Vida Sana
Las señales están en todas partes, esvásticas proyectadas contra un edificio en West Palm Beach, Florida; folletos antisemitas arrojados en el jardín de residencias privadas en los suburbios de Atlanta; una publicación de Kanye West en las redes sociales en la que anuncia: “Estoy en ‛death con 3′ contra las PERSONAS JUDÍAS” (un juego de palabras entre death (muerte) y DEFCON, el sistema utilizado por el Pentágono para evaluar el nivel de preparación defensiva del país contra posibles amenazas); once judíos asesinados en el ataque a una sinagoga en Pittsburgh. Para comprender qué hay detrás de esta ola actual de ideologías e incidentes antisemitas, conversamos con la embajadora Deborah Lipstadt, enviada especial del Departamento de Estado para monitorear y combatir el antisemitismo. Profesora de Estudios Judíos durante muchos años en la Universidad Emory, Lipstadt ha escrito varios libros galardonados sobre el Holocausto y otros aspectos de la historia judía moderna.
Comencemos por lo básico. El panorama actual de la vida judía en Estados Unidos no es simple. Hay judíos muy ortodoxos que siguen cabalmente reglas de alimentación estrictas, se visten de cierta manera y no trabajan ni conducen desde la caída del sol el viernes hasta la caída del sol el sábado. En el extremo opuesto del espectro, hay personas que tal vez van a la sinagoga una vez al año y se identifican como judías. En este contexto, ¿cómo se define el antisemitismo? ¿Qué aspecto tiene hoy en día?
Se trata de un prejuicio como otros prejuicios: odio hacia los judíos. Pero es también una teoría conspiratoria que atraviesa ideologías, nacionalidades y etnias. Es alguien que dice: “Los judíos son todopoderosos. Controlan los medios de comunicación. Controlan los bancos, el Gobierno”. O “los judíos son todos privilegiados”.
Proviene de los cristianos, de los musulmanes, de los ateos. Proviene incluso de otros judíos. Se ve en una variedad de formas, a nivel gubernamental, en los medios, en la calle. Parece que cada vez se está normalizando más. Eso es lo que me alarma. Que esté bien.
¿Es realmente distinto a otros prejuicios, como el racismo o el sexismo?
Los judíos no calzan en la imagen tradicional de las víctimas de prejuicios: “Si te ves tan seguro y tan exitoso, ¿de qué te quejas?”. Entonces, la joven judía que tiene una beca en mi clase en Emory —que al mismo tiempo trabaja para no graduarse con una deuda de $100,000— tiene que justificar que no es privilegiada. Sin embargo, en el prejuicio contra otros grupos, esta falta de privilegio se acepta sin cuestionar. Nosotros podemos vernos como instruidos y con seguridad económica, a pesar de que sabemos muy bien que hay muchos judíos cuya situación no es esa.
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Y hay otra forma en que el antisemitismo se diferencia de otros prejuicios. En la mayoría de los prejuicios raciales y de otro tipo, las personas simplemente miran a esos grupos con menosprecio. Pero los antisemitas golpean hacia abajo y hacia arriba al mismo tiempo. Desprecian a los judíos y los ven como seres humanos menores, sucios. Y a la vez los ven como más poderosos, como conspiradores, como una amenaza al bienestar del antisemita. Y si los judíos representan una amenaza a tu bienestar porque son conspiradores y habilidosos, entonces tienes que protegerte por todos los medios necesarios.
Y aun así, en el Estados Unidos contemporáneo, también existe la admiración por los judíos. Los índices de matrimonios mixtos son altos. ¿Cómo se entiende eso?
Los judíos son muy admirados por sus logros, pero a veces esa admiración puede convertirse en hostilidad en un instante.
¿Qué tipo de errores cometemos cuando pensamos en el antisemitismo?
Uno de los errores que cometemos es que no lo tomamos seriamente. Y eso tiene consecuencias, una particular y otra más universal.
La consecuencia particular es que si hay un grupo en tu sociedad —un grupo racial, étnico, religioso, del tipo que sea— que está siendo atacado, tú, como miembro de esa sociedad, y ciertamente el Gobierno de esa sociedad, tienen la responsabilidad de proteger a ese grupo. La tarea principal de un Gobierno es proteger a sus ciudadanos.
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