Vida Sana
Cuando Opal Reinbold se jubiló de su carrera como directora de calidad en un hospital de San Diego, lo último que imaginó fue vivir en un apartamento integrado en la propiedad de su hija al norte de la ciudad.
Pero después de 10 años, comenzó a pensar a largo plazo y se preguntó: “Si este es mi tercer acto, ¿qué voy a hacer al respecto?”.
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Reinbold, de 75 años, tenía algunos ahorros luego de la venta de su casa de tres dormitorios en un terreno de dos acres, pero no quería que todos sus ahorros jubilatorios estuviesen dirigidos hacia el alquiler de un espacio en un mercado inmobiliario tan saturado. “Era de esperar que no iba a ganar la lotería”, dice. “Lo mejor que podía esperar era estar cerca de mis hijos”.
Eso significó mudarse cerca de su hija Maggie Reinbold, de 46 años, su esposo, Brad Hollingsworth, de 58 años, y sus hijas Phoebe, de 8 años, y Wren, de 11, que viven en Poway, California.
Maggie quería que su madre estuviera cerca, pero no solo para acercar a la familia. Como biólogos de la conservación, ella y Brad vieron beneficios para el ecosistema y para el futuro. “Podríamos mostrarles a todos que se puede contribuir positivamente a la crisis de vivienda sin poner en peligro los hábitats nativos”, dice Maggie.
El camino hacia la mudanza
La pequeña casa de Opal, ubicada en la propiedad de Maggie y Brad, tiene 498 pies cuadrados, con tejas en el techo y estuco que son iguales a los de la casa principal de 2,140 pies cuadrados. Costó alrededor de $250,000 construirla. En colaboración con un especialista local en ADU (unidad de vivienda accesoria), la familia utilizó algunos trucos de diseño para hacer que la casa de Opal no se sintiera tan pequeña: techos abovedados, espacio mínimo en el pasillo, muchas ventanas, electrodomésticos de tamaño estándar y espacio (tanto dentro como fuera) para el entretenimiento. “No me importa mucho reducir el tamaño y me encanta la idea de envejecer en mi casa”, dice Opal. “Pero también quería suficiente espacio para invitar y entretener a amigos y familiares, y para que mis nietos se quedaran a dormir y hacer las cosas divertidas que nos gusta hacer”.
La asociación de propietarios de Maggie y Brad no estaba de acuerdo con las ADU porque hacían que las propiedades se sintieran abarrotadas y temían la manera en que afectaría el estacionamiento. Pero con el tiempo vieron que “las ADU son formas innovadoras de aumentar la vivienda sin disminuir la calidad de vida”, dice Maggie.
Opal dice que su nuevo hogar ha hecho que se sienta completamente revitalizada. “Estoy tan emocionada con este próximo capítulo de mi vida”, dice. “Tengo mi vida anterior, pero también gané una nueva”.
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