¿Cómo fue ir con Jackson Browne y un autobús lleno de artistas jóvenes al pueblito de Banámichi, en Sonora, México? Un viaje captado en la nueva cinta Linda and the Mockingbirds (estrena el 20 de octubre).
Bueno, ahí sí me siento en casa. Mi abuelo nació allí. Mi bisabuelo fue coronel en el ejército alemán, y después en el ejército mexicano. Él ayudó a derrotar a Maximiliano [y asegurar la independencia de México].
¿Y por qué llevaste, con Jackson Browne, a este grupo de muchachos de California al pueblito mexicano donde nació tu abuelo?
Hemos estado involucrados con un pequeño grupo cultural [en el Este de la Bahía de San Francisco, en California], Los Cenzontles Cultural Arts Academy, por casi 30 años. Atienden a unos 300 muchachos entre los 6 y 19 años a la semana, y les enseñan los fundamentos de las músicas tradicionales mexicanas. Y digo músicas en plural porque cuando cruzas la calle en México, te topas con otra cultura: hablan diferente, se visten diferente. Llevan a estos muchachos a Sonora y allí aprenden de los maestros. Tienen un lugar seguro adónde ir. Y tienen una forma de ver su cultura con orgullo y afirmación. Además, los muchachos que asisten a este programa tienen una mucha mejor oportunidad de asistir a la universidad.
En el norte de México existe la polka, el vals y el schottische. Siempre digo que los mexicanos tomaron la cultura alemana y la hicieron sexi. Por lo que tienes la música banda, la música oompah con la tuba y las trompas, es muy alemana, pero los mexicanos la hicieron muy mexicana. Y la banda se convirtió en la música más popular en California. Más que el hip hop o el rock clásico, mucho más.
Muchas canciones vienen de México. “What a Difference a Day Makes”, ¿recuerdas esa canción? Es mexicana, y alguien le escribió una letra en inglés. O “Perdita”, o “Perfidia”.
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¿Aún puedes cantar, ocasionalmente?
No, no puedo cantar ya. Ni una nota. Aún puedo caminar y hablar, pero no muy bien y no muy lejos.
¿Qué tipo de música escuchas hoy día?
Te cuento que escucho mucha ópera en YouTube. Me gusta mucho YouTube porque puedo ver cuatro diferentes sopranos cantando un aria de Madame Butterfly que me gusta, o La Traviata.
Alguna vez piensas, ¡Oh, había un reino de música que debía haber conquistado y no lo hice! Si tu voz sanara de pronto, ¿hay un estilo o tradición que te gustaría interpretar?
Diría que mucho más el repertorio de los compositores de los sesenta y setenta. Burt Bacharach y Jimmy Webb son muy buenos. También Brian Wilson. Y Paul Simon, sus últimos cuatro álbumes son fantásticos. Los tengo en mi iPhone, nunca me sé los títulos. Son impresionantes. Los escucho una y otra vez.
A Simon algunas veces se le tilda de imperialista que se apropia de las diferentes culturas.
Idiotas estúpidos. Por supuesto que las personas se influyen unas a las otras por medio de la música. En Graceland, integró esa música perfectamente con la música popular norteamericana, y con su música. No la tomó ni la usó sin añadirle nada, hizo una síntesis.
¿Y no es la clave de Estados Unidos esa misma mezcla de culturas? ¿No es esa la razón por la cual nuestra cultura es tan vital?
Por eso mismo es. Sabes, el cancionero tradicional americano es como un emparedado, con los africanos una parte del pan y la migración judía otra parte, y entre los dos están los italianos, los irlandeses.
Quizá debes escribir otro libro, de historia y crítica de la música.
¡Escribir es tan duro! Casi me muero cuando escribí mi libro (en inglés). Me levantaba todos los días y me sentaba en el piso, porque mi espalda no aguanta la silla, encorvada sobre mi laptop, que odio – odio todos los aparatos electrónicos – y era tan difícil tener que idear cosas todos los días.
¿Eres un poquito más lista acerca de la música y de la vida ahora que ya tienes más edad?
Bueno, tengo mejores modales que antes. Sabes, influyen tus pares. Tengo la colección más grande del mundo de libros de etiqueta y los peores modales del mundo. Me fascina la etiqueta. Creo que es uno de los espejos más interesantes de la cultura. Me encanta Miss Manners. Ella es mi autora favorita de este tema.
Miss Manners debía haber escrito un libro de etiqueta para los muchachos del rock en los años sesenta, cuando los hippies no siempre eran tan sensibles.
Los hippies tenían una ética bastante buena. Eran amables, quiero decir, los hippies de verdad. Eran atentos, y eliminaron muchos de los estereotipos sexuales. Por Dios, nos libraron de las fajas, les debemos nuestro agradecimiento eterno.
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