¿Se caía de la risa? Debe estar exagerando...
¡Oh, no! Yo traía un tipo distinto de comedia. Una comedia inesperada, verdadera, humana, y quebraba a la gente.
¿Cómo la definiría?
Es comedia humana. No es inventada. Surge de la vida diaria, de lo que todos sabemos sobre la vida y la muerte. Yo dejé la escuela de comedia Henny Youngman en las primeras etapas de mi vida. Es que las bromas del tipo "mi esposa dijo ‘ya no me llevas nunca a ningún lado. Entonces, la llevé a la cocina'" no llegan a nada. Tiene que surgir de las dificultades de las personas. Y entonces sí funciona.
En su libro habla de que todas sus películas son sobre el conflicto entre el amor y el dinero. ¿Cómo es eso?
¿Es avaricia o es amor? ¿Los personajes buscan el oro o la relación? Eso sucedió con mi primera película, The Producers, que se basaba en la idea de que puedes ganar más dinero en Broadway con un fracaso.
¿Eso surgió de la experiencia de su familia?
No, surgió de abrir los ojos a la esencia de la sociedad. La sociedad se basa en el éxito y el fracaso. Para lograr el éxito, tal vez quieras renunciar a ciertas cualidades humanas dulces y maravillosas. Pero ese es un precio muy alto si pierdes el amor de las personas que te rodean. Me di cuenta de que ese es un problema básico para toda la humanidad, no solo para mí.
Usted también señala que las películas cómicas deben tener un tema serio subyacente.
No puede ser solo una comedia tonta llena de payasadas. Algo tiene que impulsarla. Blazing Saddles, por ejemplo, parecía una película frívola y alocada, pero el motor detrás de ella era el prejuicio racial. La idea de que debemos darnos cuenta de que todas las personas merecen respeto.
Cuando comenzó a escribir guiones de comedia, se ponía tan nervioso que a veces vomitaba en el estacionamiento del estudio. ¿Cómo superó eso?
Mel Tolkin, nuestro escritor principal en Your Show of Shows, me envió a ver a su psicoanalista. Él me ayudó a identificar las razones de los vómitos nerviosos. Todo surgía de la falta de autoestima. Una vez que gané la confianza suficiente, no solo dejé de vomitar, sino que además exigí un aumento... ¡y lo obtuve!
"La comedia surge de lo que sabemos sobre la vida y la muerte."
Cuando estaba filmando Blazing Saddles, el director del estudio le entregó una larga lista de cambios que quería hacer, y usted no hizo ninguno. ¿A qué se debió eso?
No fui el único. El director de producción de Warner Bros. era John Calley, y él quedó tan atónito como yo cuando vio los cambios disparatados que pedía el estudio. Así que cuando arrojé la lista de cambios al cesto de la basura, él dijo: “¡El archivo correcto!” Y ahí supe que iba por buen camino.
¿Qué aprendió de Alfred Hitchcock sobre la comedia?
La esencia de Hitchcock es elegir el momento oportuno. Eso se aplica al drama, al suspenso e incluso a la comedia. Él me enseñó a llevar las escenas al punto de ebullición.
¿Cuál es su ritual creativo favorito?
No es un ritual. Es muy simple: se llama ensayo. Cuanto más ensayas, mejor sale la escena.
¿De qué modo le cambió la vida la pandemia?
Lo malo fue no poder ver a mis familiares y amigos. Lo bueno fue que, cuando salía, no tenía que firmar autógrafos porque nadie me reconocía con la mascarilla.
Si el “hombre de 2,000 años” viviera hoy, ¿qué pregunta le haría?
Por desgracia, no soy el verdaderamente talentoso Carl Reiner, y nadie podría hacerle preguntas como él al hombre de 2,000 años.
Anne Bancroft y Mel Brooks.
Jon Kopaloff/FilmMagic/Getty Images
Cuénteme cómo conoció a su segunda esposa, Anne Bancroft. Creo recordar que la vio en un ensayo de The Perry Como Show.
Ella era la estrella invitada, y cuando entró al escenario llevaba puesto un impactante vestido blanco. Era muy hermosa, y cantó maravillosamente. Cuando terminó, no me pude contener. Me levanté de un salto y dije: “Anne Bancroft, ¡te amo!” Ella dijo: “¿Quién diablos eres tú?” Respondí: “Soy Mel Brooks. No me conoces”. Y ella dijo: “Te equivocas. ¡Tengo tu disco!”. Después fui a los camerinos y la invité a tomar un café. Literalmente, nos enamoramos ese día. Ella era perfecta para mí, y al día siguiente le dijo a su terapeuta: “Más vale que me cures porque creo que acabo de encontrar al hombre con quien quiero vivir el resto de mi vida“.
¿Cuál es su secreto, Mel? ¿Cómo ha mantenido un nivel tan alto de creatividad a lo largo de su vida?
Diría que el repollo relleno es lo que me ayudó a seguir. Me encanta... No sé. Creo que hubo algo vívido y maravilloso en el hecho de crecer en Brooklyn. Era un lugar mágico, repleto de sueños, ideales y amor por la vida. Recuerdo ser niño y realmente estar encantado de estar vivo. Dicen que los comediantes generalmente tienen una infancia triste y la compensan con las risas y el amor del público. Eso no tiene sentido. Para mí, se trata de continuar el amor que recibiste de niño. Yo tuve mucho amor en mi infancia, y no quiero que ese amor se detenga.
—Entrevista de Hugh Delehanty
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