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Si diste a luz hijos, seguramente recuerdas los consejos y comentarios de otras mamás con respecto a tu embarazo. Si optaste por la anestesia epidural para contrarrestar el dolor del parto, seguramente no faltó alguien que criticara tu rechazo a un parto natural. Si no amamantaste a tu bebé, quizá recibías críticas por no haber intentado lo suficiente. Si tardaste en recuperarte de una cesárea, no habrá faltado un pariente que comentara sus dudas sobre tu caso.
Resulta que este tipo de reacciones y comentarios nada diplomáticos acerca de una experiencia personal e intransferible —el embarazo y el parto— no desaparecen cuando termina la época fértil.
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Si atraviesas el climaterio (que también se conoce como perimenopausia) o la menopausia, y te atreves a hablar abiertamente sobre ello, advertirás que otras mujeres enseguida compararán sus síntomas con los tuyos y te darán todo tipo de consejos sobre cómo abordarlos. Incluso te juzgarán por buscar alivio para tus síntomas, sobre todo si sucumbes a tratamientos tipo terapia de reemplazo hormonal u hormonas bioidénticas.
Hace unos días compartí en mi muro de Facebook que me iba muy bien con la terapia de reemplazo hormonal y que me gustaría que otras mujeres se informaran acerca de esta opción. No soy médico, y por tanto no tengo ninguna intención de recomendar tratamientos para la menopausia. Solamente compartía el hecho de que a mí me iba bien con el tratamiento.
Lo que pasó a continuación me recordó exactamente lo que había pasado durante mis dos embarazos. Esta vez, recibí todo tipo de críticas y alternativas para mis síntomas propios del climaterio.
En un comentario, una persona decía que ella tomaba un producto natural que le había eliminado casi por completo los síntomas. Le expliqué que yo ya lo había probado y que no me había dado ningún resultado.
Otra me contó que ella estaba en contra de la terapia de reemplazo hormonal y que era mejor tomar productos con soja, aunque también explicó que sus síntomas eran muy leves. Le aclaré que mis síntomas me debilitan tanto que realmente temo el día en que tenga que interrumpir la terapia de reemplazo hormonal (aunque seas buena candidata a este tratamiento, se recomienda que la duración no pase los cinco años).
Una tercera me dijo que ella no había tenido ningún síntoma y que quizá debería considerar mi historial médico de familia. ¿Habría heredado yo los síntomas de mi madre? La felicité por no tener síntomas y le dije que mi doctora conocía mi historial médico y era quien me había recomendado la terapia.
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