Vida Sana
PAÍS: Colombia
DIRECTORES: Cristina Gallego y Ciro Guerra
GUION: Cristina Gallego (idea original), Jacques Toulemonde Vidal y María Camila Arias
ELENCO: Carmiña Martínez, José Acosta, Natalia Reyes, Jhon Narváez, José Vicente Cotes y Juan Martínez
DURACIÓN: 125 minutos
En una comunidad wayuu en la zona colombiana de la Península de la Guajira, Zaida, una adolescente de la respetada familia Pushaina, después de un año de encierro está lista para lo que en sus tradiciones es su siguiente obligación: casarse. En un elaborado baile-ceremonia, Rapayet Abuchaibe se gana el derecho de pedir la mano de Zaida. Sin embargo, para Úrsula, la matriarca de los Pushaina, el clan al que pertenece Rapayet no es digno de su hija. El joven insiste en que lo considere y ella finalmente accede a cambio de que le traiga 30 cabras, 20 reses, dos mulas y cinco collares. Rapayet tiene un pie en el mundo exterior a la Guajira puesto que vende café y licor. Sin embargo, no le alcanza el dinero para completar la dote que pide Úrsula. Desesperado, Rapayet accede a conseguirles marihuana a unos hippies estadounidenses que vacacionan por ahí, puesto que tiene un tío que la cultiva.
La demanda trasciende al grupo de hippies y pronto abarca a poderosos contrabandistas de Estados Unidos. Rapayet cumple con creces las condiciones de Úrsula, se casa con Zaida y continúa la cada vez más exitosa operación de narcotráfico. A pesar de que Úrsula es la “guardiana” de las tradiciones y mística de la comunidad, la ambición la lleva a volverse cómplice de su yerno. Eventualmente, las nuevas generaciones, cada vez más alejadas de los códigos de honor de su pueblo y embrutecidas a su vez por la adicción, llevarán a una guerra mortal entre clanes, socios y extranjeros que destruirán la fábrica social de los wayuu.
Pájaros de verano describe los inicios del narcotráfico en Colombia hace cuatro décadas, pero no pretende solo documentar los hechos, sino que, al estilo del director Ciro Guerra, está narrada con un lirismo etnográfico que resalta los elementos míticos de una cultura indígena milenaria en conflicto con influencias contaminantes del exterior. La historia está dividida en cinco episodios, como un poema épico. Hay un “coro”, como en las tragedias griegas, que comenta los acontecimientos. En este caso, es un anciano ciego que recita versos donde enlista las transgresiones a los principios wayuu que llevarán a todos a la ruina.
Antes de salir de su encierro, previo a su ceremonia de iniciación, Úrsula le recuerda a Zaida que en los dedos de la mano los dioses les han señalado a los wayuu que es lo más importante: la familia, dividida en abuela, madre, tío, sobrino y nieto. Será Greider, el hermano de Zaida, quien, ya crecido con las ventajas del dinero fácil, encarnará todos los vicios de su decadencia y la falta de respeto por sus tradiciones. Vemos la absoluta perversión moral que se ha infiltrado en la otrora orgullosa cultura wayuu cuando, embriagado, Greider le ofrece un paquete grande de dinero a un pobre hombre que sueña con que le paguen los estudios. En una secuencia que debe ser de las más escatológicas jamás realizadas, Greider le dice que para entregarle el dinero el hombre se debe comer las heces de un perro.
En su cine, Guerra no oculta el desprecio que siente por la injerencia de la cultura de occidente (particularmente la estadounidense), y, de alguna manera, el discurso en Pájaros de verano va en ese sentido. Moisés, primo de Rapayet y el más alejado de las tradiciones wayuu, es el detonador del primer conflicto. Además, las escenas donde los coloridos trajes tradicionales en contraste con el desierto blanco de la Guajira, son las más bellas y tienen un efecto casi hipnótico. Pero, ¿qué tan impoluta es realmente la cultura que idealiza Guerra? A fin de cuentas, es la ambición de Úrsula la que desencadena la espiral de degradación. Es por ella que Rapayet tiene que buscar la forma de conseguir dinero para completar la dote. Por otro lado, ¿qué perspectivas de vida se les ofrece a las mujeres, además de “venderlas” al mejor postor? Si en El abrazo de la serpiente (2015), su película anterior, Guerra muestra cómo la pérdida del conocimiento ancestral sobre las plantas era la maldición de los pueblos indígenas, en Pájaros de verano es también una planta (que no tenía valor para ellos, pero sí para los extranjeros) lo que lleva a la ruina a esta comunidad wayuu.
La verdadera lucha en Pájaros de verano no es entre criminales y autoridades, sino entre formas de vida que se pervierten. Los acontecimientos podrían ubicarse en el principio de los tiempos porque trascienden el período y la geografía en los que están insertados. La trama es imperecedera y va más allá del tráfico de la droga: nos habla de la ambición que es intrínseca a la naturaleza humana.
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