Vida Sana
El otoño pasado, cuando cumplió 70 años, Susan Kelly decidió que se jubilaría en el 2023. El 1o de mayo, puso fin a una docena de años de trabajo en el área de comunicaciones para el Gobierno federal.
Fred Gladstone, de 61 años, se jubiló como psicólogo escolar en el área de Levittown, Nueva York, el 30 de junio, después de trabajar cuatro años más de los 30 que comúnmente marcan el punto en que los educadores dejan la profesión.
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Ninguno de los dos estaba muy entusiasmado por dejar el trabajo. En realidad, la idea no les interesaba.
Gladstone dice que había considerado jubilarse en el 2020, pero se preguntó en qué emplearía su tiempo. No entregó la documentación requerida hasta marzo.
“Fue difícil presentar la carta. Se lo había dicho a la dirección de la escuela y a otras personas, pero nunca había presentado la carta”, dice. “Finalmente me preguntaron: ‘¿En serio vas a jubilarte?’”. Incluso en ese momento, “yo tenía dudas, me preguntaba qué diablos estaba haciendo”.
En muchas personas, la perspectiva de abandonar la rutina diaria del trabajo provoca ilusión y alegría, pero algunas personas mayores se aproximan a la jubilación con algo más parecido al miedo. Temen perder su sentido de propósito, les preocupa cómo van a llenar sus días, incluso se preguntan quiénes son sin su carrera.
“El trabajo nos da estructura, nos proporciona una rutina en la vida”, dice Louis Primavera, profesor de Psicología en la Universidad de Touro en la ciudad de Nueva York. “Hacemos planes alrededor del trabajo. Es parte de nuestra identidad. Vamos a una reunión social y la pregunta es: ‘¿A qué te dedicas?’. Claramente, lo que sucede es que la gente dice ‘¿qué voy a hacer? ¿Quién voy a ser?’. El miedo a perder la identidad es un miedo sustancial”.
Kelly, que trabajó 21 años en USA Today antes de pasar a la Administración de Alimentos y Medicamentos (FDA), dice que pensó que tal vez no se jubilaría nunca.
“Siempre me gustó trabajar, y mis habilidades como escritora y correctora han sido una gran parte de cómo me veo a mí misma”, dice. “Le tenía terror al 2 de mayo. Tenía sentimientos muy conflictivos con respecto a jubilarme”.
“El momento decisivo fue el fin de semana del Día de la Recordación”. dice. “Un fin de semana de tres días cuando estás jubilada no es lo mismo que un fin de semana de tres días cuando trabajas”.
“La versión de la jubilación idealizada es una vida de ocio”, dice Patrice Jenkins, psicóloga organizacional en Saratoga Springs, Nueva York. “Pero cuando sientes ansiedad con respecto a la decisión, es fácil pensar ‘tal vez algo no esté del todo bien conmigo’”.
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