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Disminuyen las muertes por COVID-19 en los hogares, pero persisten los problemas

Un análisis exclusivo de AARP revela que los índices de infección y mortalidad por COVID-19 todavía son más altos que los del verano del 2020.


 

 

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En los hogares de ancianos de Estados Unidos, las infecciones y los nuevos casos de COVID-19 disminuyeron considerablemente desde los picos del invierno, pero las cifras siguen siendo más altas que las registradas durante el aumento que vimos el verano pasado, según un nuevo análisis de datos federales a cargo de AARP. También persiste la escasez de personal y de equipo de protección.

Según el análisis, en el período de cuatro semanas desde mediados de enero hasta mediados de febrero falleció uno de cada cien residentes de hogares de ancianos (casi 10,500 personas). Es una cifra sombría, pero representa cerca de la mitad del índice de mortalidad del período anterior de cuatro semanas que transcurrió desde mediados de diciembre hasta mediados de enero. 

También disminuyeron los nuevos casos de COVID-19 en los hogares de ancianos. Los nuevos casos entre residentes se redujeron a más de la mitad, y el índice de infección entre los residentes descendió a 3.5 casos por cada 100 residentes en el período de enero a febrero, frente a los más de 9 casos por cada 100 residentes en diciembre y enero. Los nuevos casos entre miembros del personal también disminuyeron más de la mitad.

Aun así, el índice de mortalidad por COVID-19 entre los residentes en el último período de informes es más del doble que el índice reportado entre mediados de agosto y mediados de septiembre del 2020. Y los índices más recientes de casos son un 30% más altos que los índices del mismo período del verano pasado.

Si bien la escasez de personal y de equipo de protección disminuyó levemente desde el período mensual anterior, alrededor de 1 de cada 9 hogares de ancianos continúa reportando no tener suficiente equipo de protección personal para una semana. Más de 1 de cada 4 hogares de ancianos reportaron no tener suficientes enfermeros ni asistentes.

Entre los residentes y el personal de los centros de cuidados a largo plazo se han producido casi 175,000 muertes durante el transcurso de la pandemia, según el COVID-19 Tracking Project (enlace en inglés). 

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“Todavía no estamos fuera de peligro”, advierte en referencia al nuevo análisis Rhonda Richards, representante legislativa sénior de AARP. “El control constante de las infecciones es realmente importante a fin de evitar posibles brotes en el futuro y asegurar el bienestar continuo de los residentes”.

Vacunación e inmunidad colectiva

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Según el análisis, la disminución de casos y muertes por COVID-19 se observa en casi todos los estados. Esto parece deberse a una combinación de factores determinantes que incluyen la administración de las vacunas contra la COVID-19 recientemente autorizadas, restricciones más estrictas en estados y condados durante el invierno, y niveles más altos de inmunidad colectiva natural en los hogares de ancianos.

El programa federal que tuvo a su cargo la vacunación de la mayoría de los residentes y miembros del personal de los centros de cuidados a largo plazo en Estados Unidos está programado para finalizar a fines de marzo. Un informe preliminar de los CDC (enlace en inglés) que se publicó el 5 de febrero calcula que la aceptación de las vacunas fue de casi el 78% entre los residentes durante las primeras clínicas del programa situadas en los mismos centros. Si bien la aceptación por parte del personal fue mucho menor (37.5%), los datos anecdóticos sugieren que ha mejorado en la segunda y tercera ronda de vacunación del programa. Los CDC aún no han publicado cifras actualizadas.

Pero los datos disponibles indican claramente que “la vacuna está produciendo cambios”, señala Mike Wasserman, geriatra y expresidente de la California Association of Long Term Care Medicine. “El riesgo de transmisión parece haberse reducido radicalmente”, advierte, “al igual que el riesgo de enfermar de gravedad si te vacunas”.

Sin embargo, se reportaron casi 1.2 millones[1] de infecciones en hogares de ancianos durante el transcurso de la pandemia, según datos de los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS), y muchos centros probablemente han adquirido cierta inmunidad colectiva. “Hubo tantos casos de COVID-19 que hemos llegado a un punto en el que la cantidad de personas que pueden contraer una nueva infección en un hogar de ancianos es mucho menor, y esto posiblemente contribuya a la disminución”, advierte Ari Houser, de AARP, coautor del nuevo análisis. “Estamos viendo que el virus ya no encuentra hogares de ancianos en los que pueda causar un brote y afectar a todos”.

Si bien las mejoras son bienvenidas, Jennifer Schrack, especialista en Epidemiología del Envejecimiento y profesora adjunta en la Facultad de Salud Pública Bloomberg de Johns Hopkins, señala que todavía hay mucha incertidumbre en torno a la COVID-19 en los centros de cuidados a largo plazo, y la comunidad debe proceder con cautela. 

“La gente debe recordar que aún se trata de una enfermedad nueva”, señala. “No sabemos cómo se va a comportar, no sabemos cómo se van a manifestar las variantes… aún está por verse si los adultos mayores, como los residentes de hogares de ancianos, asimilan las vacunas tan bien como otras personas”.

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Las recientes disminuciones de casos y muertes son “muy alentadoras”, observa, “pero [el virus] no ha desaparecido. Es bueno ser optimistas, pero aún debemos ser diligentes”.

Dado que los residentes de hogares de ancianos tienden a presentar un mayor riesgo de enfermar de gravedad por la COVID-19, los centros deberían continuar tomando precauciones adicionales, advierte Schrack. Estas precauciones incluyen usar mascarilla, mantener el distanciamiento social y someterse a exámenes y pruebas frecuentes para detectar la presencia de COVID-19.

Sin embargo, el análisis de AARP reveló que la escasez de personal y de equipo de protección persiste en los hogares de ancianos. Algunos estados están en peor situación que otros: el 33% de los centros de Maine reportan no tener suficiente equipo de protección y el 46% de los centros de Kentucky reportan no tener suficiente personal.

“En este momento, a más de un año del comienzo de la pandemia, todos los centros deberían tener el equipo de protección personal que necesitan para evitar la propagación del virus”, advierte Richards, de AARP. AARP solicitó que el Gobierno federal “asegure que todos los centros tengan acceso a equipo de protección personal y pruebas de detección, y que tomen medidas adicionales para garantizar el uso correcto y sistemático de dicho equipo”.

Richards señala que sin suficiente personal no es posible llevar a cabo un control adecuado de las infecciones, y que la prolongada escasez de personal ha empeorado a causa de la pandemia en momentos en que más se necesita contar con una proporción adecuada entre personal y residentes.

“Los miembros del personal son quienes se ocupan de los pacientes. Si no están allí, o si están sobrecargados de trabajo porque están solos, los signos iniciales de las infecciones de COVID-19 pueden pasar desapercibidos”, señala. “Además, si un residente se contagia de COVID-19, el personal es fundamental para brindarle la atención adicional que necesita”.

El análisis de AARP, que llevaron a cabo el Instituto de Política Pública de AARP (enlace en inglés) y el Scripps Gerontology Center (enlace en inglés) de Miami University en Ohio, se basa principalmente en datos que los Centros de Servicios de Medicare y Medicare (CMS) obtuvieron en el Nursing Home COVID-19 Public File (archivo público de datos de hogares de ancianos con relación a la COVID-19 - enlace en inglés). Los hogares de ancianos tienen certificación federal y deben presentar datos al Gobierno cada semana. 

El análisis se concentra en cinco aspectos principales del impacto de la COVID-19: casos entre residentes, muertes de residentes, suministro de equipo de protección personal, casos entre empleados y escasez de personal. Este análisis recoge datos solo de hogares de ancianos certificados por el Gobierno federal, a diferencia de otros informes que incluyen datos de todos los centros de cuidados a largo plazo, como los centros de vida asistida, de vida independiente, de cuidado de la memoria y otros sitios. El próximo mes se publicará un análisis actualizado, a medida que se disponga de nuevos datos federales.

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