Vida Sana
Cuando los hijos llegan a la edad adulta, las relaciones con sus padres tienden a variar. La clave es encontrar puntos de coincidencia sin rebasar los límites. Surgen interrogantes como cuánto tiempo se debería pasar con ellos y cómo se debería pasar ese tiempo, cuánta información personal se debería compartir, qué batallas se debería librar y cuándo sería mejor dar la otra mejilla. Además qué consejos se debe ofrecer y cuándo sería mejor el silencio.
Cuando entrevistamos a padres para nuestro libro, When Will My Grown-Up Kid Grow Up? (¿Cuándo crecerá mi hijo adulto?), el 75% de ellos dijo que la relación con sus hijos adultos era mejor ahora que cuando estos tenían 15 años. La mejor parte —coincidieron casi todos— es la nueva amistad que surge con el hijo adulto.
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Pero aun una buena relación con los hijos ya crecidos puede tener sus escollos. Los padres podrían ceder a la tentación de ofrecerles consejos sin que ellos lo pidan, hacer lo que fuese necesario para protegerlos de todo daño e incluso recordarles que saquen seguro de automóvil. Y los hijos adultos podrían mostrarse más indiferentes, no devolver las llamadas, cancelar las citas a último momento o enviar mensajes de texto a sus amigos cuando cenan con la familia. Justo cuando piensas que estás tratando con un igual, podrías llevarte una sorpresa.
Los hijos adultos necesitan un tipo de intimidad diferente a la que tenían cuando eran pequeños. Necesitan apoyo emocional para desenvolverse en la vida y que sus padres valoren la capacidad de sus hijos de resolver sus asuntos, aun si hay reveses o contratiempos en el camino.
1. Acata límites respetuosos
Para los hijos proteger su privacidad es una parte esencial del proceso de desarrollar una identidad independiente, adquirir confianza en su capacidad de tomar decisiones y aprender a defenderse solos. Los padres que valoraban la cariñosa relación que tenían con sus hijos pequeños podrían sentirse heridos si notan que, de grandes, empiezan a alejarse. De repente, no quieren volver a casa para las vacaciones o no tienen tiempo para largas conversaciones por teléfono. Aunque es natural extrañar la intimidad de antes, ayuda el comprender que la necesidad de distanciarse es apropiada para esta fase de su vida y que no se debe tomar como una afrenta personal.
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