Vida Sana
DIRECTOR: Asghar Farhadi
GUION: Asghar Farhadi
ELENCO: Penélope Cruz, Javier Bardem, Jaime Lorent, Ricardo Darín, Bárbara Lennie, Inma Cuesta, Carla Campra, Eduard Fernández, Elvira Mínguez, Roger Casamajor, Sara Sálamo, Sergio Castellanos, Ramón Barea y Marianella Rojas
DURACIÓN: 132 minutos
Laura (Cruz), quien vive en Argentina, regresa a su pueblo natal en España para la boda de su hermana menor, Ana (Cuesta). Normalmente la acompaña su marido, pero por motivos de trabajo, esta vez Alejandro (Darín) no puede venir. El reencuentro con la familia parece ir muy bien. El júbilo por la fiesta de bodas se convierte en terror cuando Irene (Campra), la hija adolescente de Laura, desaparece. El crimen que estremece a la región donde se siembra uva, siembra también la sospecha entre sus habitantes. Se destapan viejas rencillas entre familia y pueblo, y se van revelando secretos del pasado. El principal, al que alude el título, es a la relación amorosa que existió entre Laura y Paco (Bardem). Todo apunta a que alguien cercano secuestró a la muchacha y la situación pasa de suponer que el enemigo está “entre nosotros”, a la intuición de que el enemigo “somos nosotros”.
La primera imagen en Todos lo saben es un campanario en ruinas. Como un portento simbólico, vemos telarañas y polvo por todos lados. Más significativo aún es el gran reloj exterior está roto en parte; como se resquebrajará también el tiempo para las víctimas de la tragedia que cae sobre el pueblo una noche de fiesta. Aunque la iglesia está ubicada en la plaza central, ya no domina la vida de sus protagonistas: es el pasado el que determina su conducta ante las vueltas del destino. Como el meticuloso mecanismo de madera que mueve al reloj, el director va desentrañando poco a poco los resortes que mueven a los personajes. Farhadi cita un dicho cubano que dice: “A ver qué nos depara el pasado”. El futuro y el desenlace de la historia tiene que ver con eventos que se creían olvidados.
Las primeras secuencias son luminosas y nos muestran a una región soleada y verde. Los habitantes andan por el campo y por las calles felices y sonrientes. Un mayor acercamiento nos muestra a diferentes individuos hablando mal unos de otros. Fernando (Fernández), el cuñado de Laura, se queja de que los inmigrantes le han quitado puestos a los nativos. Paco, quien tiene a varios trabajando para él en el viñedo, le recuerda que ningún español aceptaría ese trabajo tan intenso bajo el sol implacable. Como el sacerdote en plena ceremonia de boda pidió ayuda para rescatar el campanario recordando que Alejandro fue quien hizo la donación para restaurar la fachada, todos asumen que el marido argentino de Laura tiene mucho dinero.
Ya después en la fiesta, como un presagio siniestro, cae una terrible tormenta y se va la luz. A la mañana siguiente se desata la búsqueda frenética de Irene. En mensajes de texto, los plagiadores advierten que si se le avisa a la policía matarán a la muchacha. Toca a la familia y a conocidos muy cercanos lidiar con la situación. Ingeniosamente, Farhadi nos va dando pistas falsas. Como tejiendo una telaraña, va mostrándonos las múltiples facetas de los personajes y de cómo, cada uno, podría tener motivos para el secuestro. Los 300,000 euros que se piden de recompensa, podrían bien servirles a varios miembros de la familia, que, por diferentes razones, sienten que se les debe algo y que llegó la hora de saldar viejas cuentas. El caleidoscopio de emociones e intrincadas motivaciones abarca cuestiones de clase, género, raza y política.
Tanto Cruz como Bardem están muy bien y la química entre ellos es muy fuerte. Hay una tensión sexual que solo se adivina, porque ya no queda nada de su amor juvenil. Ella transmite el dolor sordo, la desesperación y angustia de una madre que está pasándo por un verdadero infierno. Él, magistral como el amigo desesperado por ayudarla, sin que se entienda bien a bien si es porque la sigue amando o porque teme que los inmigrantes que tiene trabajando para él sean los culpables. También se siente responsable porque los encargados de hacer el video de la boda son delincuentes juveniles en proceso de readaptación a los que recomendó su esposa. Paco es el héroe de la película, que a diferencia de otros protagonistas de Farhadi, no actúa solo por honor, sino por un sentido de responsabilidad y verdadero cariño.
En la obra Fuenteovejuna de Lope de Vega (1619), cuando el magistrado enviado por la corte llega al pueblo titular a investigar el asesinato de Fernán Gómez y pregunta: “¿Quién mató al Comendador?”, el pueblo entero responde: “Fuenteovejuna, señor”. De alguna manera el director, que es iraní, ha hecho variaciones de ese mismo tema (la responsabilidad social del crimen) en toda su obra. Por eso no es de sorprender que Todos lo saben sea tan profundamente española, a pesar del origen —pensaríamos— tan radicalmente diferente del cineasta. Aunque podríamos hablar de una cuestión de universalidad en los temas, hay algo más que podría tener que ver con la influencia islámica de ambas culturas. Por su remota locación y por las dinámicas religiosas, sociales y de clase que “baraja” Farhadi, Todos lo saben bien podría estar ubicada en la España medieval anterior a la expulsión de los Moros y al “descubrimiento” del Nuevo Mundo.
La gran paradoja de Todos lo saben es que, por un lado, es demasiado entretenida y lineal como para ser considerada “de arte”; y, por el otro, es mucho más complicada y profunda. A Farhadi le importa menos preguntar quién lo hizo que ilustrar la forma en la que una catástrofe no solo afecta a los directamente implicados, sino deshilvana el tejido social.
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