Vida Sana
Ante el coronavirus, se ha instado a las personas en el país a permanecer en sus hogares, lavarse las manos y mantenerse a seis pies de distancia de los demás. Durante la Segunda Guerra Mundial, se le pidió a la población de EE.UU. que usara menos de todo, de la gasolina al azúcar y la pasta de dientes. ¿Cuán difícil fue el racionamiento en la Segunda Guerra Mundial? Bastante. A continuación, recordamos los sacrificios que hicieron las personas en Estados Unidos por un esfuerzo en común.
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El presidente Franklin Roosevelt creó la Oficina de Administración de Precios en agosto de 1941. Su principal prioridad era establecer un límite en los precios de la mayoría de los bienes para prevenir la manipulación de precios en tiempos de guerra y limitar el consumo mediante el racionamiento.
Todos, inclusive los niños, recibieron una libreta que tenía un cierto número de puntos de racionamiento por semana. La carne y los alimentos procesados, que eran esenciales para los soldados en el extranjero, valían muchos puntos. Las frutas y las verduras frescas no tenían puntos. Era un sistema complejo; Estados Unidos eligió a Chuck Jones (en inglés) para que lo explicara en una película. En la foto, este niño tuvo su primera experiencia usando la segunda libreta de racionamiento en tiempos de guerra.
Los suministros como la gasolina, la mantequilla, la leche enlatada y el azúcar estaban racionados para que se repartieran en las campañas de la guerra. Muchas personas recibían tres galones de gasolina por semana. La gente hacía fila, como en la foto, para recibir azúcar, el primer y último producto que fue racionado. Se asignaba media libra por semana, la mitad de lo que las personas consumían normalmente.
De la misma forma en que etiquetas como #QuédateEnCasa de Twitter, creada para dar ánimos a la gente cuando debía distanciarse socialmente —y sentirse bien de hacerlo—, los carteles de racionamiento daban un sentido de patriotismo y eran un vínculo a los esfuerzos en el país para los luchaban en el extranjero.
Los ejércitos dependían de los alimentos. Aunque el Gobierno federal promovía el aumento de la producción de comida, también alentaba la reducción del desperdicio de alimentos. Se les decía a los ciudadanos que se comieran las sobras y que "lamieran el plato hasta limpiarlo".
La guerra mecanizada requería mucha gasolina y petróleo. Se les pedía a los civiles que usaran ropa abrigada para preservar petróleo y combustible para el transporte militar.
El racionamiento de la gasolina y otros combustibles mantenía funcionando los tanques y acorazados que usaban tanta energía. El Gobierno instó a las personas a reducir el consumo de cualquier cosa que agotara los recursos de combustible —como por ejemplo ducharse por largo tiempo—.
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