Vida Sana
Carisma y talento
La edad de oro del cine mexicano se apoyó fundamentalmente en el carisma de sus actores. Pedro Armendáriz, que falleció en 1963 a los 51 años, fue mucho más que una estrella de cine. Interpretando a pescadores, revolucionarios, campesinos, indios y aventureros, llegó a representar la esencia misma del hombre mexicano: nobleza, sacrificio y sentido del humor. Armendáriz supo colaborar con grandes talentos de la época como los directores Emilio “El Indio” Fernández y John Ford, dejando una marca artística imposible de igualar.
Vida de altibajos
La vida de Armendáriz fue marcada con igual intensidad por la tragedia y la buena fortuna. Nació el 9 de mayo de 1912, en la Ciudad de México, hijo de un adinerado distribuidor de repuestos para ferrocarriles. Era niño cuando perdió a sus padres, pero fue recibido cálidamente por familiares en Estados Unidos. Se mudó a Texas a los 9 años y se instaló en California a los 14. Estudió periodismo, regresó a México y empezó a trabajar escribiendo artículos para una revista turística.
Primeras experiencias
En 1935, después de estudiar actuación en un taller de teatro, Armendáriz consiguió un papel secundario en el largometraje María Elena, filmado en Veracruz, sobre unos marineros que descubren una isla habitada por mujeres. El arte de actuar profesionalmente en una filmación no le resultó fácil al joven Armendáriz. Uno de los camarógrafos en esa producción era Gabriel Figueroa, quien sería uno de los mejores iluminadores del séptimo arte. Además, en la filmación Armendáriz conoce al bailarín Emilio Fernández, futuro director de cine.
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Comienza el ascenso
Poco después de María Elena, el director Miguel Zacarías descubrió a Armendáriz mientras recitaba un monólogo de Hamlet en perfecto inglés delante de dos turistas norteamericanas. Impresionado ante el carisma del actor, Zacarías le ofreció el protagónico de Rosario, junto a la hermosa Gloria Morel. Los actores compartieron un romance fugaz, malogrado por la madre de Morel, que atacó físicamente a Armendáriz cuando este le pidió la mano de su hija.
Campanas de boda
En 1938, después de haber participado en varias películas, Armendáriz filma El indio y se establece como uno de los actores imprescindibles del cine mexicano. Mientras tanto, conoce a Carmelita Pardo, una joven actriz de belleza frágil y delicada. Escapándose de la madre de Carmelita, que también en este caso se opone furiosamente a una posible boda, los enamorados abandonan la filmación de Borrasca humana en Acapulco, viajan a la Ciudad de México y se casan el 19 de junio de 1939.
Papá orgulloso
Mientras Armendáriz se encuentra participando en una obra teatral en San Antonio, Texas, su hijo Pedro nace en abril de 1940. Como su padre, se convertiría en un famoso actor de cine y televisión. Al regresar a México, Armendáriz acelera sus esfuerzos por conseguir más papeles, deseoso de darle a su hijo una infancia tan cómoda como la suya. Después de filmar Mala yerba y El jefe máximo, alquila una cómoda casa en la colonia Portales, cerca del río Churubusco.