Vida Sana
| En un año electoral normal, el final del verano y el principio del otoño serían épocas de mucho trabajo para Annie Butzner. Durante años, Butzner, una enfermera jubilada de Asheville, Carolina del Norte, ha viajado a hospitales cercanos, centros de vida asistida y hogares de ancianos, para ayudar a los pacientes y residentes a inscribirse para votar y a solicitar papeletas de voto en ausencia.
Pero este año, la pandemia de coronavirus ha hecho que ese trabajo sea más difícil. Butzner, de 69 años, ha tenido dificultad para entrar en los centros y determinar qué residentes necesitan ayuda para inscribirse y solicitar las papeletas. "El hecho de que sea tan difícil votar en los centros de cuidados es ridículo", dice. "Toda la sabiduría que estas personas tienen se está desperdiciando".
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Butzner forma parte de un grupo cada vez más grande de defensores de los derechos, funcionarios estatales y expertos electorales preocupados por los obstáculos que presenta la COVID-19 para muchos de los 1.3 millones de residentes de hogares de ancianos (en inglés) de la nación, y la posibilidad de que algunos no puedan votar en las elecciones generales de este otoño. Además, hay más de 800,000 personas que viven en otros tipos de comunidades residenciales de cuidados, incluidos los centros de vida asistida, y es probable que también se vean afectadas.
"Yo diría que es un desastre total", dice Nina Kohn, profesora de Derecho de Syracuse University y una académica distinguida en derecho de los adultos mayores en la Facultad de Derecho de Yale, acerca de la confusión en torno a la votación desde los hogares de ancianos este año.
No existen datos a nivel nacional confiables sobre la participación de los votantes entre los residentes de hogares de ancianos y centros de cuidados a largo plazo, pero son una población que tiene todas las características para una alta participación electoral. Casi dos tercios son mayores de 65 años y la mayoría son mujeres; se trata de dos grupos que históricamente acuden a votar en mayor número que el resto del país.
Dado que muchos residentes están aislados, no solo de sus seres queridos, sino también de los voluntarios electorales y de los funcionarios del condado que normalmente los ayudarían a votar, los expertos temen que la participación disminuya.
"Garantizar que todos puedan ejercer su derecho al voto es de suma importancia para AARP", dice Elaine Ryan, vicepresidenta de Defensa de Derechos y Estrategias Estatales de AARP. "Tenemos que eliminar cualquier barrera que los residentes de los centros de cuidados a largo plazo puedan enfrentar, especialmente durante esta pandemia".
La pandemia altera el proceso de votación
En un año electoral normal, los residentes de los hogares de ancianos por lo general votan en persona (con la ayuda de amigos o familiares, o en caravana hacia los centros de votación), mediante el voto por correo o en ausencia, o desde la comodidad de su propio centro (con la ayuda de los funcionarios electorales del condado o simplemente caminan por el pasillo, si su centro donde viven es un centro de votación registrado).
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