Vida Sana
La reina Isabel II, quien murió el jueves a los 96 años en el castillo de Balmoral en Escocia, fue la monarca con el reinado más largo (siete décadas) de Gran Bretaña; celebró su Jubileo de Platino en junio del 2022. Si bien podría haber delegado sus deberes en su hijo, el príncipe Carlos, hace tiempo, honró el compromiso de servicio que había hecho a la Mancomunidad Británica de Naciones el día que cumplió 21 años en un discurso radial ahora famoso: “Declaro ante todos ustedes que mi vida entera, ya sea larga o breve, la dedicaré a su servicio”.
Alanna Nash y Alison Maxwell, de AARP, echan un vistazo a la extraordinaria vida de la reina Isabel en fotos.
Una reina desprevenida
La reina Isabel II nunca anticipó ser reina, pero su destino se marcó con la abdicación de su tío, el rey Eduardo VIII, en 1936 para casarse con Wallis Simpson, una mujer divorciada de la alta sociedad de Estados Unidos. Con el fallecimiento prematuro de su padre, el rey Jorge VI, a los 56 años, Isabel lo sucedió en el trono el 6 de febrero de 1952. La princesa Isabel estaba en África cuando murió su padre, y se convirtió en la primera soberana en más de 200 años que accedió al trono estando fuera del reino.
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Una boda real
En 1947, antes de convertirse en reina, la princesa Isabel se casó con Felipe Mountbatten, el príncipe griego criado mayormente en Gran Bretaña, quien era oficial de la Marina Real. Felipe se convirtió en el príncipe Felipe, duque de Edimburgo. En esta foto aparecen el día de su boda. En una carta de 1946 a su futura esposa, Felipe declaró su amor “completamente y sin reservas”.
Día de la coronación
La reina Isabel II y el duque de Edimburgo en el día de la coronación de la reina en el palacio de Buckingham, el 2 de junio de 1953. La reina Isabel tenía 27 años cuando fue coronada, y el acontecimiento fue el primero de ese tipo que se transmitió por televisión. La coronación se celebró más de un año después de la muerte del rey Jorge.
Algunos de los biógrafos de la reina Isabel II creen que sus deberes reales prevalecieron sobre su rol como madre de sus cuatro hijos. Fue su marido de 73 años, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, quien —aunque no podía dar su apellido a sus hijos: los príncipes Carlos, Andrés y Eduardo, y la princesa Ana— se hizo cargo de su crianza, junto con niñeras y la reina madre. Aquí, aparece la familia real en el palacio de Buckingham en 1972. De izquierda a derecha: la princesa Ana, el príncipe Andrés, el príncipe Felipe, la reina Isabel, el príncipe Eduardo y el príncipe Carlos.
Vida en familia
Algunos de los biógrafos de la reina Isabel II creen que sus deberes reales prevalecieron sobre su rol como madre de sus cuatro hijos. Fue su marido de 73 años, el príncipe Felipe, duque de Edimburgo, quien —aunque no podía dar su apellido a sus hijos: los príncipes Carlos, Andrés y Eduardo, y la princesa Ana— se hizo cargo de su crianza, junto con niñeras y la reina madre. Aquí, aparece la familia real en el palacio de Buckingham en 1972. De izquierda a derecha: la princesa Ana, el príncipe Andrés, el príncipe Felipe, la reina Isabel, el príncipe Eduardo y el príncipe Carlos.
Amor por sus perros
Si la reina Isabel II en ocasiones parecía fría y demasiado seria, se enternecía a la vista de sus perros, la mayoría corgis y dorgis (perros salchicha cruzados con corgis), y tenía una gran pasión por los caballos, tanto como entusiasta de las carreras hípicas como en su función de propietaria y criadora de caballos de raza pura. Aquí, la vemos en el castillo de Balmoral con uno de sus corgis en septiembre de 1952.
Toda una vida de amor
La reina Isabel II y el príncipe Felipe volvieron a visitar Broadlands para celebrar su aniversario de bodas de diamante el 20 de noviembre del 2007. Los reales pasaron su noche de bodas en noviembre de 1947 en Broadlands, en Hampshire, la antigua residencia del tío del príncipe Felipe, el conde Mountbatten. Si bien su posición de reina la aisló en cierta medida, incluso de Felipe, quien se hizo famoso por caminar dos pasos por detrás de ella, la conexión entre ambos se describía como de “una química instintiva increíble”.