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A mis casi 53 años tengo toda una vida de hacer deporte. Comencé a correr y hacer yoga a los 12 años, y a los 20 me certifiqué como instructora de fitness en Estados Unidos. Soy de la generación que comenzó haciendo ejercicios aeróbicos con los videos de Jane Fonda. En mis veintes y parte de mis treintas, impartí clases de fitness y también me sumergí en la danza moderna.
A los 48 años corrí una media maratón con una amiga más joven que yo. Era algo que realmente quería hacer, así que entrené durante varios meses antes del día de la carrera. Mi meta personal era terminar el recorrido de 13.1 millas corriendo—deprisa o despacio, pero corriendo—.
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Aunque la experiencia fue casi espiritual, a unas dos millas de la meta comencé a sentir una punzada aguda en la cadera. Era tal el dolor que pensé que se me había roto algo. Aun así, estaba tan empeñada en cumplir mi sueño de terminar la carrera que estiré la pierna y seguí trotando hasta cruzar la meta.
Esa media maratón marcó el principio del final de mis días como corredora. El dolor de la cadera no desapareció, sino que empeoró. El médico me recomendó rehabilitación física, pero también caminar a paso rápido o ir al gimnasio en lugar de correr. Aun así, no me recuperé completamente.
Cuatro años más tarde, en el verano de 2015, encontré por casualidad la solución a mi dolor de cadera. Mi esposo impartía clases de fotografía en un retiro en las montañas, y en la mañana ofrecían clases de yoga. Me apunté por curiosidad; llevaba años sin practicar. Al cabo de cinco días me encontraba emocionalmente más tranquila, pero además el dolor de cadera casi había desaparecido. Cuando volvimos a casa, basándome en mi experiencia de instructora de fitness y viendo videos en internet, continué practicando yoga a diario. No solamente me ayudaba a aliviar el dolor, sino también a mejorar mis síntomas de la menopausia como la fatiga o los cambios de humor. Pronto me apunté a clases presenciales en un estudio cercano. Ahora me siento más flexible y más llena de energía.
Como dice Kerry Tice, dueño de CircuSoul Yoga en Sarasota, Florida, “El yoga es tan atemporal como muchos de sus participantes”. Además es perfecto para todas las edades, según Tice, cuyos alumnos varían en edades, de niños a personas de 60 años o más. “El yoga fortalece la mente y el cuerpo como ninguna otra disciplina. A menudo pienso que mis alumnos tienen incluso 10 ó 20 años menos de su edad cronológica. Se ven llenos de vida y fortaleza gracias a la práctica del yoga”, afirma.
Lo importante, se tenga la edad que se tenga, es darse cuenta de que en la práctica del yoga — como en todo— no se llega jamás a la perfección. Por tanto, escucha lo que te dice el cuerpo y no te fuerces si hay una pose que te resulta incómoda o dolorosa.
Hoy practico yoga a diario, pero alterno disciplinas. Aunque el yoga se practica sobre la base de la respiración y un estilo de vida, hay varias maneras de abordarlo.
Algunos tipos de yoga que puedes probar son:
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