Vida Sana
Para los amantes de la música, pocos placeres pueden compararse al ruidito que hace la púa de un tocadiscos cuando se apoya sobre un LP de vinilo. De todos los formatos existentes para reproducir canciones —desde los cassettes hasta los CDs y la utilitaria banalidad de los MP3s— el vinilo es el rey indiscutible. Más allá de su notoria fidelidad de sonido y calidez natural, los tradicionales LP tienen un embrujo, un carisma que ha sobrevivido al paso del tiempo y cosechado admiradores entre las generaciones jóvenes.
“Escuchar discos de vinilo me retrotrae a los años 70”, dice Claudia Brant, compositora de docenas de éxitos para artistas como Luis Fonsi, Enrique Iglesias y Marc Anthony. “Cuando era chica, mi padre me traía discos importados de Estados Unidos: Los Beatles, Donna Summer, los Carpenters, todo lo de Queen. Más allá del sonido análogo, que es mucho más interesante y profundo que el de un CD, del vinilo me gusta la experiencia en sí. Sacar el disco del sobre, leer los créditos, apoyar la púa sobre los surcos. Es una experiencia única”.
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Mientras que el CD ha perdido terreno dramáticamente en los últimos años gracias a que el streaming se transformó en la manera más práctica de escuchar música a través de un teléfono celular o computadora, el vinilo es un mercado que después de caer en el olvido, ha renovado su popularidad.
Una gran cantidad de discos latinos han sido reeditados en este formato. Es una tendencia que podría continuar durante muchos años. Sólo en la primera mitad del 2018, 7.6 millones de flamantes discos de vinilo fueron vendidos en Estados Unidos. Mientras tanto, portales como eBay y Discogs.com ofrecen la posibilidad de comprar millones de LPs usados de todos los géneros, incluyendo una generosa selección de música en español.
“Hace algunos años compré una laptop y empecé a pasar MP3s”, cuenta Juan Data, un DJ y compositor argentino radicado en el norte de California. “Pero a partir del 2012, hago sets casi exclusivamente de vinilo. Este formato me obliga a prestar más atención en la música. Como hay espacio limitado, no puedo llevar los 3,000 discos de mi colección a una fiesta. Tengo que preseleccionar y ordenar todo coherentemente para poder encontrar los vinilos cuando llegue la hora de tocarlos. Es más artesanal; muestra respeto por las obras de todos estos músicos tan admirados”.
Para los melómanos que quisieran aprovechar el renacimiento del vinilo y comenzar una nueva colección, las opciones son amplias. Un tocadiscos nuevo de excelente calidad se consigue por menos de $100, aunque por supuesto los precios aumentan de acuerdo a la calidad del producto. El tocadiscos se puede conectar directamente al amplificador del equipo de sonido, pero a veces es aconsejable invertir en un pre-amplificador (pre-amp) para aumentar la potencia del volumen.
Por otro lado, mientras que las reediciones de discos clásicos en vinilo son de precios bastante altos ($20-$30, el promedio de la gran mayoría de títulos disponibles), la belleza de los viejos LPs es que se pueden encontrar usados, en excelentes condiciones y baratos en tiendas de antigüedades y las tradicionales ventas de garaje.
La tecnología del vinilo sigue siendo la misma, pese a que tanto los equipos que se manufacturan hoy —incluyendo los parlantes— y los vinilos reeditados son de calidad superior a décadas pasadas. Por lo tanto, la experiencia auditiva es mejor, a un precio más accesible.
Pero cuidado con esta afición. Mucho más que una subscripción mensual a Spotify o la compra de un disco compacto, los vinilos son adictivos. “Mi obsesión ha aumentado en los últimos años”, dice Brant con una sonrisa. “En un reciente viaje a Brasil compré 50 discos en la casa particular de un coleccionista que me recomendaron. Y una de mis tiendas favoritas está en el centro de Atenas, la capital griega. Tiene tres pisos con todos los géneros imaginables. Creo que nunca me rendiré y seguiré buscando joyas únicas en todas las tiendas del universo”.
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