Vida Sana
El 6 de marzo de 1965, el presidente Lyndon B. Johnson llamó al senador de Georgia Richard Russell, su colega demócrata del sur y presidente del Comité de las Fuerzas Armadas del Senado. Johnson buscaba consejo sobre qué hacer respecto a Vietnam. Días antes, había lanzado la Operación Rolling Thunder, la campaña de bombardeo aéreo que fue un momento decisivo: era el primer ataque importante de Estados Unidos en el conflicto. En dos días, un contingente de infantes de Marina —las primeras tropas de combate estadounidenses— llegaría a las playas cerca de la base aérea estadounidense en Da Nang. La guerra de Estados Unidos en Vietnam todavía estaba en pañales, y ya el presidente perdía las esperanzas de vencer. “Un hombre puede luchar si puede vislumbrar algo de luz más allá en el camino”, le dijo Johnson a Russell. “Pero no se vislumbra la luz en Vietnam. Ni siquiera un poco”.
Las repercusiones de la decisión que Johnson tomó de intensificar la guerra todavía persiguen a muchos de los 2.6 millones de hombres y mujeres estadounidenses que prestaron servicio en Vietnam, y los millones adicionales cuyas vidas fueron trastornadas por esa guerra. Para una generación, “Vietnam fue lo que tuvimos en vez de infancias felices”, como escribió Michael Herr en su libro de 1977, Dispatches (Partes). Cincuenta años después de que cayeran las primeras bombas de Rolling Thunder, la guerra más controvertida de Estados Unidos sigue tercamente sin resolverse, definida por las preguntas que planteó, las lecciones que prometió enseñar y los recuerdos que quienes estuvieron allí nunca podrán olvidar.
1965
“Hemos hecho
una promesa nacional
de ayudar a Vietnam del Sur a defender su independencia.
Y tengo intenciones de
mantener esa promesa”.
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— El presidente Lyndon Johnson, durante un discurso en
Johns Hopkins University de Baltimore, 7 de abril de 1965
“Nunca dudé de la rectitud de Estados Unidos”.
“¿Viste la película Born on the Fourth of July (Nacido el cuatro de julio)? Esa fue mi vida: nací el 4 de julio, y la mayoría de las escenas de la película describen cómo llegué a Vietnam. Tal como me enseñó John Wayne en las películas, yo estaba listo para matar a los japoneses; la diferencia es que atacábamos a los vietnamitas. No importaba. Yo tenía 17 años.
“Durante todo el tiempo que estuve en Vietnam, apoyé la guerra. Por ese entonces, teníamos el concepto de defender a un Estados Unidos audaz y valiente. Nunca dudé de la rectitud de Estados Unidos y su presencia en Vietnam, aunque tampoco la entendía por completo. Pensé que era algo necesario”.
— W. Paul Coates, especialista de cuarta clase del Ejército de EE.UU., prestó servicio de 1965 a 1967; luego fundó Black Classic Press en Baltimore.
“No nos convencía para nada”.
“Déjame decirte por qué nosotros los trabajadores de derechos civiles estábamos tan en contra de la guerra: el gobierno federal no proporcionaba ninguna protección a la democracia en Misisipi, y sin embargo nos dijo que teníamos que ir a 10,000 millas de distancia para proteger la democracia en el sureste de Asia. No nos convencía para nada”.
— Miriam Cohen Glickman fue arrestada durante una manifestación en Washington D.C. en agosto de 1965.
“Me atormentó por años”.
“Un avión de la Fuerza Aérea de EE.UU. dejó caer dos latas de napalm sobre nosotros. Inmediatamente sentí las llamas en la cara. Miré y habían dos tipos que bailaban en llamas, y gritaban. No sé qué me dio, pero corrí y me adentré en las llamas. Agarré los pies de este muchacho, y cuando lo levanté, sus botas se desmoronaron y la piel que cubría los huesos de sus tobillos se desprendió. Podía sentir esos huesos en las palmas de mis manos. [El soldado, Jim Nakayama, murió dos días después]. Por años, me atormentó. ¿Cómo puedo explicárselo a alguien que no ha estado allí? Vives con eso. Llevas contigo tantos fantasmas. Por un tiempo pensé que me volverían loco”.
— Joe Galloway, un reportero de guerra para UPI, presenció la batalla de cuatro días en Ia Drang en noviembre de 1965. Galloway recibió una Estrella de Bronce por su valentía como civil. Es también el coautor de We Were Soldiers Once … and Young (Una vez fuimos soldados... y jóvenes).
1966
"¿Por cuánto tiempo quieren luchar ustedes los estadounidenses? ¿Un año? ¿Dos años? ¿Tres años? ¿Cinco años? ¿Diez años? ¿Veinte años? Nos complacerá satisfacerlos”.
— Pham Van Dong, primer ministro de Vietnam del Norte, en declaraciones a The New York Times, diciembre de 1966
“Me pregunto cómo mantuve la cordura”.
“Él era piloto de Phantoms, los F-4. Cuando lo derribaron, yo tenía seis meses de embarazo. En ese momento lo declararon desaparecido en combate; era el tipo de tema del que no se hablaba. Nadie quería oírlo, y el gobierno nos dijo que no habláramos. Pero necesitaba creer que mi esposo, el padre de nuestra hija que estaba por nacer, regresaría y seríamos una familia. La esperanza me sostuvo hasta que me sentí lo suficientemente fuerte como para saber lo que sucedió.
“En el ’83, el oficial encargado de notificar sobre las víctimas regresó. Entonces, en vez de estar yo embarazada, mi hija tenía 17 años y estaba sentada a mi lado en el sofá cuando nos dijeron que los restos de mi esposo había sido devueltos de Vietnam del Norte. Muchas veces, pienso en la persona que era en ese entonces y me pregunto cómo mantuve la cordura ”.
— El esposo de Wanda Ruffin, James Ruffin, capitán de corbeta de la Armada de EE.UU., fue derribado mientras volaba sobre Vietnam del Norte el 18 de febrero de 1966. Lo enterraron en el Cementerio Nacional de Arlington en julio de 1983.
Escucha más: Wanda Ruffin habla sobre el Monumento a los Veteranos de Vietnam y su labor para reconectar a los veteranos y a sus seres queridos después de la guerra.
1967
“Va más allá de la camaradería.
Es como si fueran un solo organismo”.
“Fui al cerro sur 881 [cercano a Khe Sanh] un domingo en 1967 y celebré un pequeño servicio religioso. Hablé sobre el hijo pródigo de Lucas 15, sobre cómo un hijo va a un país lejano y se da cuenta que allí no es donde se supone que debe estar. Los infantes de Marina estaban alineados y muy harapientos. La ropa se les caía a pedazos de lo podrida. Tenían 19 o 20 años y cada uno era muy distinto a los demás. Sin embargo, todos eran infantes de Marina y se cuidaban mutuamente".
“Esto se hizo más evidente luego, durante las batallas, en la manera que corrían en la mitad de un ataque y arrastraban a un desconocido que había resultado herido. Va más allá de la camaradería. Es como si fueran un solo organismo. En lo teológico, puedo usar el término ‘amor’; en verdad se amaban mutuamente, se veía en cómo vivían y lo que hicieron”.
— Ray Stubbe, capellán de la Armada de EE.UU., prestó servicio en Khe Sanh durante el sitio de la base en 1968, el cual duró 77 días.
Escucha más: Ray Stubbe habla sobre cómo sus impresiones de los soldados y el personal militar cambiaron durante el tiempo que pasó en Vietnam.
“Aquí está”.
“Participé en por lo menos 800 misiones aéreas. Salvé a 2,000 pacientes. Por ‘salvar’, quiero decir que los saqué de allí. Puede que hayan fallecido en el helicóptero o en el hospital. A veces preguntábamos, ‘¿Dónde está el paciente?’. Y nos daban una funda y decían, ‘Aquí está’”.
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