Vida Sana
Verse bien en pantallas y fotos es una habilidad esencial de la vida, aun para quienes no publican en Facebook o Instagram con frecuencia. Si bien puedes controlar tus propias selfis, a menudo no puedes controlar las fotos que otras personas te sacan y publican en línea. ¿Quién necesita revelarle al mundo la papada, la barriga o las ojeras? Como editora de estilo y belleza que ha pasado toda una vida en sesiones de fotos, tengo algunos consejos para marcar toda la diferencia entre una mala foto y una encantadora sin usar filtros ni aplicaciones especiales:
1. Conoce tu mejor ángulo facial
Son pocas las personas que tienen rostros simétricos, especialmente a los 50, cuando la edad y la gravedad toman el control. Uno de los lados va a ser mejor que el otro. El uso intencional de tu lado bueno, mirando —incluso levemente— de perfil en vez de mirar frontalmente a la cámara, ayuda. Pruébalo: saca unas pocas selfis de tres cuartos de perfil desde el ángulo derecho y el izquierdo y compáralas. ¿No estás segura de cuál es mejor? Debes saber que muchas personas, inconscientemente, se dividen el cabello del lado más favorable y ya le están asignando prioridad a ese perfil. Deja que la nariz, las mejillas y la línea de la mandíbula te guíen, pero no corras a llamar a un cirujano plástico. Salir bien en las fotos no tiene nada que ver con la perfección física. Cuanto más natural y animada te veas, mejor. Solo asegúrate de sonreír con los ojos y con los labios.
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2. Usa trucos profesionales para estirar la piel
Las modelos y las celebridades esculpen secretamente su rostro y cuello en cada foto. “Para definir la mandíbula, elonga el cuello y evita la doble papada, asegúrate de que la cámara esté por encima del nivel de los ojos —no más abajo—, pero tampoco demasiado alta”, dice el fotógrafo de retratos Eric Wolfe, de la ciudad de Nueva York. “Sonríe, pero mantén la lengua plana sobre el paladar o detrás de los dientes de arriba para estirar y adelgazar aún más la mandíbula y el cuello”. Otras dos cosas que puedes hacer tú misma para definir el contorno: imagina que tienes una cuerda en la parte superior de la cabeza que la jala hacia arriba y estira el cuello. Empuja la cabeza levemente hacia adelante y el mentón levemente hacia abajo, como una tortuga, o como si estuvieras sosteniendo una naranja bajo el mentón. Pruébalo frente a un espejo. Eleva sutilmente las esquinas de la boca; esto requiere algo de práctica, pero en realidad es fácil de hacer (sentirás que tus oídos se levantan ligeramente) y marca la diferencia. Finalmente, di “money”, no “cheese”, para lograr una sonrisa más genuina sin mostrar cada uno de tus dientes (o ninguno).