió un trastorno por consumo de opioides a los 14 años. Recibió un tratamiento excelente, pero sabemos que el tratamiento por sí solo no es suficiente. Comencé a buscar programas que pudieran proporcionarle educación y apoyo para la recuperación. Había oído hablar de las escuelas secundarias de recuperación, y como estábamos en un área metropolitana importante (Filadelfia), supuse que debía haber una. No la había. La escuela más cercana estaba en Boston, y no podíamos desarraigar nuestras vidas para mudarnos allí.

La única opción para mi hija era regresar a su escuela secundaria. Afortunadamente, un par de maestros que estaban en recuperación a largo plazo se comunicaron con ella y le brindaron mucho apoyo. Sin embargo, no fue fácil, y la situación destacó la necesidad de abrir una escuela de recuperación en Pensilvania. Sabía que mi hija no se beneficiaría directamente, pero quería ayudar a otras familias a tener esta opción.

Lo que desearía que otras personas supieran

Demasiados padres consideran el trastorno por consumo de sustancias de su hijo una simple fase por la que su hijo está pasando. A menos que su hijo tenga problemas con la ley, tienden a hacerse de la vista gorda y simplemente dar por sentado que el problema desaparecerá. Quisiera que los padres entendieran que este es un trastorno que continúa siendo un trastorno a menos que haya una intervención rápida. Las escuelas de recuperación tratan de intervenir lo suficientemente temprano como para evitar una adicción total.

 Afortunadamente, el Gobierno federal está comenzando a darse cuenta de la importancia de la recuperación en los servicios de abuso de sustancias; incluyó $3,500 millones para la Substance Abuse Prevention and Treatment Block Grant (subvención en bloque para la prevención del abuso de sustancias y tratamiento), que por primera vez incluye un 10% destinado a los servicios de recuperación. No es suficiente que los adolescentes se recuperen; también tenemos que ayudarlos a mantenerse sanos.

Por qué mi estrategia es única

Hay organizaciones que abordan las desigualdades del sistema de justicia juvenil, organizaciones que abordan el trastorno por consumo de sustancias y organizaciones que abordan las desigualdades en el sistema educativo. Pero como escuela de recuperación, Bridge Way aborda todas estas cosas. Reconocemos que estos estudiantes a menudo necesitan un enfoque diferente, y es por eso que nuestro programa cuenta con servicios integrados de apoyo para la recuperación y la salud mental.

Consejos para los que desean marcar la diferencia

Nunca te rindas. Tuvimos tantos obstáculos para abrir The Bridge Way School y para que continuara funcionado de una manera sostenible. El primero fue conseguir la participación de los padres. A muchos les preocupaba que si su hijo asistía a una escuela secundaria de recuperación, eso lo perjudicaría de por vida. (En realidad, hemos descubierto lo contrario: las universidades ven con buenos ojos a los jóvenes que a una edad temprana enfrentaron y lucharon contra adversidades). El segundo fue obtener los fondos adecuados. Muchos estudiantes —en particular los estudiantes de color— que podían beneficiarse de Bridge Way no podían pagar la matrícula. Convencimos a la legislatura de Pensilvania a crear un programa piloto para escuelas secundarias de recuperación, que proporciona los pagos de matrícula para cualquier estudiante que reúna los requisitos de admisión, independientemente de sus ingresos. Ahora, estoy tratando de replicar esto a escala nacional. Actualmente estoy trabajando con representantes del Congreso en una legislación que proporcionaría fuentes de financiamiento a escuelas secundarias de recuperación en todo el país.