Vida Sana
| El índice de mortalidad por COVID-19 en los hogares de ancianos de Estados Unidos alcanzó un nuevo récord en las semanas próximas al día de Año Nuevo, según un nuevo análisis de datos federales a cargo de AARP. El análisis reveló que aproximadamente 1 de cada 51 residentes murió por COVID-19 durante el período de cuatro semanas del 21 de diciembre al 17 de enero. Se reportaron un total de 19,299 muertes.
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El índice de mortalidad que recoge el análisis superó al de los períodos de cuatro semanas analizados anteriormente, lo que lo convierte en el índice de mortalidad por COVID-19 más alto que se haya reportado al Gobierno desde fines de mayo, cuando los Centros de Servicios de Medicare y Medicaid (CMS) comenzaron a exigir que los hogares de ancianos reportaran estos datos.
Si bien el índice de mortalidad récord de las cuatro semanas que terminaron el 17 de enero representa solo un ligero aumento con respecto al mes anterior, cuando murieron 1 de cada 53 residentes por COVID-19, es más del cuádruple del índice de mortalidad de los residentes que se produjo al final del verano.
Veintitrés estados y Washington, D.C. registraron aumentos en el índice de mortalidad de los residentes desde el período previo de cuatro semanas del que se presentaron datos, según el análisis. Indiana registró el índice de mortalidad más alto de país, con cerca de 1 de cada 28 residentes que han muerto por COVID-19.
El análisis también revela que, por primera vez en meses, el índice nacional de nuevas infecciones por COVID-19 entre los residentes y el personal de los hogares de ancianos está disminuyendo. Los casos disminuyeron ligeramente, de aproximadamente 1 de cada 9 residentes entre mediados de noviembre y mediados de diciembre a aproximadamente 1 de cada 11 residentes entre mediados de diciembre y mediados de enero. El índice de infección también disminuyó ligeramente entre el personal de los hogares de ancianos, de alrededor de 1 infección entre el personal por cada 11 residentes a 1 por cada 12 residentes durante los mismos períodos analizados.
Es una buena noticia, dado que los hogares de ancianos y otros centros de cuidados a largo plazo, como los centros de vida asistida, se han visto afectados de manera desproporcionada por la pandemia de COVID-19. Según el COVID Tracking Project (enlace en inglés), hasta el 4 de febrero, la COVID-19 había cobrado la vida de casi 162,000 residentes y miembros del personal de centros de cuidados a largo plazo: una cifra que representa cerca del 36% de todas las muertes por COVID-19 del país.
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