Vida Sana
"Estoy al natural”, proclama la actriz Viola Davis cuando aparece en la pantalla de mi computadora para nuestra charla por Zoom. A decir verdad, luce una bata blanca sencilla, un turbante marrón y no lleva maquillaje ni accesorios.
“Siento que es mi deber como ciudadana humana no mostrar imágenes perfeccionistas”, afirma. “Estoy mostrando una imagen realista. Y si a la gente no le agrada, que así sea”.
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Es un cambio profundo para una mujer que alguna vez se consideró invisible e hizo todo lo posible para que la vieran como una persona diferente a ella misma. Davis, la quinta de seis hermanos, se crio en la pequeña Central Falls, Rhode Island. Allí, su padre, Dan, trabajaba como peluquero de caballos y su madre, Mae Alice, era empleada doméstica y en ocasiones trabajaba en una fábrica. La familia vivía en un edificio de apartamentos parcialmente en ruinas. Su vida hogareña, según Davis, estuvo ensombrecida por el alcoholismo y la violencia a manos de su padre. A menudo asistía a la escuela sin comer, y fue marginada no solo por ser una niña negra de piel oscura en lo que entonces era una comunidad predominantemente blanca, sino porque su apariencia y su higiene revelaban su extrema pobreza.
Para que la vieran, señala, se distinguió en la escuela y en la universidad, y finalmente asistió a la prestigiosa Juilliard School en la ciudad de Nueva York. Allí comenzó su trayectoria como actriz, que ha despegado en los últimos años. Trabajó en películas como The Help, Doubt y Fences, y en el éxito televisivo How to Get Away with Murder. Luego de recibir un Óscar, un Emmy y dos Tonys se convirtió en la primera mujer afroamericana en ganar lo que se considera la triple corona de la actuación.
Davis protagoniza la película de Netflix Ma Rainey's Black Bottom que se estrenará el 25 de noviembre, y el próximo año participará en al menos otros dos proyectos cinematográficos. Hace 17 años se casó con Julius Tennon, con quien tiene una hija de 10 años, Genesis. Ella y su esposo recientemente consiguieron un contrato ampliado de producción de cine y televisión con Amazon.
Y en un año que muchos describirían como uno de los más difíciles de los tiempos modernos —con pandemia global, declive económico nacional, tensión racial y divisiones políticas incentivadas por la elección presidencial— Davis, que tiene más de diez millones de seguidores en sus cuentas de redes sociales, ha surgido como una voz poderosa no solo sobre la experiencia actual de los afroamericanos en el país, sino también sobre el sufrimiento y la pobreza que trascienden las fronteras raciales.
Por supuesto que podría haberse maquillado para la entrevista de hoy. Pero para Davis, de 55 años, presentarse con sencillez es un logro que le costó mucho esfuerzo, como lo es la confianza en sí misma que ha adquirido poco a poco y que le permite mostrarse con tanta libertad. Puedes escuchar esa confianza en su voz, no simplemente profunda y melódica sino llena de intención, tanto cuando habla con seriedad como cuando estalla en una risa alegre. Es la voz de alguien que está en su mejor momento, y alguien que alguna vez, al principio, estuvo en el peor. Aunque solo sea por esa razón, tal vez deberíamos escuchar.
P. ¿Recuerdas el momento en que te diste cuenta de que eras alguien?
Anne Lamott, la gran escritora, dice que alguien le daba un bloc de hojas y ese bloc de hojas le era suficiente para llegar al siguiente bloc de hojas, y luego al siguiente bloc. Así transitó su vida, su dolor, todo, hasta que llegó a un muelle. Y así fue para mí.
P. ¿De qué maneras?
Fue tan solo una sensación gradual de salir al mundo y hacer cosas, y luego, a los 14, darme cuenta de que era bastante buena actriz. Mi profesor de teatro me miró a la cara y dijo: “Viola, si realmente puedes conseguir esto, crear una técnica, puedes hacer de esto un medio de vida. En verdad eres muy buena”. Son esas pequeñas semillas que te dan una idea de lo que podrías llegar a ser. Momentos trascendentales.
Y son las personas que me quisieron, las personas que se entregaron a mí. Déjame decirte algo, cuando alguien te ama y ve más en ti de lo que tú ves en ti mismo, eso no tiene precio. Así fueron cada uno de mis maestros en la escuela secundaria, en el programa Upward Bound, en Summer in the City. Esos fueron mis blocs de hojas.
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