Vida Sana
Lo último sobre las estafas en las que se hacen pasar por funcionarios del Gobierno
Una de las estafas telefónicas más populares en Estados Unidos actualmente es la táctica en la que te dicen que "alguien robó tu número de Seguro Social". El pasado mes de diciembre, la Comisión Federal de Comercio (FTC) emitió una advertencia sobre el fraude, en la que señaló que la agencia ya había recibido más de 35,000 quejas, y mis colegas de la Red contra el Fraude, de AARP, dicen que las quejas continúan. La estafa suele comenzar con una llama automatizada como esta:
Esta llamada es en relación a una acción legal que ha sido ejecutada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos contra tu número de Seguro Social. Ignorarla sería un intento intencional de evitar comparecencias iniciales ante el juez de primera instancia por un delito penal federal. Antes de que este asunto vaya a la corte federal o te arresten, devuelve la llamada a nuestro número...
¡ÚLTIMA OPORTUNIDAD! - Únete a AARP a precios del 2024; las tarifas aumentan en el 2025.
Obtén acceso inmediato a productos exclusivos para socios y cientos de descuentos, una segunda membresía gratis y una suscripción a AARP The Magazine.
Únete a AARP
Hace poco recibí una llamada como esta y decidí devolverla para ver exactamente qué es lo que dicen los estafadores para que la gente entregue su dinero. Mi personaje era "Carl Johnson", un caballero amable y de voz suave que tiene muchos ahorros. Esto es lo que sucedió en 46 minutos de conversación telefónica (editada para mayor claridad y extensión):
“Hola, Administración del Seguro Social. Habla el oficial Alex Morgan. ¿En qué te puedo ayudar?
"Soy Carl Johnson. Recibí una llamada sobre mi tarjeta del Seguro Social".
El oficial Morgan sonaba como un hombre de entre 22 y 32 años. Era obvio que estaba en un centro de telemercadeo porque podía escuchar a otros hablando en el fondo. Para comenzar me pidió que verificara mi identidad. Le di mi nombre falso, y de alguna manera pudo recuperar mi "archivo" en su computadora inmediatamente. Luego le di una dirección falsa y un número de Seguro Social falso, pero siguió adelante como si todo estuviera confirmado.
"Señor Johnson, soy un oficial superior del Departamento de investigación de la Administración del Seguro Social", me dijo. “Puedo ver que las agencias del orden público han encontrado más de 25 cuentas bancarias robadas que han sido abiertas con tu número de Seguro Social para cometer un fraude de más de $10 millones. Estas cuentas se utilizaron en numerosas actividades delictivas como lavado de dinero, tráfico de drogas y para estafas al Servicio de Impuestos Internos en todo el estado de Texas. Necesito hacerte una pregunta rápida que debes responder con una sola palabra: ¿Señor Johnson, eres dueño de todas estas 25 cuentas bancarias? ¿Sí o no?"
Era una pregunta absurda pero efectiva, destinada a crear temor y confusión. "Yo... no sé... no creía que tuviera tantas, pero tal vez sí", murmuré.
El oficial Morgan, que olía el potencial, trabajó para sacarme más información. Explicó que los estafadores habían conseguido mi número de Seguro Social, pero que él me ayudaría a resolverlo. Para hacer eso, necesitaba saber exactamente cuánto dinero tenía.
"Por favor, dime los nombres de las cuentas bancarias que te pertenecen y cuánto hay en cada cuenta para que pueda determinar cuáles son tus cuentas y cuáles son falsas. Y asegúrate de no decirme el número de ruta o el número de cuenta; si lo haces, sería ilegal".
Le dije que tenía dos cuentas (una vez más, ambas falsas): una cuenta de Chase con $12,000 y una cuenta de Wells Fargo con $85,000. En el mundo de los estafadores, estas cantidades me convirtieron oficialmente en una "ballena" —alguien con suficiente dinero para garantizar su mayor nivel de atención—.
Así que el oficial Morgan cambió al modo de ataque, e hizo todo lo que pudo para asustarme aún más. Hizo una lista de los delitos relacionados con mi tarjeta y luego me informó que había 11 cargos federales de fraude en mi contra. De ser condenado, enfrentaría 30 años de prisión. El FBI estaba a punto de emitir una orden de arresto "no afianzable" en mi contra; después de mi arresto, se suspenderían todas mis cuentas bancarias, tarjetas de crédito, tarjetas de débito, mi plan 401(k), pasaporte y cheque del Seguro Social.
Luego preguntó: "¿aceptas todas estas acusaciones bajo tu nombre?"
Otra pregunta absurda, desorientadora. "Bueno, yo... yo... yo no sé qué hacer", le dije.
También te puede interesar