Vida Sana
Sencillamente, te da pereza hacer el amor. Lo que dice mucho —o quizás solo un poquito— dado que mi prometido y yo normalmente estamos acostados el uno al lado del otro, y ¡la "molestia" consistiría en nada más que voltearnos el uno hacia el otro!
Pero las complejidades de la vida después de los 50 pueden agotarnos, facilitando el aplazamiento del sexo hasta otra fecha cuando tengamos —así suponemos— más energía y por lo tanto, más interés. El problema con aplazar algo por el "momento", por supuesto, es que los momentos tienden a volverse meses.
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Entonces, ¿cómo puedes superar la inercia sexual? Susie, asistente ejecutiva independiente de 53 años, casada por 32 años, afirma que "aplazamos el sexo por demasiado tiempo" cada vez que Prent, su esposo, pasa mucho tiempo viajando por su trabajo. (Él es arquitecto principal de sistemas para un fabricante importante de computadoras). Para atraerlo cuando regresa, dice Susie, ella prepara un baño caliente —con velas y la música de Marvin Gaye de fondo—.
Sin embargo, las señales no tienen por qué ser tan patentes: "Algunas veces solo saco nuestros álbumes de fotos y recordamos los viejos tiempos", dice Susie, "como la vez que nos metimos en la misma bolsa de dormir en un viaje de acampada. Eso nos pone en el estado de ánimo adecuado".
Marcus Gilliland, de 42 años, y su pareja, Bret Gerber, de 50 años, informan que tienen "una vida sexual fantástica" en San Diego, donde Marcus hace poco se matriculó en un establecimiento de enseñanza superior con miras a obtener un título en psicología. "Pero cuando pasamos por momentos estresantes", dice Marcus —como los exámenes finales— "el sexo es lo último en lo que pienso. No se trata de no querer a Bret, es que para mí, el sexo nunca me ha servido para liberar el estrés. En vez, utilizamos nuestras rutinas —por ejemplo, nuestras caminatas por las mañanas— para volvernos a conectar. O quizás asistimos a una charla y luego nos reconectamos hablando del tema, o simplemente nos abrazamos en la cama y disfrutamos de ese tipo de intimidad sin presionarnos. Cuando las puertas están abiertas a decir 'no', pueden abrirse a decir 'sí'".
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